—Nerea —llamó Leonard—. Ella puede hablar si lo desea, es la Luna de nuestro…—¡Es lo que dice! —interrumpió la hembra elfa con un grito—. ¡¿Cómo podemos estar seguros?! ¡¿Y si lo hipnotizó o qué se yo?!—¡Yo no sé hacer nada de eso! —exclamó Gianna, abrumada por las acusaciones—. ¡Estoy tan confundida como todos ustedes!Nerea la señaló:—¡Mentira! ¡Nunca has pertenecido a la Luna Susurrante! ¡Algo estás tramando!Gianna contuvo la respiración. Era verdad, ella nunca había pertenecido a la manada, no de verdad, pero… ¿planear algo? ¡Todo eso era mentira!»Probablemente sólo estás planeando tu venganza, pero te advierto algo, Gianna Davies, te estaré vigilando y cuando descubra cómo estás manipulando a mi hijo, conseguiré que retome su compromiso con Cornelia, una loba que sí lo merece o dime, ¿en qué eres mejor tú que nuestra querida Cornelia?Gianna se quedó boquiabierta.—Yo… La Oráculo dijo…—Otra bruja —soltó Nerea—. No, no quiero cuentos de hadas, quiero realidad, así que dinos,
Gianna abrió los ojos y se topó con las cortinas del techo de su cama; nunca creyó que dormiría en una de esas camas que parecían de princesa. Pese a que estaba abrumada por todo lo que sucedía, se durmió cuando su cabeza tocó la almohada. Entre sueños recordaba que la empleada doméstica le preguntó si quería cenar, pero se sintió tan agotada que ni respondió y siguió durmiendo.Además, ir a cenar significaría convivir con sus «suegros» y era algo para lo que todavía no estaba lista; no después de aquella incómoda conversaciónEl anochecer prevalecía y la lluvia continuaba golpeando las ventanas de la mansión. Gianna se asomó y un relámpago iluminó el jardín.Un enorme lobo blanco estaba sentado a mitad del jardín sin inmutarse con la lluvia que lo cubría. Era extraño. No era que los lobos odiaran el agua o algo similar, pero ese lobo parecía agradecer la lluvia fría que lo estaba cubriendo.¿Sería Darragh?Quiso buscarlo con la mente, pero sólo encontró silencio. Estaban lejos, su v
—¿Qué sucede, Gianna Davies? —La sonrisa de Darragh sólo curvó la mitad de sus labios—. Parece que viste a un lobo bajo la lluvia.Gianna se recompuso y tomó la taza. Por un instante se había permitido flaquear y olvidó de quién se trataba su mate.—¿Te tocaba baño? —bromeó ella y se sirvió del café—. ¿Ya te pusieron la vacuna contra la rabia?Darragh rió con esa voz ronca que también llenaba el pecho de Gianna de otro sentimiento confuso.—Sólo salí a caminar.Gianna se apartó, prefería poner distancia entre ambos, y recargó la cadera en la mesa.Darragh la recorrió con la mirada y tensó la mandíbula. Gianna escuchó el repentino incremento en los latidos de su corazón.La loba vestía con un pantalón corto y viejo de mezclilla y una blusa blanca, nada provocador o bonito; sin embargo, Darragh la hizo sentir como si llevara un revelador conjunto de lencería rojo.—¿Estás preocupado? —inquirió ella—. Te ves… inquieto.Darragh asintió y también se sirvió café; luego abrió uno de los cajo
Cornelia barrió con la mirada a Gia, una vez, dos veces, y luego entrecerró los ojos porque no le gustó lo que vio. La Luna de su ex prometido era guapa y, con la poca luz que entraba por los relámpagos, no podías distinguir las cicatrices que cubrían algunas partes de su cuerpo.Gianna había conseguido su cuerpo ejercitado por sus extenuantes horarios de entrenamiento. Cornelia a base de pilates, un entrenador personal para el gimnasio y una estricta dieta con un nutriólogo profesional. —Buenas noches —murmuró Gianna.La pelirroja no tenía motivos para repeler a Cornelia. La loba morena pertenecía a la parte de la manada que simplemente preferían fingir que ella no existía.Sin embargo, Cornelia no respondió el saludo, sino que preguntó:—¿Y Darragh? Lo escuché aquí.—Se acaba de marchar…Y el ruido de la puerta principal anunció que era posible que el futuro alfa acabara de abandonar la mansión sin importar la lluvia.Cornelia volvió a examinar a Gianna y dijo:—No creas que no sé
—Entonces… ¿tienes chofer? —preguntó Beth con sus enormes ojos verdes examinando la lujosa sala de la mansión de los Ashbourne—. ¿Una asistente?—Tengo chofer —corrigió Gia—, aunque creo que mi chofer me odia y prefería verme amarrada y recibiendo latigazos, no llevándome a comprar ropa.Beth silbó y alisó su falda amarilla sobre su regazo; estaba sentada en el único sillón individual mientras que Gianna observaba a través de la ventana que daba al jardín.—Todo esto parece irreal —sentenció Beth—. No puedo creer que exista una Luna, ¡no puedo creer que seas la Luna de Darragh!—Créeme que yo tampoco…Beth señaló la puerta, no era seguro hablar ahí.Gianna asintió, así que ambas salieron de la sala y luego de la mansión. Una lujosa camioneta negra aguardaba por ambas. El chofer, el mismo omega que los había llevado con la Oráculo, abrió la puerta trasera para permitirles subir.Gianna había desayunado en la habitación. No quiso bajar al comedor con sus «suegros» porque Darragh no esta
—¿Sucede algo? —inquirió Beth y agitó sus largas pestañas.—Creí sentir a Darragh, pero me equivoqué…No, Gianna sabía que no se equivocó, lo sintió, pero él no estaba ahí, ¿cómo podía explicar eso cuando ni ella tenía idea de cómo funcionaba?La rubia suspiró con tono ilusionado.—Ya sé que probablemente no es lo que quieres oír, pero me parece de lo más romántico todo lo que les dijo la Oráculo…¿Romántico? Gianna opinaba diferente.—Si la situación fuera otra, quizá pensaría igual, pero para nada es agradable que un lobo como Darragh entre en tu cerebro y lea tus pensamientos.Beth, aun así, volvió a suspirar.—¿Y crees que encuentre a mi mate? La Oráculo dijo que habrían más.Gianna no quería pensar en ello, temía que fuera verdad. Podía imaginar el desastre que se avecinaba si lobos con pareja descubrían que su mate era alguien más, ¿qué sucedería con todas esas uniones consagradas frente a la Diosa Luna?—Espero que sea un lobo que te merezca —dijo Gia—. Porque el amor no surge
Darragh apretó la mandíbula cuando el hormigueo recorrió su nuca. El futuro alfa se encontraba en una importante junta de negocios; se estaban decidiendo por adquirir una empresa «unicornio» de mensajería instantánea para teléfonos móviles. La junta directiva no terminaba de decidir si era una buena inversión o no, pero debían tomar una decisión pronto antes de que alguien más se adelantara.Y Darragh amaba los negocios. Era un lobo moderno que disfrutaba de las comodidades que el dinero y el poder podían darle; estaba empecinado en aumentar la fortuna de su familia cuando tomara el control completo. Pero ese hormigueo… lo distraía y en su mente se instalaba el nombre y la imagen de la loba pelirroja que ahora debía proteger quisiera o no, su Luna.—Carajo —masculló y bebió del vaso de agua que descansa arriba de la amplia mesa de juntas.Aleksi, su hermano mediano, levantó la mirada hacia él. Se encontraba al otro lado de la mesa y ya había notado la incomodidad de Darragh; por lo g
Gianna entró en el vestidor con toda la ropa que Beth había elegido. Colgó las prendas en los ganchos y suspiró hondo. No se imaginaba con ninguna de esos atuendos que probablemente costarían lo mismo que su renta de seis meses.Revisó las etiquetas y palideció; corrección, era la renta de un año.—Esto es demasiado —musitó.No podía sacar de su cabeza que no se vería con la elegancia de Cornelia o Nerea, pero también recordó cómo la humillaron.Gia estaba cansada de permitir que todos pasen por arriba de ella.Primero se vistió con un enterizo de pantalón en color gris con un cinturón; la prenda se ciñó a su silueta y, al verse en el espejo, casi ni se reconoció con esa ropa que no era de supermercado.Gianna se deshizo la coleta, acomodó su cabello pelirrojo sobre los hombros y sonrió; no recordaba sentirse así en muchos años, quizá nunca, pero ella, en ese momento se sintió tan hermosa que quiso llorar.Tal vez Darragh tenía razón y la Diosa Luna la escuchó todas esas noches cuando