Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al
Gianna se contempló su reflejo en el enorme espejo que estaba en su habitación y… enmudeció, ¿en serio era ella? Es decir, ya se había visto con ese vestido, pero no con el maquillaje y su cabello estilizado con cada onda definida. «Sólo falta la corona», pensó la loba. Y era la verdad, parecía una princesa rumbo a una hermosa gala donde sería el centro de atención.Ahora sólo debía esperar a que Darragh llamara por ella, entonces Harry iría a buscarla y se marcharían a la reunión que en realidad era una fiesta de gala.Gianna salió de la habitación y tomó asiento en el sillón de la sala; estaba sola. Todas las doncellas se habían marchado.Dalia, la empleada doméstica de la mansión, de ahora en adelante sería su doncella personal y se encargaría de ayudarla cuando fuera necesario. Gia apenas asimilaba todo lo que estaba cambiando en su vida y lo que pronto pasaría, esa primera presentación en público con su mate.—Por la Diosa Luna —musitó y miró hacia la ventana, ya había anocheci
La cama capturó la atención de ambos. Gianna requirió de todo su autocontrol para apartar la mirada de amplio colchón y señalar la silla que Darragh podía ocupar.El lobo tomó asiento, se contempló en el espejo o lo intentó, porque toda su atención estaba en el reflejo de Gianna mientras se movía por la silenciosa habitación.El brillo de la tenue luz amarilla añadía una aura mágica a la loba enfundada en aquel vestido rojo. Ella sintió la intensa mirada de su mate, giró hacia el espejo y sus ojos se encontraron por unos segundos hasta que él rompió el vínculo visual.Darragh no estaba acostumbrado a sentir ese hormigueo en las extremidades por culpa de una mujer, una loba, ¿qué le estaba sucediendo?Gianna respiró hondo, no tenía sentido intentar calmar su corazón que galopaba a toda velocidad y que, además, estaba segura de que Darragh podía escuchar. Él, por el contrario, parecía sereno.—¿Por qué no te gustó el peinado?—Parecía peinado de niña —resumió él con esa voz enojada y r
Darragh esbozó una sonrisa vaga, una muy breve, y volvió a su actitud seria mientras su Luna comenzaba a encargarse de su cabello. No tenía idea de cómo lo peinaría, no podía ser peor que las ligas de colores que le pusieron unas horas antes, y si no le gustaba, pues llevaría la melena suelta y ya, nadie opinaría o podría costarle la vida.Él odiaba todas las etiquetas formales; prefería mil veces quedarse a entrenar o a mirar el techo que ir a una de esas fiestas. Sin embargo, esa noche sí estaba un poquito emocionado por llevar a Gianna, quería ver su expresión al descubrir el lujo de la fiesta y que todo eso podría ser de ella.¿Por qué Gianna lo hacía pensar así…? ¿Por qué de pronto le gustaba el calor que brotaba en su pecho cuando imaginaba feliz a su Luna?Los dedos de Gianna comenzaron a moverse entre las hebras blancas; en poco tiempo había trenzado varios mechones y estaba uniendo esas trenzas para formar un peinado más complejo. En su mente sólo podía estar la idea de reali
Darragh la abrazó y Gianna tembló. No era sólo la vergüenza al demostrar cómo su cuerpo reaccionaba con el contacto de su mate, sino que sabía que Darragh podía escuchar el latido acelerado de su corazón y la respiración rápida. No existía forma alguna de disimular aquellas cosas, al menos no de un lobo, y eso la hacía sentir vulnerable, expuesta.El cuerpo del lobo desprendía tanto calor que Gianna creyó que herviría de fiebre en cualquier momento. —Relájate —pidió él en su oído. La caricia de su aliento erizó toda la piel de Gianna y por supuesto que no pudo relajarse—. Gianna…—¿Qué pretendes? —musitó ella y recargó la barbilla en el hombro de Darragh—. ¿Es importante que piensen que realmente estamos juntos?—No sabemos cuál es la amenaza, debemos vernos fuertes.Gianna suspiró, desilusionada. No era la respuesta que esperaba.—¿Importa tanto? —Ella metió los brazos entre ambos, colocó las palmas sobre los pectorales de Darragh y se impulsó para poner un poco distancia; el corazón
Gianna gimió cuando los colmillos de Darragh se enterraron en su piel; era el dolor más placentero, algo que jamás había experimentado. Entonces se miraron a los ojos, encontraron sus ojos en ese tono ámbar, los colmillos descubiertos y las respiraciones agitadas; no podían ocultar lo que querían que sucediera. Sin embargo, el sonido del celular de Darragh los interrumpió, aunque ninguno se movió para contestar o desviar la llamada. Darragh buscó el pecho de Gianna, inhaló hondo y besó el punto medio que sobresalía por arriba del escote. Gianna abrazó a su mate hasta atraer más su rostro.Y llamaron a la puerta principal de la habitación.—Maldición —masculló Darragh.—¿Todo en orden? —preguntó una voz al otro lado de la puerta.—Es Aleksi —dijo el lobo.Aleksi ni tenía que gritar, sabía que podrían escucharlo… si todo estaba bien.Gianna salió de su ensimismamiento, ¿había estado a punto de acostarse con Darragh?—Entraré —anunció Aleksi y abrió la puerta.Gianna se incorporó, alis
Darragh miró a los músicos quienes de inmediato retomaron los violines, aunque fallaron un poco para lograr recuperar la armonía. Entonces el futuro alfa continuó andando de la mano de su Luna hasta la mesa principal donde se encontraban sus padres. Nerea relamió sus labios, sujetó bien la corona de piedras preciosas que llevaba en la cabeza y que combinaba con su elegante vestido dorado; no tenían una monarquía, pero le gustaba sentirse la reina y se rehusaba a dejarle ese puesto a alguien tan poquita cosa como Gianna. Leonard, por su parte, trató de sonreír con amabilidad a su hijo y su Luna, aunque no le salió muy bien, sino como si tuviera un fuerte cólico.—Qué bueno que llegaste, hijo.—Sí, por un momento pensamos que quizá tu Luna quiso terminar lo que empezó hace tantos años —soltó Nerea con una sonrisa venenosa—. No me mires así, Gia, ¡sólo estoy bromeando!Gianna apretó los labios, mas no respondió.—Gianna me estaba ayudando con unas cosas —resumió él, aunque sonó peor de
—No me asustan —bramó Darragh. Gianna no se había equivocado—. Puedo contra todos ustedes.—Hijo, no… Pero los ojos grises de Darragh comenzaron a volverse ámbar y eso hizo callar a su padre; ¿pretendía pelear contra decenas de lobos? —El compromiso se mantendrá —sentenció la madre de Cornelia—. O habrán consecuencias. La luz parpadeó. Darragh desprendía un aura de ferocidad que hizo a todos retroceder un paso. ¿En serio lucharía contra todos ellos para mantener su unión con Gianna?, se preguntaban los presentes.—Calma —pidió Gia en un susurro—. Son muchos…Ella sabía que aquello no se terminaría con los que estaban en la sala, afuera habían muchos más que tampoco la querían; no podrían contra todos. —Sólo tiene que dar la orden, señor —le recordó la madre de Cornelia a Leonard—. Su hijo tiene que obedecerlo. Leonard miró a su hijo, supo que Darragh lo desafiaría y… ganaría. Él, a diferencia de su hijo, nunca fue un guerrero y sólo continuó con la línea de sucesión que dejó su