Capítulo 32

—Gianna —llamó él con voz fuerte al otro lado de la puerta de la habitación de su Luna, mas no obtuvo respuesta. Entonces trató con el picaporte y comprobó que estaba cerrada—. Maldición.

«Gianna, abre», ordenó él en su mente.

Pero la loba no respondió, sólo gruñó en su subconsciente.

¡¿Y si estaba herida?!

Darragh revisó los bolsillos de su pantalón. Poseía una llave maestra para abrir cualquier puerta de la mansión, una que jamas había usado, hasta ese momento en que sintió alivio al encontrarla e introducirla en el cerrojo de la puerta.

La enorme puerta de madera se abrió ante él y le enseñó una habitación sumida en las sombras. La única luz provenía del baño, se colaba por la rendija de la puerta entreabierta y ahí… escuchó un quejido.

Darragh tragó duro. Su mente se congeló, no pudo decirle nada por telepatía a su Luna.

¿Acaso… ella estaba herida? ¿Y si moría? ¿No debería de haberlo percibido? ¿Su vínculo seguía tan débil que ni eso podía sentir?

¿Él era un fracaso como mate?
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