Capitulo 2, ¿Quien se fijaría en el?

Cómo un hombre puede despreciar tanto a su hijo solo porque no es guapo como sus otros dos hijos, y ese es el señor Henry, un hombre de carácter autoritario, nada modesto, un multimillonario que se había hecho a el mismo, a pesar de llevar una buena relación con casi todo el mundo a su manera, el hecho de que su hijo no es atractivo lo ha destruido y vuelto frío e intolerante.

Toda su fortuna la ha adquirido el mismo, él sabe que cuando un hombre se ve bien y es atractivo también puede lograr llegar a la cima más rápido y su miedo era ese, el que su hijo mayor no lo iba a poder lograr, y le iba a tocar más arduo, se sentía impotente.

Él siempre quería que todo se haga a su antojo, ahora sufría porque Edward por ser el mayor debería administrar toda su riqueza hasta que sus otros dos hijos crezcan, le preocupaba que con esa cara nadie se lo quisiera tomar en serio.

Sobre todo en los negocios, todos eran unos tiburones, capaces de devorar todo a su paso.

Quizás seria una burla para todos.

Más preocupaciones para él, quien se va a fijar en Edward, ninguna mujer bella lo va a querer si no es por el dinero, no deseaba a una mujer interesada que llegara a despilfarrar su riqueza e imperio.

Él quiere a una mujer hermosa para su hijo y sin ningún tipo de interés y malas intenciones hacia él, pero quién va a querer a semejante esperpento.

Solo una mujer interesada y problemática.

—¡¡No, no te vayas Betty!!, no te puedes llevar a mis mellizos, son lo único que me hace sonreír. Vete con Edward, pero deja a mis niños lindos.

—Jamás te los dejaría, a ninguno, seguro los vas a malcriar y serán como tú, un superficial lleno de odio contra mi Edward.

Ya déjame, me marcho, me iré a América del sur.

—No, no te irás, nadie saldrá de aquí y menos a otro continente, no digas tonterías Betty.

—No son tonterías, debí irme hace mucho tiempo, le has hecho mucho daño a nuestro hijo y a mí con tus desprecios, acepte hacer esa prueba de sangre para que veas que es verdaderamente tu hijo, me has humillado de muchas maneras posibles y no voy a soportar que lo hagas más, ni con mi hijo, ni conmigo.

—Perdóname Betty, lo siento, pero no puedes negar que Edward no es lo que esperábamos.

—Al menos ahora lo llamaste por su nombre, y es mi hijo, como sea lo quiero, lo espere como venía, nunca me ha importado como se ve, es fruto de nuestro amor, ¿olvidaste eso Henry?

—Lo sé mujer, lo sé, pero tú tampoco me entiendes, para sobrevivir en el mundo de los negocios y las riquezas debemos tener algo que podamos mostrar a los demás, nuestra cara es relevante, hasta para conseguir una esposa, para dirigir las empresas de la familia. Todo.

—Es verdad, pero de que te preocupas, Edward es inteligente, ha demostrado tener habilidades importantes en todas las áreas, eso será suficiente, cree en tu hijo.

—Por lo menos eso, porque sería el colmo que aparte de feo sea un idiota.

—Ya basta Henry, deja de insultar a nuestro hijo.

Me voy de este lugar.

—No, no lo hagas, lo siento. Cambiaré, solo quédate.

—¿Seguro lo harás?, ¿tratarás a nuestro hijo con amor y respeto?

—Lo haré, paso a paso, por ti y por mis mellizos, lo trataré mejor, solo dame un poco de tiempo.

—Está bien, solo te voy a dar una sola oportunidad, solo una, no quiero escucharte ser malo con Edward, él es magnífico, ya te darás cuenta.

Solo date el tiempo de conocerlo.

—Está bien mujer, haré que veas mis cambios, ahora me iré a la empresa, debo seguir construyendo ese imperio que tanto me ha costado.

—Hasta más tarde Henry.

—Hasta pronto querida.

—Ya no le digas nada madre, él tiene razón, tengo muy en claro lo que soy, y como me veo, el hecho de ser listo no me quita lo feo.

No tienes que dejar a mi padre por mi culpa, no quiero que lo separes de mis hermanos, ellos merecen crecer con mi padre, y recibir ese amor que yo nunca logré.

—No es por ti hijo, es más por mí, estos últimos años tu padre se me ha salido del corazón, su comportamiento hacia mí ha sido muy frío, hace tiempo no dormimos en la misma cama, pienso que ya no me quiere.

Y tu hijo… No te refieras así hacia ti mismo, no es justo, siempre serán más importante otras cosas más que la belleza de un ser humano, tú eres un hombre inteligente, amable, correcto, caballeroso, un poco tímido y prudente y esas cualidades son lindas en un hombre. Eres perfecto.

—No sabía que estabas tan mal con mi padre, lo siento mamá, pero yo creo que el sí te ama, solo que el trabajo lo distrae mucho de su matrimonio, él no podría vivir sin ti, solo díselo, habla con él.

Y no soy perfecto, madre, perfecto para qué…

—Hablaré con él, gracias hijo mío.

Y eres perfecto para mí, porque te amo y siempre lo haré, y sé que la mujer que se enamore de ti, se va a ganar la lotería, eso es seguro.—Betty abraza a Edward de 18 años recién cumplidos acariciando su cabello y mejillas y él solo se acurruca en su costado.

Seis años después.

—No quiero casarme con ese adefesio, ¿ya lo vieron?, es horrible, ¡¡mama!!, preferiría besar un sapo sucio y maloliente o lo que sea menos él.

—Míralo, por el lado amable hermana, es un hombre inteligente, pocos son así hoy en día.

—¿Y qué voy a hacer con su inteligencia?, como salgo a la calle de la mano con ese, sin sentir vergüenza, ¿cómo?

Lo odio, odio a mis padres, no pueden obligarme a casarme con esa cosa.

Hago lo que me pidan, pero eso no, casarme con ese horrible hombre, por favor, iré a la cárcel a pagar mis últimos días, pero no me lleven con él.

—No seas tan dramática, además tienes que hacerlo, ellos nos van a obligar a casarnos con quien más nos convenga.

Al menos tendrás un esposo y serás libre, ya no estarás aquí soportando tantas reglas tan absurdas.

—No me importa, no quiero casarme con el ogro feo ese.

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