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Capitulo 5, "Así que me casaré con el hombre más feo del país

—Exactamente, hermana, vas a conseguir todo lo que siempre has deseado.

—Lo sé, pero a qué costo, además no quiero perder a mi gran amor.

—¿Quién?

—Russell.

—Ese mantenido, abre los ojos Helena, ese hombre solo te está usando, no te quiere.

—Ya cállate Leonor, yo sé que él me ama, eres una envidiosa, claro como a ti nadie te quiere, al menos yo tengo a Russell y ahora voy a casarme con este adefesio que afortunadamente es millonario y tú… ¿Qué has conseguido?, nada cierto.

—Estás muy equivocada, jamás te tendría envidia, eres mi hermana, te quiero mucho, y solo quiero que abras los ojos, y que veas que ese hombre…

—No más, no me interesa escucharte, hablar mal de Russell, él me ama, me lo ha demostrado de mil maneras.

Me regaló este collar y este anillo, sin duda son bellos.

—Son baratijas hermana y lo sabes, nada de lo que estás acostumbrada en esta familia, él solo juega contigo o dime, si realmente estuviera interesado hubiera venido aquí a pedir tu mano a mis padres como tú lo mereces, como lo hará Edward.

—Seguro, las joyas no son tan finas, pero su amor es real, yo lo sé, ahora déjame que voy a prepararme para esta noche.

Tengo que rasurarme las piernas y por todas partes, arreglarme el cabello, los zapatos, sal pronto de mi habitación, ya me amargaste el día.

—Está bien, te dejo para que te acicales.

No olvides que te adoro hermanita.

—Sí, si chao, cierra fuerte al salir.

Leonor es todo lo contrario a su hermana Helena, muy paciente, bondadosa, demasiado bonita, a pesar de nacer en la riqueza es muy humilde, tan solo tiene diecinueve años, el mes siguiente cumpliría los veinte y su hermana los veintitrés.

Para ella el dinero no es lo más importante, pero sabe perfectamente que las comodidades son mejor que vivir en la calle, y eso no la trasnocha, le gusta mucho escribir y leer, es su pasatiempo preferido, aunque sueña con ser una escritora reconocida en todo el mundo, piensa que esa sea una manera de independizarse de su familia.

El romance es de su preferencia, el drama aún más.

En sus sueños siempre está encontrar al amor de su vida, un hombre atento, caballeroso, amable, guapo, muy alto, que haga que su cara y su corazón estén siempre llenos con una sonrisa.

Está pensativa por qué su hermana se tiene que casar con ese hombre, pero no puede hacer nada, está en juego las riquezas y la estabilidad de su familia, ya que por esa razón sus padres tienen muchos problemas y discusiones.

¿Qué podría hacer ella?

Mientras escribía lo que sucedía a su familia en su diario, pensaba en como salvar a su hermana de ese muchacho, pero por más que le daba vueltas al asunto no podía hacer absolutamente nada, ese matrimonio era un hecho, no había poder humano en la naturaleza que lo pudieran cambiar.

Tocan la puerta de Leonor.

—Puedo pasar hija.

—Si madre, solo escribo un poco.

—Hija, vengo aquí porque necesito de tu ayuda, debes convencer a tu hermana de que lo es mejor para ella y la familia es que le ponga su mejor cara a su matrimonio, no puede dejarnos mal, mira, ahora mismo está haciendo un berrinche ruidoso en la alcoba.

—Pero madre, ella está muy necia a entender que debe hacerlo por el bienestar de la familia, ya le he dicho de mil maneras que lo acepte y no quiere.

—Pero debe ir allá y presentarse como si ella estuviera de acuerdo y que el novio piense que es su mejor elección, qué tal que él vea que ella lo detesta, la rechace y no quiera casarse con tu hermana por esa actitud.

Imagina hija, sería nuestra perdición, quedaríamos en la ruina total, por favor dile que recapacite y ponga su mejor rostro.

Ve con ella…

—Iré madre, pero no te aseguro que ella cambie de opinión.

—Haz lo que puedas, hija mía.

Leonor pasa a la habitación de Helena, aun sabiendo que seguramente su intervención no servirá de mucho.

—¿Cómo estás?, Helena, ¿ya más calmada?, mi madre dijo que estás muy enojada y haciendo berrinches de adulto.

—Si solo viniste a molestar, te puedes ir, o quédate, la verdad me da igual.

—Ahora, ¿por qué estás tan feliz?, lo noto en tu voz y tu mirada, ¿qué te ha puesto así?

—Hable con Russell, le comenté lo que está pasando y me dijo que lo mejor que podía hacer era casarme con el Feito ese, lo ves tú que dices que es malo.

Él me apoya en todo.

—Ay Helena, si te quisiera de verdad no te dejaría que te cases con otro hombre, no te parece raro, que sea tan permisivo, un hombre enamorado no hace eso.

—Tú no sabes que es que te quieran de verdad, ¿no lo ves?, acaso estás ciega, él está poniendo nuestro amor aun lado para que yo pueda ayudar a todos aquí, para que no vayamos a la quiebra, un hombre enamorado si lo entendería.

Así que me casaré con el hombre más horrendo, pondré mi mejor actitud, esta será mi mejor actuación, digna de un Óscar…

—De verdad que ese tal Russell, si sabe muy bien como lavarte la cabeza, me deja realmente sorprendida.

—Dejame hablar, no he terminado, por cierto, debo hacer todo lo que Russell diga, para hacerlo feliz.

Desde esta tarde seré una nueva mujer, me convertiré en una mosca muerta como tú, así lograré todo lo que me proponga y más ya lo verás Leonor.

—Entonces tal parece que todo está muy normal aquí, yo venía a hacerte pensar mejor las cosas respecto a tu matrimonio, pero veo que Russell está de nuestro lado.

—Sí, si todo está bajo control, ahora vete que voy a terminar de arreglarme y tú también deberías vestirte.

Helena es una mujer muy hermosa al igual que Leonor, pero su forma de ser acabaría con la paciencia de cualquiera, Edward tendrá muchos inconvenientes con ella, un hombre de buen corazón con una mujer llena de avaricia y caprichos, mala combinación.

En la noche.

—Bueno, ya está todo listo, y ¿los mellizos?

—Aún no terminan de vestirlos, no querían estar en la cena, están muy enojados.

—Ya se les pasará, pero no pueden faltar a esta cena, es importante crear estos lazos familiares.

—¿Hablaste con la maestra Henry?

—Sí, la verdad, estoy muy sorprendido del mal comportamiento de los gemelos, no sé qué debería hacer, la maestra está a punto de expulsarlos, pedí una oportunidad para ellos, pero no creo que lo logren.

—Te dije que no los consintieras…

—Ya mujer, no necesito reproches, con que me ayudes a que se porten bien es suficiente.

—Lo he intentado, pero siempre me dicen que tú los dejas hacer lo que ellos deseen, me quitaste la autoridad y debemos actuar antes de que sea tarde.

—Está bien, tienes razón, les diré que deben obedecerte en todo, ya no quiero más quejas de esos niños, no puedo tolerar sus malcriadeces.

—Gracias Henry, al fin lo entendiste, siempre tardas un poco, pero lo haces al fin.

—Señor, Señora, los gemelos están listos.

—Gracias Mati, deja que estén en sus habitaciones hasta que lleguen los invitados.

—Si señora.—Se retira a la cocina.

—Edward hijo, ese traje te queda perfecto, mi hijo precioso.— En ese instante Henry suelta una carcajada.

—Pensé que ya habías madurado Henry, que apoyabas a tu hijo, ¿cuál es tu problema?

—Ya déjalo mamá.

—No, Edward, no voy a permitir que él siga siendo el mismo imbécil de siempre.

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