—¿Dime quien tiene a la niña? — Pregunta Edward pensativo.—Un tal Russell, ya lo tenemos rodeado, en cuanto cuelgue la llamada entraremos por la niña.—Russell, lo sospechaba. — No le sorprende.—¿Lo conoces Edward?— Pregunta a la expectativa —Claro que si, un maldito infeliz muerto de hambre capaz de robar a su propia hija y pedir rescate. — Le dice enfurecido.—Es su padre.—Exactamente. — Confirma moviendo su cabeza en negación.—Increíble y que quieres que hagamos con él cuánto lo tengamos en nuestro poder. —Haz el trabajo, hablaré con mis hermanos y te llamo en cuanto tenga la respuesta.—Como digas Edward, hasta pronto. — Cuelga el teléfono.—¿Qué pasa hermano? —Ya dieron con el paradero de la niña, y lo más insólito es quien se la llevó. — Responde con la mano en su barbilla.—¿Quién Edward?, ¿algún conocido?—Sí, Russell, el padre de la niña. —Maldito infeliz, porque haría algo así. — Se enoja.—Porque es un pobre muerto de hambre que siempre ha buscado el dinero fácil, y
Gritos de desconsuelo se escuchan en la habitación en la que se encuentra Kristel.Edward corre apresurado a ver qué sucede, el desespero en los gritos de Leonor son tan fuertes que asustan a cualquiera.Y es realmente lamentable lo que acaba de ver, su madre tirada en el piso boca arriba, pálida y tiesa, es como de horror, pobre Leonor, nunca su vida está completa, las tragedias la acompañan siempre.Edward entra a la habitación y la escena las dibuja a ellas, Leonor tirada en el piso a un lado de su madre, moviéndola, intentando que le hable y respire otra vez, pero eso no va a suceder porque ella ya lleva más de cinco horas muerta, el desespero la invaden, el dolor ha penetrado su alma.Mientras dormía, la despertó un dolor en el pecho y ella se levantó, en cuanto lo hizo se desplomó, cayó al piso y su corazón dejo de latir, fue una muerte repentina y sin mucho dolor, ella sufrió poco.Edward se acerca a Leonor e intenta consolar a su amada, pero no hay nada que pueda hacer para qu
—Soy Helena, la hermana de Leonor, ¡¡déjenme pasar idiotas!!. — Se adentra con fuerza.—Señora entienda, nadie puede pasar sin la debida autorización de la señora Leonor. — Él la empuja ligeramente hacia la salida.—¡¡Para tí, señorita!!, ¡¡ningún señora!!, ¡¡me respetas!!, ¡¡no somos iguales!!, tú solo eres un empleadito, ¡¡ahora llámala y dile que estoy aquí!!. — Le levanta la voz.—Un momento señorita. — Le dice con seriedad y enojo.—No comprendo para que tanta seguridad, ni porque fueran de la realeza. — Se burla.—Su hermana dice que pase.—Ok.—Leonor, hermana qué gusto verte, no entiendo por qué tanta agresividad en la seguridad de la Villa, ¿que sucede?. — Le dice acercándose abrazarla y Leonor se retira hacia atrás.—Helena, que descaro, no fuiste capaz de venir al funeral y la cremación de nuestra madre, y ahora llegas como si nada hubiera pasado. — Le habla enojada.—Ah es eso, realmente quería venir, pero se me atravesó un problema y debí solucionarlo, lo siento, sé que m
—Buenas noches, lamento interrumpir su amena conversación, pero tenía que venir a saludarte Edward y a disculparme contigo por los inconvenientes del pasado. — Ella interrumpe de forma nada delicada.Sé que una disculpa no arreglara nada, pero al menos te darás cuenta que soy sincera. — Se sonríe con suavidad.—Responde algo amor, Helena se está disculpando. — A Leonor se le enciende su rostro.Edward se ha quedado en silencio ante la presencia de Helena, no sabe qué decir por qué él no confía en ella, y con razón, pero no quiere que Leonor se sienta mal por su hermana.—De verdad lo lamento Edward, siento todo lo mala que fui con ustedes y tu familia, por eso estoy aquí, la muerte de mi madre me ha hecho reflexionar y sé que Leonor es lo único que me queda. — Le dice apacible.—¿Y tu hija, Helena?, no la olvides, supongo que con todo esté cambio te la vas a llevar contigo no, ¿o me equivoco? — Se muestra tenso.—Helena y yo ya hablamos sobre ese tema, amor ella me ha dado razones par
Ya en la iglesia.—¿Por qué Edward está tardando tanto?, ya debería estar aquí, Leonor no ha podido salir de la mansión porque él no está esperándola en el altar. — Mira la hora angustiada en la pantalla del teléfono.—¿Ya lo llamaste mamá?, a lo mejor está en el tráfico, espera, lo llamaré yo mismo, no comprendo cuál puede ser el contratiempo. — Nicholas se altera.—Por favor, hijo, llámalo, iré a buscar al padre para que espere y nos tenga un poco de paciencia. — Betty entra a la iglesia con prisa.—Sí, madre, no te turbes.Nicholas marca en repetidas ocasiones e intenta contactar con Edward, pero es imposible, el teléfono solo timbra y él no responde.Él empieza a preocuparse y le dice a los muchachos que vayan al hotel y revisen las cámaras de seguridad.Media hora después, Edward llega a iglesia.—Hijo, nos tenías muy asustados a todos, ¿que paso?, ¿por qué estás llegando a esta hora?—Madre lo siento, me retrasé un poco, tuve un inconveniente con una mujer, fue todo muy extraño,
—Debo hacerlo, esto no se puede quedar así.— Ella siente mucho coraje e impotencia.—No, tú no vas a ir a ningún lado esposa mía, deja que Nicholas y los muchachos se encarguen de esas mujeres. — La voz de Edward se escucha acercándose, más vivo que nunca.Tú no eres responsable de las actuaciones de los demás, siempre hemos sabido la clase de persona que es Helena y realmente no me sorprende para nada que haya querido matarme.—Edward tiene razón Leonor, todos sabemos la nobleza de mujer que tú eres, no debes sentirte mal por lo que hizo Helena, ella pagará por sus culpas y tú por fin tendrás paz junto con mi hijo. — Betty le dice sonriendo levemente.—No sé si pueda sentir paz después de saber que mi hermana intentó matar a mi esposo y más que debo cuidar a su hija por el resto de su vida.Me pone realmente triste todo esto, solo quisiera tenerla en frente y decirle todas sus verdades a la cara. — Se frustra.—Bueno, si eso quieres, es posible.—Nicholas. — Betty lo nombra en forma
Dos días después.Edward y Leonor están es las playas de Cancún, en México, un lugar encantador, la brisa el mar son el complemento perfecto para sellar su amor.—Es increíble que estemos aquí, después de todo lo que hemos pasado. — Leonor suspira maravillada.—Así es amor, han sido los meses más caóticos y locos de mi vida, pero no me arrepiento de todo lo que tuve que pasar, sabes por qué. — Se sonríe mostrando sus blancos y relucientes dientes.—¿Por qué mi vida? — Ella se acerca sigilosamente a él.—Porque a pesar de todo eso estoy contigo, eres mi esposa, la señora Fuller, la única mujer digna de ocupar ese lugar, maravillosa, linda, con carisma, amorosa, amable, un encanto de mujer. — Él la detalla con ojos de enamorado.Me quedo corto para decir todo lo que mereces cariño, si no fuera por ti mi vida fuera otra, no sería alegré, tú lograste lo que nadie más y eso es amarme, amarme sin miedos, sin temor a verme todos los días, por mi apariencia que a muchos les resulta horrible.
—¡¡Este no es mi hijo!!, es un bebé horrible, ¡Es imposible!, esto es una aberración que sobrepasa mis límites, ¿acaso me has engañado Betty?, es inverosímil que este adefesio sea sangre de mi sangre.— Repetía el señor Henry Fuller enojado e irritado, su cara pasaba de rosa a roja en un instante, y con razón ese bebé no se parecía en nada a él. —Pero es tuyo Henry, jamás te engañaría, por quien me tomas, toda la vida te he sido leal, jamás he mirado a otro hombre que no seas tú, ni con la esquinita de mi ojo.— Exclama la señora Betty de Fuller, triste y acongojada al escuchar las acusaciones de su esposo, ella solo agacha su cabeza y respira profundo, parece que quisiera explotar de desolación. —¡No!, no lo es.— Refunfuña gritando por toda la habitación, no puede evitar sentirse airado. Si este, no sé ni como llamarlo, si esto fuera mi hijo seria demasiado guapo, pero es el bebé más feo que mis ojos han mirado, es que la palabra feo le queda corta, es monstruoso, no quiero verlo, ¡¡