Después de días en las que casi me podía contener y que me despertaba con ansiedad, todo había mejorado de repente. Yo no sabía hasta que punto Oliver podría controlar a su familia, pero sin duda él sabía más de ellos que yo, y de alguna manera yo confiaba en él.

Oliver tenía razón en muchas cosas, lo principal era que teníamos que actuar en el tema de la adopción lo antes posible, es verdad que había muchos problemas circulando, pero para mí esa era la prioridad número uno, siempre lo había sido.

Oliver se había comportado tan maravilloso, me había motivado con tanto cariño a que compráramos las cosas del bebé que yo me sentía en la luna, de repente mis temores desaparecían, me sentía apoyada y considerada. Ver los cambios en mi casa me hacían soñar, yo casi podía imaginar el sonido de la risa de mi bebé, y yo despertándome cada mañana yendo a esa habitación a verlo.

Pero como siempre parecía que ambos no podíamos estar tranquilos en un mismo lugar, y en menos de lo pensado, yo es