Capítulo 3:

Durante algunos instantes, Alexander se perdió en aquel beso. Sin embargo, era uno vacío y carente de emoción alguna. Simplemente eran labios chocando contra otros de manera irresistible, claro, pero labios, a fin de cuentas.

Aun así, el demoro algunos segundos en apartarla, necesitando reunir la fuerza de todos sus pensamientos para poner en funcionamiento las extremidades de su cuerpo.

—¡¿Cómo te atreves a besarme?!—exclamo Alexander sorprendido. Todo aquel deseo mezclándose con la confusión, la pasión y el enfado.

Junto a este, Simón observaba toda la situación con una sonrisa que mezclaba la diversión y la sorpresa en su rostro de manera armoniosa.

La sonrisa en los labios de Bianca se ensancho de manera considerable, mientras observaba al millonario con una lenta caída de pestañas.

—Atreviéndome y ya—ronroneo ella de manera sarcástica, mientras ingresaba a la mansión del millonario sin invitación alguna—. Me gusta tu cabello, tiene estilo—. Le dijo a Simón pasando a su lado.

El hermano del millonario se volvió hacia Alexander con una sonrisa tirando de sus comisuras al tiempo que decía en silencio. >>Me agrada<<

La expresión en el rostro del millonario, por el contrario, era una muestra de asco total, mientras veía a Bianca deslizarse por la mansión con total tranquilidad, observando absolutamente todo. El sonido de sus tacones resonando contra el cuello eran la única compañía acústica que resonaba en todo el lugar.

Durante algunos instantes Alexander se odio a si mismo por comparar a la mujer de sus sueños con aquella extraña sin modales que acababa de irrumpir en su casa. Bianca no era la mujer de sus sueños, sino la de sus pesadillas.

>—Asique es aquí donde viven los millonarios—dijo finalmente ella chasqueando la lengua dentro de su propia boca, mientras deslizaba sus espectaculares ojos grises hacia el—¿Tienes helicóptero?

Alexander, irritado y fastidiado, apretó los labios volviéndolos una delgada línea blanca, mientras fulminaba a la recién llegada con la mirada. No pensaba responderle, y aunque sonara inmaduro, planeaba aplicar la ley del hielo a esa chica. Pero Simón tenía otras intenciones.

—Si, tiene un helicóptero y un bote… ¡es increíble!—estaba claro que a su hermano le agradaba Bianca, lo cual era extraño, puesto que eran pocas las mujeres que solían agradarle. Pero si te ponías a prestar atención, estaba claro que Bianca le agradaba por la observación de su cabello.

Una maniobra astuta, pensó Alexander, mientras la seguía con la vista atenta.

—¿Podemos ir a dar una vuelta? Siempre soñé con volar—dijo ella con notable entusiasmo en su rostro.

Aquello fue el colmo. Acababa de llegar y ya pretendía ser llevada en helicóptero. Antes de que su hermano pudiera abrir la boca, Alexander decidió intervenir.

—¿Quién te crees que eres? —escupió el, haciendo que tanto Bianca como Simón se detuvieran de manera abrupta—. Primero llegas y me besas sin previo aviso, luego te pavoneas por mi casa como si fuera tuya y ahora… ¿Ahora pretendes que te lleve en helicóptero?

Simón había tragado duro ante la reacción de Alexander, conociendo plenamente que estaba en su punto mas determinante. Todo aquel que lo conocía, sabia que llegado ese momento uno debía temer. Temer en verdad.

Sin embargo, Bianca simplemente ensancho su sonrisa mientras ladeaba la cabeza hacia un costado. Su cabello oscuro deslizándose sobre sus hombros descubiertos.

—¿Acaso eres sordo? Soy Bianca, y vine para ser tu acompañante… merezco cierto respeto ¿No te parece? —expuso ella con calma, mientras avanzaba y tomaba asiento en un mullido sillón.

El enojo se desvaneció dentro de Alexander, mientras observaba a Bianca con los ojos bien abiertos. ¿Quién era aquella hermosa mujer? Sin lugar a dudas tenia una personalidad muy particular, a la vez que su astucia era increíble. Aun así, era solo cuestión de observar sus increíbles ojos grises para notar que dentro de ella existía un abismo oscuro del cual luchaba por escapar.

—¿Quién te informo sobre tus… requerimientos?—pregunto lentamente el millonario, mirando a la bella chica con cierta sorpresa.

—Nadie, en realidad… solo me informaron que el trabajo era ser la acompañante nocturna para dos millonarios extraños, y aquí estoy—respondió ella con calma—. ¿Son pareja?

Simón y Alexander intercambiaron una mirada, antes de estallar en carcajadas de risas que no lograron contener.

—Somos hermanos, y en realidad tu presencia aquí es por otro motivo—explico Alexander mas relajado, tomando asiento en un sillón cercano a ella. Simón siguiéndole los pasos muy de cerca—. Necesito deshacerme de alguien.

Bianca chasqueo nuevamente la lengua mientras negaba ligeramente con la cabeza:

—Lo lamento, cariño, pero creo que te equivocaste de agencia—respondió ella intentando sonar amable.

Simón volvió a estallar en un arrebato de risas que le consiguió un golpe en las costillas por parte de su hermano.

—No me refería a eso—gruño Alexander dando vuelta los ojos—. Mis padres me obligan a casarme, dentro de unos días conoceré a mi futura esposa… pero no la quiero en mi futuro. Quiero que mi futura esposa sea la mujer de mis sueños.

Bianca parpadeo lentamente, aceptando las palabras que el millonario le estaba exponiendo con tanta presura.

—Muy bien, déjame ver si lo entiendo… eres un adulto pero aun así tus padres te obligan a casarte con otra mujer, pero tu no quieres hacerlo porque estas enamorado de ¿Una mujer de mentiras? —dijo ella lentamente—¡Menuda locura! ¿Estas bien de la cabeza?

—¡Eso mismo digo! —exclamó agradecido Simón—. Al fin alguien que entiende lo que digo.

—Cierren la boca los dos, ustedes no me entienden. Yo no puedo amar a nadie porque ya estoy enamorado… prefiero pasar toda mi vida solo si no es con ella. Solo cuando la encuentre en el mundo real pienso casarme—dijo Alexander. Y ante la mirada de ambos, el agrego—. Como sea, ¿Me puedes ayudar?

Bianca pensó las palabras de Alexander, mientras jugueteaba con su uña.

—¿Cuándo es el evento? —pregunto ella.

—En cinco días… ¿Podrías hacerlo o no? —contesto exasperado Alexander, perdiendo la poca paciencia que tenía.

Bianca esbozo una leve sonrisa crispada, mientras observaba de uno en uno a ambos hombres con total tranquilidad.

—¿Me presentaras como tu novia? —volvió a preguntar ella, analizando todas y cada una de las posibilidades.

—Si, te presentare como mi novia. Soy una persona muy reservada, por lo que no seria de extrañar que tenga novia sin que nadie lo sepa—soltó Alexander, pasando una mano por su cabello dorado.

Durante algunos segundos, Bianca guardo silencio, analizando todas y cada una de las palabras que Alexander le había dicho. Lentamente, ella esbozo una leve sonrisa antes de responder:

—Si claro que lo hare, pero tengo dos condiciones—.

Alexander podría haberse desmayado allí mismo de alivio al escuchar aquella respuesta. Sin embargo, se mantuvo firme mientras preguntaba:

—¿Cuáles son tus condiciones?

—Me hare pasar por tu esposa, no por tu novia—explico ella con calma—. Y me mudare contigo durante el tiempo que demore en despistar a todos ¿Estás de acuerdo?

Alexander se quedo boquiabierto, sopesando aquella posibilidad. Sin embargo, respondió antes de pensarlo con claridad.

—Si, acepto esas condiciones.

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