Durante algunos instantes, Alexander se perdió en aquel beso. Sin embargo, era uno vacío y carente de emoción alguna. Simplemente eran labios chocando contra otros de manera irresistible, claro, pero labios, a fin de cuentas.
Aun así, el demoro algunos segundos en apartarla, necesitando reunir la fuerza de todos sus pensamientos para poner en funcionamiento las extremidades de su cuerpo.
—¡¿Cómo te atreves a besarme?!—exclamo Alexander sorprendido. Todo aquel deseo mezclándose con la confusión, la pasión y el enfado.
Junto a este, Simón observaba toda la situación con una sonrisa que mezclaba la diversión y la sorpresa en su rostro de manera armoniosa.
La sonrisa en los labios de Bianca se ensancho de manera considerable, mientras observaba al millonario con una lenta caída de pestañas.
—Atreviéndome y ya—ronroneo ella de manera sarcástica, mientras ingresaba a la mansión del millonario sin invitación alguna—. Me gusta tu cabello, tiene estilo—. Le dijo a Simón pasando a su lado.
El hermano del millonario se volvió hacia Alexander con una sonrisa tirando de sus comisuras al tiempo que decía en silencio. >>Me agrada<<
La expresión en el rostro del millonario, por el contrario, era una muestra de asco total, mientras veía a Bianca deslizarse por la mansión con total tranquilidad, observando absolutamente todo. El sonido de sus tacones resonando contra el cuello eran la única compañía acústica que resonaba en todo el lugar.
Durante algunos instantes Alexander se odio a si mismo por comparar a la mujer de sus sueños con aquella extraña sin modales que acababa de irrumpir en su casa. Bianca no era la mujer de sus sueños, sino la de sus pesadillas.
>—Asique es aquí donde viven los millonarios—dijo finalmente ella chasqueando la lengua dentro de su propia boca, mientras deslizaba sus espectaculares ojos grises hacia el—¿Tienes helicóptero?
Alexander, irritado y fastidiado, apretó los labios volviéndolos una delgada línea blanca, mientras fulminaba a la recién llegada con la mirada. No pensaba responderle, y aunque sonara inmaduro, planeaba aplicar la ley del hielo a esa chica. Pero Simón tenía otras intenciones.
—Si, tiene un helicóptero y un bote… ¡es increíble!—estaba claro que a su hermano le agradaba Bianca, lo cual era extraño, puesto que eran pocas las mujeres que solían agradarle. Pero si te ponías a prestar atención, estaba claro que Bianca le agradaba por la observación de su cabello.
Una maniobra astuta, pensó Alexander, mientras la seguía con la vista atenta.
—¿Podemos ir a dar una vuelta? Siempre soñé con volar—dijo ella con notable entusiasmo en su rostro.
Aquello fue el colmo. Acababa de llegar y ya pretendía ser llevada en helicóptero. Antes de que su hermano pudiera abrir la boca, Alexander decidió intervenir.
—¿Quién te crees que eres? —escupió el, haciendo que tanto Bianca como Simón se detuvieran de manera abrupta—. Primero llegas y me besas sin previo aviso, luego te pavoneas por mi casa como si fuera tuya y ahora… ¿Ahora pretendes que te lleve en helicóptero?
Simón había tragado duro ante la reacción de Alexander, conociendo plenamente que estaba en su punto mas determinante. Todo aquel que lo conocía, sabia que llegado ese momento uno debía temer. Temer en verdad.
Sin embargo, Bianca simplemente ensancho su sonrisa mientras ladeaba la cabeza hacia un costado. Su cabello oscuro deslizándose sobre sus hombros descubiertos.
—¿Acaso eres sordo? Soy Bianca, y vine para ser tu acompañante… merezco cierto respeto ¿No te parece? —expuso ella con calma, mientras avanzaba y tomaba asiento en un mullido sillón.
El enojo se desvaneció dentro de Alexander, mientras observaba a Bianca con los ojos bien abiertos. ¿Quién era aquella hermosa mujer? Sin lugar a dudas tenia una personalidad muy particular, a la vez que su astucia era increíble. Aun así, era solo cuestión de observar sus increíbles ojos grises para notar que dentro de ella existía un abismo oscuro del cual luchaba por escapar.
—¿Quién te informo sobre tus… requerimientos?—pregunto lentamente el millonario, mirando a la bella chica con cierta sorpresa.
—Nadie, en realidad… solo me informaron que el trabajo era ser la acompañante nocturna para dos millonarios extraños, y aquí estoy—respondió ella con calma—. ¿Son pareja?
Simón y Alexander intercambiaron una mirada, antes de estallar en carcajadas de risas que no lograron contener.
—Somos hermanos, y en realidad tu presencia aquí es por otro motivo—explico Alexander mas relajado, tomando asiento en un sillón cercano a ella. Simón siguiéndole los pasos muy de cerca—. Necesito deshacerme de alguien.
Bianca chasqueo nuevamente la lengua mientras negaba ligeramente con la cabeza:
—Lo lamento, cariño, pero creo que te equivocaste de agencia—respondió ella intentando sonar amable.
Simón volvió a estallar en un arrebato de risas que le consiguió un golpe en las costillas por parte de su hermano.
—No me refería a eso—gruño Alexander dando vuelta los ojos—. Mis padres me obligan a casarme, dentro de unos días conoceré a mi futura esposa… pero no la quiero en mi futuro. Quiero que mi futura esposa sea la mujer de mis sueños.
Bianca parpadeo lentamente, aceptando las palabras que el millonario le estaba exponiendo con tanta presura.
—Muy bien, déjame ver si lo entiendo… eres un adulto pero aun así tus padres te obligan a casarte con otra mujer, pero tu no quieres hacerlo porque estas enamorado de ¿Una mujer de mentiras? —dijo ella lentamente—¡Menuda locura! ¿Estas bien de la cabeza?
—¡Eso mismo digo! —exclamó agradecido Simón—. Al fin alguien que entiende lo que digo.
—Cierren la boca los dos, ustedes no me entienden. Yo no puedo amar a nadie porque ya estoy enamorado… prefiero pasar toda mi vida solo si no es con ella. Solo cuando la encuentre en el mundo real pienso casarme—dijo Alexander. Y ante la mirada de ambos, el agrego—. Como sea, ¿Me puedes ayudar?
Bianca pensó las palabras de Alexander, mientras jugueteaba con su uña.
—¿Cuándo es el evento? —pregunto ella.
—En cinco días… ¿Podrías hacerlo o no? —contesto exasperado Alexander, perdiendo la poca paciencia que tenía.
Bianca esbozo una leve sonrisa crispada, mientras observaba de uno en uno a ambos hombres con total tranquilidad.
—¿Me presentaras como tu novia? —volvió a preguntar ella, analizando todas y cada una de las posibilidades.
—Si, te presentare como mi novia. Soy una persona muy reservada, por lo que no seria de extrañar que tenga novia sin que nadie lo sepa—soltó Alexander, pasando una mano por su cabello dorado.
Durante algunos segundos, Bianca guardo silencio, analizando todas y cada una de las palabras que Alexander le había dicho. Lentamente, ella esbozo una leve sonrisa antes de responder:
—Si claro que lo hare, pero tengo dos condiciones—.
Alexander podría haberse desmayado allí mismo de alivio al escuchar aquella respuesta. Sin embargo, se mantuvo firme mientras preguntaba:
—¿Cuáles son tus condiciones?
—Me hare pasar por tu esposa, no por tu novia—explico ella con calma—. Y me mudare contigo durante el tiempo que demore en despistar a todos ¿Estás de acuerdo?
Alexander se quedo boquiabierto, sopesando aquella posibilidad. Sin embargo, respondió antes de pensarlo con claridad.
—Si, acepto esas condiciones.
Bianca: Ella no se atrevió a admitir la verdad, pero cuando escucha la propuesta de Alexander no pudo evitar sentir una increíble sensación de alivio recorrer su cuerpo. Aquella era su oportunidad, la oportunidad que había estado esperando toda su vida, y no pensaba echarlo a perder. Bianca encontraría la forma de librarse de su pasado, de los malditos matones que asediaban su vida día y noche sin descanso alguno. Alexander era la respuesta a sus suplicas al cielo, él la salvaría sin saber que lo estaba haciendo. Cuando él dijo: —Si, acepto esas condiciones—. El alma de Bianca volvió a entrar en su cuerpo, mientras luchaba por ocultar una sonrisa creciente. Se iba a mudar allí, por dos o tres semanas… con suerte un mes, ella estaría allí, lejos de los malditos mafiosos que vendían su cuerpo como si no fuera mas que un trozo de carne. Desde que era una adolescente, ella había tenido que trabajar entregando su cuerpo a tipos abusivos, peligrosos y extremadamente violentos. Toda su
—¿Estás seguro? —pregunto Bianca ingresando lentamente a la casa de Alexander. Su mirada seguía igual de brillante que antes.Alexander se volvió hacia ella con una leve sonrisa.—¿Acaso no confías en mi palabra?—pregunto el observándola directamente—. Arrobin me dejo “alquilar” tus servicios por dos meses.Era verdad. Alexander había hablado y debatido con el mafioso durante una hora, hasta llegar a un acuerdo. Él le permitió alquilar a Bianca solo por dos meses, sin importar la suma de dinero que Alexander ofreciera a cambio, Arrobin se había mantenido firme en sus palabras.Dos meses, ese era todo el tiempo que tenían.Cuando el millonario salió de lo que parecía ser la oficina de Arrobin comprendió una cosa. Ese hombre era pura maldad.—Si, claro que confío en tu palabra—mintió Bianca—… es solo que hace mucho tiempo no me ocurre algo bueno.Al oír aquellas palabras, Alexander sintió como si alguien apretara su corazón con fuerza. Tanto así que no le permitía respirar.El había est
—¿En verdad tenemos que hacerlo? —pregunto Alexander sentado en el borde de la cama. Un par de centímetros más y el caería al suelo sobre su trasero.Al otro lado de la cama, con los pies cruzados se encontraba Bianca, observándolo como si estuviera ante la presencia de un alíen. Alexander era un hombre extraño y totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada.El millonario estaba a punto de caer al suelo porque se sentía intimidado por ella. Aquello hacia que Bianca se sintiera mas cómoda; a fin de cuentas, los hombres solían aprovecharse de ella una vez que pagaban por sus servicios.Bianca jamás había conocido a un hombre bueno y decente, con honor y nobles intenciones. Si le hubieran dicho semanas atrás que esa clase de hombres existían se hubiera echado a reír… hasta ahora.Hasta que conoció a Alexander.—¿Por qué no quieres hacerlo? —pregunto ella. No estaba decepcionada, muy por el contrario, ella estaba sorprendida.El millonario mordisqueo su labio inferior, mientras engan
No fue necesario intercambiar palabras. Antes de poder decir cualquier cosa, Bianca había saltado de la cama, corriendo hacia el baño para asearse.Alexander gruño y maldijo, mientras salía de la cama y comenzaba a buscar entre sus cosas. Simón preparo el desayuno para los tres; para el momento en que el millonario salió del cuarto de ducha, su hermano ya lo esperaba con la comida lista en la mesa.—¿Qué les dijiste? —escupió el millonario tomando finalmente asiento.—Que te avisaría de inmediato, logre retrasar todo una hora advirtiendo que tenías planes—respondió Simón, mientras comenzaba a desayunar.Alexander respiro aliviado, al menos había conseguido algo.—Bien, perfecto—su tono era medio muerto y casi vacío, mientras su mente se encontraba acosada por millones de pensamientos.Simón noto aquello e intento aliviar la carga de su hermano.—¿Iras con Bianca? —pregunto, buscando la manera de distraerlo.Alexander parpadeo en su dirección, saliendo de su bruma de pensamientos.—Cla
—Te ves increíble, Bianca—dijo Simón con una sonrisa tirando de sus labios, mientras le lanzaba una mirada lasciva. Bianca le devolvió la sonrisa, mientras sostenía su mirada. El chico de cabello tintado ero honesto, algo que Bianca rara vez lograba encontrar en una persona. Del mundo del cual provenía, la honestidad no solo podía ser considerado un signo de debilidad, también, era lo que podía llevarte a la ruina si la empleabas con la persona equivocada. Pero Simón era honesto, amable y aparentemente gracioso. —Gracias, Simón… tú también te ves bien—respondió ella. A su lado, Alexander se removió un poco inquieto, mientras seguían avanzando por las calles de la ciudad. El millonario iba al volante, Bianca en el asiento de acompañante, mientras que Simón se asomaba entre el asiento de ambos, mirando hacia el frente. —Es verdad, te ves muy hermosa, Bianca—logro susurrar con un hilo de voz Alexander, mientras luchaba con todas sus fuerzas para evitar que su rostro se tornara rojo
Alexander: Su mente abandono su cuerpo por completo, mientras sentía todo su cuerpo mas liviano, como si flotara por encima del agua. El observo a Franchesca llegar hasta ellos con una sonrisa preciosa y no pudo hacer otra cosa que no fuera admirarla. Era perfecta. Su sonrisa, la modestia con la que parecía observar todo, su forma de caminar, incluso su rostro parecía ser perfecto. Semejante a los ángeles. —Lamento mucho la demora, me retrase con algunos asuntos familiares—dijo ella con un tono de voz tan dulce que enmudecio al millonario. —Hola, Franchesca, es un gusto tenerte aquí—saludo con amabilidad la vibora que se encontraba frente a Bianca—. Te presento a mi hijo, Alexander. Alexander se puso de pie, hipnotizado, para saludar a Franchesca mientras que Bianca observo toda la situación con un nudo atravesado en su garganta. Ciertamente no tenia margen para competir con una mujer como la que estaba ante ella. Franchesca no solo era atractiva, sino que también se notaba su re
Bianca observo a Alexander con especial detenimiento, mientras se obligaba a si misma a esbozar una sonrisa feliz. La verdad era que los nervios la estaban devorando por dentro. Nuevos sentimientos totalmente desconocidos para ella la estaban abrumando, mientras se preguntaba una y otra vez ¿Qué demonios ocurriría con ella si Alexander se enamoraba de Franchesca antes de tiempo?—¿Estas bien, Bianca? —pregunto el millonario ladeando ligeramente la cabeza, mientras sostenía su mirada.Ella parpadeo. Al parecer Alexander había estado hablándole durante algunos minutos, en los cuales ella simplemente se había perdido en los pensamientos.—Estoy bien, Alec, solo un poco cansada—respondió ella, mintiendo, mientras intentaba que sus ojos brillaran.Alexander dejo las prendas a un lado de la cama, para aproximarse a ella con pasos firmes. Cuando llego junto a Bianca, el se arrodilló, quedando a la misma altura que ella sentada en aquel sofá individual.La mirada verde del millonario se clavo
Cuando Bianca volvió a abrir los ojos al día siguiente, ella se encontraba durmiendo en la enorme cama de Alexander. El millonario descansaba a su lado enfundado en un elegante pijama. Bianca frunció el ceño, mientras sentía como todo su cuerpo transpiraba de manera exagerada, mientras que Alexander permanecía inmaculado. Sin demasiadas vueltas, ella se incorporó, saliendo de la cama y se deslizo en total silencio al interior de la ducha. No fue necesario pensarlo demasiado; aprovechando que el día recién comenzaba ella se preparo la bañera y se deslizo en su interior. Necesitaba un buen baño relajante que le reiniciara la existencia. o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o Alexander: El millonar