Max:La rabia y el odio se armonizaban de forma perfecta en su interior, generando un matiz hermosamente aterrador. Digno de una pesadilla nefasta que nadie desea tener jamás.Sus planes se habían torcido, todos sus deseos ahora se veían ofuscados por aquella persona extraña cuya existencia el demonio negaba rotundamente. Necesitaba el dinero de inmediato, cuanto antes le fuera posible adquirirlo.El deseaba a Bianca, deseaba a la bella prostituta para el mismo, para que fuera solo suya y de nadie mas. Por desgracia, y aunque ahora aquella mujer se encontraba en su total poder, el sabia con firmeza que solo permanecería a su tutela, bajo su cautividad, hasta que el rey de reyes decidiera lo contrario.Y por lo que habia dicho Arrobin unas horas atrás, esa decisión estaba a punto de torcerse.Habia sido un tonto, por confiar en el maldito rey del submundo, sin lugar a dudas ese habia sido su mas grande y deplorable error, pero no tenia muchas opciones a su alcance. Bianca era suya,
Bianca:Pocas emociones lograban despertar en el corazón de la bella prostituta lo que las palabras de Daniel acababan de generar.El odio, la rabia, el asco y la desesperación. Todo eso se conmutaba como uno, probocandola demasiado.Alexander estaba muerto, ella no volvería a ver su rostro hermoso nunca mas, pero aun asi, el seguía estando presente en su vida de manera incorpórea. Respirando a su alrededor como una sombra invisible que la llenaba de luz y amor. Asi como también de una fortaleza inquebrantable.Bianca lo habia perdido todo. El amor, la amistad y la calidad de poder pertenecer a una familia, pero no lo habia perdido, no del todo al menos. No la escencia misma de aquella compañía.—No te atrevas a decir una sola palabra mas—dijo Bianca con los dientes apretados—. Pudiste ser mi amigo una vez, pero ahora no eres nada para mi, asique no te comportes como si lo fueras todo cuando no es asi en realidad.—Yo no sere para ti nada, pero tu eres para mi mucho, Bianca—se apresu
Franchesca:El cuerpo de la bella prostituta era débil por la falta de comida que se volvía uno en sus huesos y estomago. Sus pasos eran flojos y algo temblorosos, enviando una sacudida de dolor agonizante con cada avance que daba hacia la libertad.Pero su mirada era la que marcaba la gran diferencia. Aquella mirada gris impenetrable estaba clavada en el frente del camino, atando con ella una fuerza de voluntad inmensa e increíble. Inquebrantable se podría llegar a decir de ella.Fueron las palabras de Daniel lo que la habían llevado a pensar en el millonario, y en la pelea que el habia dado antes de entregarse a la muerte. En la clase de hombre feroz y hermoso que era y lo que ella realmente quería para su vida.Alexander no estaba vivo, para su desgracia inmensa, pero su estaba presente su espíritu. Manifestandose a través de su propia fuerza de voluntad.—Bianca… necesito detenerme—suspiro Daniel con la voz rota y rasposa ante la falta de hidratación que lo abrumaba.Amb
Daniel:El hombre corria, o al menos eso era lo que intentaba hacer con todas sus fuerzas. El sentía como cada musculo de su cuerpo gruñía y se quejaba ante el mas mínimo movimiento y esfuerzo. La desesperación lo abrumaba, mientras sentía como su corazón latia a tanta velocidad que parecía a punto de escapar de su pecho.No se escucho ruido de disparo ni nada semejante mientras el buscaba la manera de seguir avanzando, corriendo a toda velocidad, desesperado.En silencio suplicaba para que el demonio se entretuviera con Bianca, que perdiera la nocion del tiempo con ella y le diera la oportunidad de escapar, de huir de allí y salir con vida. Se odio por aquel pensamiento, se maldijo a si mismo por ello, pero de igual manera siguió corriendo.Luego lidearia con toda la mierda emocional que lo acabaría por completo.—¡Corre, perra!—se escucho gritar divertido a Max a sus espaldas, mientras una risa intensa se escapaba de sus labios—¡Veamos si eres mas rápido que las balas!Al oir aquel
Alexander:El demonio estaba tan absorto en si mismo, en su idea de triunfo adelantado, que ignoro por completo la parte faltante de aquella idea.Su mayor error habia sido desestimar a Franchesca. Asumir que la rubia preciosa era demasiado simple y básica, que ningún buen plan podría surgir de ella. De su mente e intelecto.Grave error que pronto pagaría con creces.Alexander habia arreglado todo con la rubia preciosa. Ni bien Franchesca le conto tota la situación, y el interés desesperado de Max por obtener todo el dinero, el se apresuro a concretar las partes dispersas de aquel metodico plan.No podia salir mal, habia demasiado en juego para ello.—Franchesca, has que firme el primer documento—pidió el millonario por el intercomunicador.En la distancia, el pudo ver como la rubia preciosa obvedecia, siguiendo a raja tabla lo pautado en el plan. Mientras tanto, sus dulces palabras colmadas de estupidez bien ingeniada y ensallada, la iban conduciendo al punto que mas deseaba.Ella es
Un año y ocho meses mas tarde: Bianca. La bella esposa mirada la televisión, con una sensación de triunfo apoderándose de su cuerpo. No podia creer que estuviera pasando, que en realidad estuviera ocurriendo. —¿Amor?—pregunto Alexander, al otro lado de la habitacion, observando el rostro de su esposa colmado de emoción—¿Qué ocurre? Sin embargo, cuando llego junto a ella y la rodeo en un abrazo, el entendio todo. Las noticias decían que finalmente habían capturado con vida a Arrobin mejor conocido como el rey del submundo. Ahora se lo procesaría por incontables crímenes. No saldría pronto, no con el historial y el trabajo desmedido que los agentes de seguridad habían impuesto allí. —Se termino, finalmente se termino—dijo ella liberando un suspiro, mientras saboreaba aquel momento de triunfo. —¿Quieres quedarte a ver la nota? Entenderan si decides no ir—propuso el millonario con una sonrisa en su dirección. —No, ni en mis sueños me pierdo el primer cumpleaños de mis ahijados—res
El millonario, Alexander Thompson, sintió como su mundo se venia a bajo. El mensaje de sus padres era demasiado claro y simple como para ser ignorado o mal interpretado.Cinco días, el solo tenía cinco días antes de que su futura esposa le fuera presentada.—¿Estas bien, Alec? —pregunto su hermano Simón al otro lado del despacho, notando el cambio en su rostro.Sin poder articular una sola palabra, el millonario simplemente extendió el celular en su dirección, permitiendo que Simón leyera el mensaje.>—¡Mierda!... van a arreglar tu matrimonio—escupió en un arrebato su hermano menor, mientras bajaba los pies del sillón, adoptando una postura preocupada.—. Lo lamento mucho, hermano.Un matrimonio arreglado, el iba a tener un matrimonio arreglado. Alexander tuvo que repetirse a si mismo aquellas palabras varias veces hasta lograr entenderlas. Odiaba esa idea.Desde que había nacido, convirtiéndose en el heredero de la fortuna de sus padres, había tenido en claro que en algún momento el d
Alexander tomo un trago de burbon mientras se desajustaba el nudo de su corbata. Estaba de mal humor, con la mujer que acababa de echar ya eran cinco mujeres que había despachado.—¿Y si creamos a la mujer con parte de cadáveres como hizo Frankenstein? Creo que tendremos mas suerte de que sea “perfecta” para ti, hermano—se burlo Simón con los pies colgando a un lado del sillón, la cual parecía ser su posición perfecta para reposar.El día laboral había finalizado, y Alexander había aceptado que un numero de mujeres fueran a su casa para poder escoger entre ellas. Le había pedido ayuda a Simon, con la esperanza de que dos cabezas fueran capaces de pensar mejor que una… pero todas las esperanzas que Alexander había depositado en aquel descabellado plan comenzaban a derrumbarse conforme las mujeres iban ingresando.Ninguna era tan hermosa como su mujer soñada… ninguna lograba compararse con aquella fantasía.—No es gracioso, Simón. Estoy en un problema serio—grazno con el ceño fruncido A