El millonario, Alexander Thompson, sintió como su mundo se venia a bajo. El mensaje de sus padres era demasiado claro y simple como para ser ignorado o mal interpretado.Cinco días, el solo tenía cinco días antes de que su futura esposa le fuera presentada.—¿Estas bien, Alec? —pregunto su hermano Simón al otro lado del despacho, notando el cambio en su rostro.Sin poder articular una sola palabra, el millonario simplemente extendió el celular en su dirección, permitiendo que Simón leyera el mensaje.>—¡Mierda!... van a arreglar tu matrimonio—escupió en un arrebato su hermano menor, mientras bajaba los pies del sillón, adoptando una postura preocupada.—. Lo lamento mucho, hermano.Un matrimonio arreglado, el iba a tener un matrimonio arreglado. Alexander tuvo que repetirse a si mismo aquellas palabras varias veces hasta lograr entenderlas. Odiaba esa idea.Desde que había nacido, convirtiéndose en el heredero de la fortuna de sus padres, había tenido en claro que en algún momento el d
Alexander tomo un trago de burbon mientras se desajustaba el nudo de su corbata. Estaba de mal humor, con la mujer que acababa de echar ya eran cinco mujeres que había despachado.—¿Y si creamos a la mujer con parte de cadáveres como hizo Frankenstein? Creo que tendremos mas suerte de que sea “perfecta” para ti, hermano—se burlo Simón con los pies colgando a un lado del sillón, la cual parecía ser su posición perfecta para reposar.El día laboral había finalizado, y Alexander había aceptado que un numero de mujeres fueran a su casa para poder escoger entre ellas. Le había pedido ayuda a Simon, con la esperanza de que dos cabezas fueran capaces de pensar mejor que una… pero todas las esperanzas que Alexander había depositado en aquel descabellado plan comenzaban a derrumbarse conforme las mujeres iban ingresando.Ninguna era tan hermosa como su mujer soñada… ninguna lograba compararse con aquella fantasía.—No es gracioso, Simón. Estoy en un problema serio—grazno con el ceño fruncido A
Durante algunos instantes, Alexander se perdió en aquel beso. Sin embargo, era uno vacío y carente de emoción alguna. Simplemente eran labios chocando contra otros de manera irresistible, claro, pero labios, a fin de cuentas.Aun así, el demoro algunos segundos en apartarla, necesitando reunir la fuerza de todos sus pensamientos para poner en funcionamiento las extremidades de su cuerpo.—¡¿Cómo te atreves a besarme?!—exclamo Alexander sorprendido. Todo aquel deseo mezclándose con la confusión, la pasión y el enfado.Junto a este, Simón observaba toda la situación con una sonrisa que mezclaba la diversión y la sorpresa en su rostro de manera armoniosa.La sonrisa en los labios de Bianca se ensancho de manera considerable, mientras observaba al millonario con una lenta caída de pestañas.—Atreviéndome y ya—ronroneo ella de manera sarcástica, mientras ingresaba a la mansión del millonario sin invitación alguna—. Me gusta tu cabello, tiene estilo—. Le dijo a Simón pasando a su lado.El h
Bianca: Ella no se atrevió a admitir la verdad, pero cuando escucha la propuesta de Alexander no pudo evitar sentir una increíble sensación de alivio recorrer su cuerpo. Aquella era su oportunidad, la oportunidad que había estado esperando toda su vida, y no pensaba echarlo a perder. Bianca encontraría la forma de librarse de su pasado, de los malditos matones que asediaban su vida día y noche sin descanso alguno. Alexander era la respuesta a sus suplicas al cielo, él la salvaría sin saber que lo estaba haciendo. Cuando él dijo: —Si, acepto esas condiciones—. El alma de Bianca volvió a entrar en su cuerpo, mientras luchaba por ocultar una sonrisa creciente. Se iba a mudar allí, por dos o tres semanas… con suerte un mes, ella estaría allí, lejos de los malditos mafiosos que vendían su cuerpo como si no fuera mas que un trozo de carne. Desde que era una adolescente, ella había tenido que trabajar entregando su cuerpo a tipos abusivos, peligrosos y extremadamente violentos. Toda su
—¿Estás seguro? —pregunto Bianca ingresando lentamente a la casa de Alexander. Su mirada seguía igual de brillante que antes.Alexander se volvió hacia ella con una leve sonrisa.—¿Acaso no confías en mi palabra?—pregunto el observándola directamente—. Arrobin me dejo “alquilar” tus servicios por dos meses.Era verdad. Alexander había hablado y debatido con el mafioso durante una hora, hasta llegar a un acuerdo. Él le permitió alquilar a Bianca solo por dos meses, sin importar la suma de dinero que Alexander ofreciera a cambio, Arrobin se había mantenido firme en sus palabras.Dos meses, ese era todo el tiempo que tenían.Cuando el millonario salió de lo que parecía ser la oficina de Arrobin comprendió una cosa. Ese hombre era pura maldad.—Si, claro que confío en tu palabra—mintió Bianca—… es solo que hace mucho tiempo no me ocurre algo bueno.Al oír aquellas palabras, Alexander sintió como si alguien apretara su corazón con fuerza. Tanto así que no le permitía respirar.El había est
—¿En verdad tenemos que hacerlo? —pregunto Alexander sentado en el borde de la cama. Un par de centímetros más y el caería al suelo sobre su trasero.Al otro lado de la cama, con los pies cruzados se encontraba Bianca, observándolo como si estuviera ante la presencia de un alíen. Alexander era un hombre extraño y totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada.El millonario estaba a punto de caer al suelo porque se sentía intimidado por ella. Aquello hacia que Bianca se sintiera mas cómoda; a fin de cuentas, los hombres solían aprovecharse de ella una vez que pagaban por sus servicios.Bianca jamás había conocido a un hombre bueno y decente, con honor y nobles intenciones. Si le hubieran dicho semanas atrás que esa clase de hombres existían se hubiera echado a reír… hasta ahora.Hasta que conoció a Alexander.—¿Por qué no quieres hacerlo? —pregunto ella. No estaba decepcionada, muy por el contrario, ella estaba sorprendida.El millonario mordisqueo su labio inferior, mientras engan
No fue necesario intercambiar palabras. Antes de poder decir cualquier cosa, Bianca había saltado de la cama, corriendo hacia el baño para asearse.Alexander gruño y maldijo, mientras salía de la cama y comenzaba a buscar entre sus cosas. Simón preparo el desayuno para los tres; para el momento en que el millonario salió del cuarto de ducha, su hermano ya lo esperaba con la comida lista en la mesa.—¿Qué les dijiste? —escupió el millonario tomando finalmente asiento.—Que te avisaría de inmediato, logre retrasar todo una hora advirtiendo que tenías planes—respondió Simón, mientras comenzaba a desayunar.Alexander respiro aliviado, al menos había conseguido algo.—Bien, perfecto—su tono era medio muerto y casi vacío, mientras su mente se encontraba acosada por millones de pensamientos.Simón noto aquello e intento aliviar la carga de su hermano.—¿Iras con Bianca? —pregunto, buscando la manera de distraerlo.Alexander parpadeo en su dirección, saliendo de su bruma de pensamientos.—Cla
—Te ves increíble, Bianca—dijo Simón con una sonrisa tirando de sus labios, mientras le lanzaba una mirada lasciva. Bianca le devolvió la sonrisa, mientras sostenía su mirada. El chico de cabello tintado ero honesto, algo que Bianca rara vez lograba encontrar en una persona. Del mundo del cual provenía, la honestidad no solo podía ser considerado un signo de debilidad, también, era lo que podía llevarte a la ruina si la empleabas con la persona equivocada. Pero Simón era honesto, amable y aparentemente gracioso. —Gracias, Simón… tú también te ves bien—respondió ella. A su lado, Alexander se removió un poco inquieto, mientras seguían avanzando por las calles de la ciudad. El millonario iba al volante, Bianca en el asiento de acompañante, mientras que Simón se asomaba entre el asiento de ambos, mirando hacia el frente. —Es verdad, te ves muy hermosa, Bianca—logro susurrar con un hilo de voz Alexander, mientras luchaba con todas sus fuerzas para evitar que su rostro se tornara rojo