—¿Estás seguro? —pregunto Bianca ingresando lentamente a la casa de Alexander. Su mirada seguía igual de brillante que antes.
Alexander se volvió hacia ella con una leve sonrisa.
—¿Acaso no confías en mi palabra?—pregunto el observándola directamente—. Arrobin me dejo “alquilar” tus servicios por dos meses.
Era verdad. Alexander había hablado y debatido con el mafioso durante una hora, hasta llegar a un acuerdo. Él le permitió alquilar a Bianca solo por dos meses, sin importar la suma de dinero que Alexander ofreciera a cambio, Arrobin se había mantenido firme en sus palabras.
Dos meses, ese era todo el tiempo que tenían.
Cuando el millonario salió de lo que parecía ser la oficina de Arrobin comprendió una cosa. Ese hombre era pura maldad.
—Si, claro que confío en tu palabra—mintió Bianca—… es solo que hace mucho tiempo no me ocurre algo bueno.
Al oír aquellas palabras, Alexander sintió como si alguien apretara su corazón con fuerza. Tanto así que no le permitía respirar.
El había estado en ese maldito lugar por apenas un par de horas, no se imaginaba lo que habría sido pasar gran parte de su vida allí… sufriendo abusos por parte de todos.
Y, aun así, lejos de volverse cruel o malvada, Bianca parecía ser luz pura en medio de la oscuridad.
Su luz, se dio cuenta Alexander. Bianca era la luz que iluminaria su futuro, un futuro con amor cuando este finalmente encontrara a la mujer de sus sueños.
—Bueno, iba siendo hora de que te tocara la suerte—respondió el con calma—¿Qué quieres cenar?
El millonario se preparo para escuchar un pedido descomunal. Quizás alguna clase de comida elegante, sofisticada y cara. Sin embargo, la respuesta de Bianca fue muy simple:
—Una pizza.
—¿Una pizza? ¿En verdad no te gustaría comer otra cosa?
—Hace muchos años que no pruebo una pizza, en la agencia no nos permiten comer eso—explico ella alzando los hombros con desdén.
Alexander la escucho con atención y sintió como nuevamente su corazón volvía a romperse. El simplemente asintió, mientras se dirigía hacia la cocina. En aquella ocasión, el preparo la cena para ambos.
El millonario disfrutaba de cocinar, era un pasatiempo que solía llenar su alma de vida. Alexander era capaz de preparar los platillos mas sofisticados y exquisitos que podían llegar a existir, sin embargo, sintió nervios al preparar una simple pizza. En especial cuando sentía la atención de Bianca clavada en él.
Cuando finalmente llevo la comida a la mesa, Bianca le obsequio una sonrisa que Alexander guardo en su corazón.
—No tenias que molestarte cocinando… podría haberlo hecho yo—dijo ella tomado una rebanada.
—Me gusta cocinar, y ciertamente es un placer hacerlo para alguien mas que no sea solo Simón—respondió Alexander restándole interés, mientras llenaba dos copas de vino tinto.
—Pareces tener una vida muy solitaria, Alexander, en especial para ser un millonario tan amable y guapo—reconoció Bianca sin titubeos. Y ante las mejillas rojas de el agrego—. En verdad, eres muy atractivo. Uno podría pensar que tendrías media docena de chicas queriendo ocupar mi lugar ¿Por qué me da la sensación de que era tu única opción?
Alexander la observo durante algunos segundos, debatiéndose si era prudente expresarle todo lo que atormentaba su alma en pena, o era mejor guardar silencio. Al cabo de algunos instantes, el comprendido que lo mejor seria decirle la verdad, después de todo, estarían juntos conviviendo por dos meses.
—Porque lo eres, Bianca, eres mi única opción—respondió el con cierta tristeza—. Desde que comencé a soñar con esa mujer, no pude tener ojos para otra chica. Es absurdo y tonto, pero es la verdad.
Bianca se limito a escuchar con atención cada una de sus palabras.
>—Soy un primogénito, por lo tanto, soy el heredero de mi familia, lo cual me puso en una situación complicada en lo que respecta al amor. Se espera de mi que me case con una mujer de la alta sociedad, con dinero e influencias que le convengan a mi familia—el trago duro con cierto nerviosismo—, pero yo no quiero eso para mi vida. Quiero amor… deseo amar y ser amado. Creo que todos merecemos al menos eso, aunque eso me convierta en un idiota.
—No creo que seas un idiota, Alexander. Creo que tienes las intenciones mas dulces y nobles que un hombre podría llegar a tener—respondió ella, comiendo el ultimo bocado de la pizza.
—¿Cuál es tu historia, Bianca? —pregunto al cabo de algunos segundos el millonario.
Ella sopeso las palabras que le podría llegar a dar en respuesta, hasta que simplemente dijo:
—Mi historia encaja mejor para ser contada en halloween… solo digamos que, por una suerte de la vida, ahora estoy cenando pizza casera en la casa de un millonario muy sexy—ronroneo ella obsequiándole un guiño de ojo.
Alexander rio ampliamente, mientras acababa su vino. Durante algunos segundos el silencio se impuso sobre ellos, pero este no fue incomodo, por el contrario, ambos sintieron una paz que no habían sido capaces de experimentar en mucho tiempo.
—¿Y ahora que toca hacer?—dijo lentamente el millonario, observándola directamente a los ojos. Maravillado por el color gris de estos.
—Y ahora, Alexander, tu y yo nos iremos a la cama… juntos—fue la respuesta de Bianca.
Una respuesta que logro acelerar los latidos del corazón del millonario.
—¿En verdad tenemos que hacerlo? —pregunto Alexander sentado en el borde de la cama. Un par de centímetros más y el caería al suelo sobre su trasero.Al otro lado de la cama, con los pies cruzados se encontraba Bianca, observándolo como si estuviera ante la presencia de un alíen. Alexander era un hombre extraño y totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada.El millonario estaba a punto de caer al suelo porque se sentía intimidado por ella. Aquello hacia que Bianca se sintiera mas cómoda; a fin de cuentas, los hombres solían aprovecharse de ella una vez que pagaban por sus servicios.Bianca jamás había conocido a un hombre bueno y decente, con honor y nobles intenciones. Si le hubieran dicho semanas atrás que esa clase de hombres existían se hubiera echado a reír… hasta ahora.Hasta que conoció a Alexander.—¿Por qué no quieres hacerlo? —pregunto ella. No estaba decepcionada, muy por el contrario, ella estaba sorprendida.El millonario mordisqueo su labio inferior, mientras engan
No fue necesario intercambiar palabras. Antes de poder decir cualquier cosa, Bianca había saltado de la cama, corriendo hacia el baño para asearse.Alexander gruño y maldijo, mientras salía de la cama y comenzaba a buscar entre sus cosas. Simón preparo el desayuno para los tres; para el momento en que el millonario salió del cuarto de ducha, su hermano ya lo esperaba con la comida lista en la mesa.—¿Qué les dijiste? —escupió el millonario tomando finalmente asiento.—Que te avisaría de inmediato, logre retrasar todo una hora advirtiendo que tenías planes—respondió Simón, mientras comenzaba a desayunar.Alexander respiro aliviado, al menos había conseguido algo.—Bien, perfecto—su tono era medio muerto y casi vacío, mientras su mente se encontraba acosada por millones de pensamientos.Simón noto aquello e intento aliviar la carga de su hermano.—¿Iras con Bianca? —pregunto, buscando la manera de distraerlo.Alexander parpadeo en su dirección, saliendo de su bruma de pensamientos.—Cla
—Te ves increíble, Bianca—dijo Simón con una sonrisa tirando de sus labios, mientras le lanzaba una mirada lasciva. Bianca le devolvió la sonrisa, mientras sostenía su mirada. El chico de cabello tintado ero honesto, algo que Bianca rara vez lograba encontrar en una persona. Del mundo del cual provenía, la honestidad no solo podía ser considerado un signo de debilidad, también, era lo que podía llevarte a la ruina si la empleabas con la persona equivocada. Pero Simón era honesto, amable y aparentemente gracioso. —Gracias, Simón… tú también te ves bien—respondió ella. A su lado, Alexander se removió un poco inquieto, mientras seguían avanzando por las calles de la ciudad. El millonario iba al volante, Bianca en el asiento de acompañante, mientras que Simón se asomaba entre el asiento de ambos, mirando hacia el frente. —Es verdad, te ves muy hermosa, Bianca—logro susurrar con un hilo de voz Alexander, mientras luchaba con todas sus fuerzas para evitar que su rostro se tornara rojo
Alexander: Su mente abandono su cuerpo por completo, mientras sentía todo su cuerpo mas liviano, como si flotara por encima del agua. El observo a Franchesca llegar hasta ellos con una sonrisa preciosa y no pudo hacer otra cosa que no fuera admirarla. Era perfecta. Su sonrisa, la modestia con la que parecía observar todo, su forma de caminar, incluso su rostro parecía ser perfecto. Semejante a los ángeles. —Lamento mucho la demora, me retrase con algunos asuntos familiares—dijo ella con un tono de voz tan dulce que enmudecio al millonario. —Hola, Franchesca, es un gusto tenerte aquí—saludo con amabilidad la vibora que se encontraba frente a Bianca—. Te presento a mi hijo, Alexander. Alexander se puso de pie, hipnotizado, para saludar a Franchesca mientras que Bianca observo toda la situación con un nudo atravesado en su garganta. Ciertamente no tenia margen para competir con una mujer como la que estaba ante ella. Franchesca no solo era atractiva, sino que también se notaba su re
Bianca observo a Alexander con especial detenimiento, mientras se obligaba a si misma a esbozar una sonrisa feliz. La verdad era que los nervios la estaban devorando por dentro. Nuevos sentimientos totalmente desconocidos para ella la estaban abrumando, mientras se preguntaba una y otra vez ¿Qué demonios ocurriría con ella si Alexander se enamoraba de Franchesca antes de tiempo?—¿Estas bien, Bianca? —pregunto el millonario ladeando ligeramente la cabeza, mientras sostenía su mirada.Ella parpadeo. Al parecer Alexander había estado hablándole durante algunos minutos, en los cuales ella simplemente se había perdido en los pensamientos.—Estoy bien, Alec, solo un poco cansada—respondió ella, mintiendo, mientras intentaba que sus ojos brillaran.Alexander dejo las prendas a un lado de la cama, para aproximarse a ella con pasos firmes. Cuando llego junto a Bianca, el se arrodilló, quedando a la misma altura que ella sentada en aquel sofá individual.La mirada verde del millonario se clavo
Cuando Bianca volvió a abrir los ojos al día siguiente, ella se encontraba durmiendo en la enorme cama de Alexander. El millonario descansaba a su lado enfundado en un elegante pijama. Bianca frunció el ceño, mientras sentía como todo su cuerpo transpiraba de manera exagerada, mientras que Alexander permanecía inmaculado. Sin demasiadas vueltas, ella se incorporó, saliendo de la cama y se deslizo en total silencio al interior de la ducha. No fue necesario pensarlo demasiado; aprovechando que el día recién comenzaba ella se preparo la bañera y se deslizo en su interior. Necesitaba un buen baño relajante que le reiniciara la existencia. o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o Alexander: El millonar
—¡Alec, Bianca! —grito Simón al otro lado del cuarto.Al oír aquellas palabras, ambos parpadearon, saliendo de aquel extraño estado de transe en el que se encontraban.—¡Estamos encerrados en el baño! —respondió Alexander, mientras Bianca se apartaba de él rápidamente.Un par de segundos más tarde, Simón abrió la puerta del cuarto de baño, con una sonrisa lupina surcando sus labios.—Bueno… ¿Qué tenemos aquí? —ronroneo el hombre de cabello tintado observándolos a ambos durante algunos segundos, antes de tomar unas toallas que había fuera para arrojárselas a ambos—. ¿Estaban jugando y se quedaron encerrador?Nervioso e inquieto, Alexander volvió su rostro hacia Bianca, en busca de alguna ayuda de su parte para aclarar aquel engorroso asunto. Pero ella simplemente permaneció callada, con el rostro rojo por la vergüenza.—No molestes, Simón—gruño Alexander, mientras se acomodaba la toalla alrededor de su cintura de mejor modo y salía del cuarto de baño.—Yo… me cambiare y saldré de inmed
—¿Por qué le mentiste a mi hermano en la cara? —pregunto Simón con calma, mientras avanzaba entre los locales abiertos del centro comercial.Bianca, a su lado, correteaba detrás de el intentando seguirle el paso.—No le mentí—escupió ella llegando finalmente a su lado. Sin embargo, ante la mirada indulgente del hombre ella agrego—, solo le dije una verdad a medias.Simón volvió la vista al frente, centrando su atención en un negocio cercano. Pero no avanzo hasta este, simplemente se detuvo allí.—Alexander se siente atraído hacia ti… si el intentara llevar la relación más allá de este tonto acuerdo ¿tú que pensarías al respecto? —dijo Simón, sin volverse hacia ella.Bianca sabia perfectamente que el lo hacia para darle un poco mas de espacio para decidir y sentirse cómoda con sus propias palabras. La verdad era que ella ya había contemplado aquella remota y lejana posibilidad.Hacia demasiado poco tiempo que conocía a Alexander, eso era verdad, pero una parte dentro suyo actuaba como