—¿Por qué le mentiste a mi hermano en la cara? —pregunto Simón con calma, mientras avanzaba entre los locales abiertos del centro comercial.Bianca, a su lado, correteaba detrás de el intentando seguirle el paso.—No le mentí—escupió ella llegando finalmente a su lado. Sin embargo, ante la mirada indulgente del hombre ella agrego—, solo le dije una verdad a medias.Simón volvió la vista al frente, centrando su atención en un negocio cercano. Pero no avanzo hasta este, simplemente se detuvo allí.—Alexander se siente atraído hacia ti… si el intentara llevar la relación más allá de este tonto acuerdo ¿tú que pensarías al respecto? —dijo Simón, sin volverse hacia ella.Bianca sabia perfectamente que el lo hacia para darle un poco mas de espacio para decidir y sentirse cómoda con sus propias palabras. La verdad era que ella ya había contemplado aquella remota y lejana posibilidad.Hacia demasiado poco tiempo que conocía a Alexander, eso era verdad, pero una parte dentro suyo actuaba como
Alexander estaba verdaderamente nervioso. Todo su cuerpo se sacudía de manera ligera mientras observaba su reflejo al otro lado del espejo. Por cuarta vez se acomodo el cabello y volvió a aplicarse colonia.—A estas alturas creo que Franchesca podrá captar tu aroma a varias leguas de distancia—ronroneo Bianca de manera arrogante, mientras una sonrisa curvaba sus labios gruesos.El millonario la fulmino con la mirada a través del espejo, mientras terminaba de prepararse. Hacia mucho tiempo que no estaba nervioso por una cita.—¿Crees que me veo bien? —pregunto finalmente el, volviéndose hacia ella que se encontraba tendida sobre la cama. Necesitaba el consejo femenino para asegurarse de no haber exagerado ni quedado a medias.Bianca deslizo su mirada a través del cuerpo de él, serpenteando de manera felina. Las mejillas del millonario se sonrojaron mientras sentía la presión de su mirada sobre él. Era increíble comprender las emociones que Bianca era capaz de generar en él.—Creo que t
Bianca se había puesto una camisa de Alexander que este parecía no utilizar. Ella ya había planeado el desenlace de toda su noche.Aprovechando su momento a solas, ella abrió una botella de vino del millonario y se la llevó al living junto con una copa. Lo que hizo aquella noche fue ver una película, algo que el burdel rara vez podía hacer.Se trataba de una absurda comedia romántica, era tonta y demasiado simple, donde dos amigos se amaban profundamente pero no se atrevían a confesar sus sentimientos por miedo al rechazo.La hubiera quitado, pero por algún motivo, era la que estaba seleccionada en la televisión y la curiosidad la llevo a verla.—Por favor, que tontería—dijo ella con una mueca en sus labios, mientras arrugaba la nariz ante la confesión de amor de él.—¿Te parece una tontería los sentimientos de un hombre? —pregunto Alexander al otro lado del umbral de la entrada.Bianca se sobresaltó, pero no derramo ni una sola gota del vino que agitaba en su copa. Alexander le sonri
Cuando Bianca volvió a abrir los ojos, se encontraba sola en la cama. El calor junto a ella aun se sentía, por lo que Alexander no hacía mucho tiempo atrás había estado allí.—¿Alec? —pregunto la bella prostituta, mientras estiraba los músculos de todo su cuerpo.Ambos habían estado charlando y bebiendo vino hasta bien adentrada la noche, cuando el sueño finalmente los alcanzo, Alexander le había propuesto ir a dormir, algo que ella acepto al instante.Sin embargo, el vino los había arrullado, por lo que ambos quedaron inconscientes al tocar la cama.Cuando finalmente Bianca salió de su estado de letargo abrumador, comprendió lo que había ocurrido. Alexander había llegado tarde al trabajo, el se había quedado dormido.Bianca se sonrió al pensar en el millonario medio desnudo corriendo por la casa buscando que ponerse para ir a trabajar. Con aquella sonrisa aun dibujada en sus labios, ella salió del cuarto, avanzando la cocina en busca de algo para desayunar. Pero allí se encontró con
Alexander:De manera instintiva, el millonario rodeo la cintura de Bianca con ambas manos, mientras empujaba su cuerpo hacia él, como si al hacerlo fuera capaz de detener el tiempo en ese solo segundo.Lo había olvidado por completo, pero los labios de aquella hermosa mujer tenían una chispa especial, una especie de magia que lograba transportarlo a otro mundo, otra realidad incluso, una mucho más fácil y simple. El sabor de aquel beso enmascaraba las fresas y la menta, algo que ciertamente volvía loco al millonario.Pero mas temprano que tarde, el beso finalizo, y Bianca se aparto de el con delicadeza, dedicándole una mirada que le dijo todo. Lentamente Alexander cayo en el mundo real, impactando ante la frívola verdad de aquel beso.Falso, eso había sido falso. Una actuación por parte de Bianca, como muchas de las que habían acordado. Todo con un único fin, mantener la fachada de pareja perfecta y feliz.—Te traje el almuerzo, cariño—dijo ella, con voz cantarina, feliz y alegre.Men
—¿Qué tienen de malo las flores?—pregunto Alexander con el ceño ligeramente fruncido, mientras observaba a Bianca de soslayo.Ella rio tontamente, mientras salía del pequeño habitáculo del ascensor. Alexander la siguió muy de cerca, llevando su bolso de trabajo en una mano, mientras buscaba en silencio el auto.Sin lugar a dudas, aquel había sido el mejor día de trabajo en mucho tiempo, y todo se debía a Bianca y su presencia. Impulsiva, astuta, carismática e increíblemente creativa para insultar sin hacerlo realmente, ella se había ganado un lugar dentro del corazón del millonario, incluso aunque este se negara a aceptarlo.—¿Lo preguntas en verdad? —dijo ella con una ceja alzada. Ante los hombros elevados y la media sonrisa que Alexander le obsequio, ella continuo—. Estas regalando algo muerto, Alec.—No… en realidad estaría regalando algo con rico aroma y bellos colores…—se defendió el, luego de haberle confesado a Bianca que siempre había fantaseado con obsequiarle flores a diario
Cuando finalmente Bianca llego a la casa del millonario, simplemente se excuso con Simón, quien tenia preparada una rica cena para los tres. No tan exquisita como la de Alexander, pero comestible de igual modo.No estaba de buen humor, su cuerpo le dolía totalmente, mientras que su mente aturdida se balanceaba sobre lo ocurrido. Tenía miedo, dolor y resentimiento. Hacia mucho tiempo que no veía a Max, y ciertamente no esperaba encontrarlo allí.Con pasos cansados, ella se deslizo al baño, llenando la bañera antes de zambullirse en el interior. Durante algunos segundos ella cerro los ojos, concentrada en el agua que la elevaba, obligándola a medio flotar.Eso, Bianca solo deseaba eso mas que nada en el mundo. Mantenerse en la superficie, alejada de todo.Pero la gravedad la obligaba a mantener los pies en la tierra, en el mundo real. Y un golpe en la puerta la obligo a abrir los ojos de par en par.—Bianca… ¿Puedo pasar? —pregunto Alexander al otro lado de la puerta.—Yo… estoy desnuda
El ceño de Simón se apretó con fuerza, mientras una mueca reemplazaba su habitual sonrisa por una expresión de notable disgusto.—¿Qué ocurre? —aventuro a preguntar Alexander, sentado junto a él detrás de su escritorio, en la oficina de su empresa.Rara vez Simón se quedaba allí a trabajar, el sostenía que las oficinas eran una especie de cripta viviente. Alexander se encontraba dispuesto a darle la razón, si es que alguna vez se atrevía a admitir aquello.Esa era una ocasión particular. El chico de cabello tintado buscaba un lugar tranquilo donde realizar su investigación acerca de Max, sin que Bianca tuviera sospecha alguna sobre él.—Nada, Max no tiene nada—gruño con disgusto Simón—. Esta limpio.En respuesta, el ceño de Alexander también se frunció, mientras se aproximaba a la pantalla del ordenador de Simón, como si fuera capaz de comprender algo de la intrincada red de algoritmos que allí se plasmaba.—Es imposible—logro responder el millonario, sintiéndose tan frustrado como su