Sinopsis. Juan Andrés Duque es un playboy millonario, acostumbrado a tenerlo todo, no hay cosa que con el dinero de sus padres no pueda comprar, eso incluye hasta mujeres. Jamás ha tomado la vida en serio, y cree que el mundo gira a su alrededor. Paula Osorio es una muchacha de origen humilde, que guarda un oscuro secreto, a sus veintidós años es madre soltera, tiene un pequeño de cinco años, y lucha cada día por sacarlo adelante, a pesar de la enfermedad que cada día la consume. Paula desesperada por conseguir dinero para su operación, decide aceptar un empleo que jamás imaginó, se convertirá en la esposa de mentira de Juan Andrés Duque, aliada con los padres de él, para darle una lección, y enseñarle que el mundo no es color de rosa como él piensa, y que la vida de una persona puede dar un giro de ciento ochenta grados de forma inesperada. Solo existe un pequeño problema, a ella solo le quedan tres meses de vida. Obra registrada en Safe Creative: 07/12/2022 2212072792693 Registrada en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador, por lo tanto, queda prohibida la distribución de esta obra sin permiso expreso de la autora, se prohíbe la reproducción total o parcial del libro. ©Angellyna Merida, 2022
Leer másPaula rodó los ojos resopló, de nuevo tomó el cojín y se lo lanzó como pudo.—¡Cálmate! ¡Deja de ser payaso! ¡Me duele! —Se quejó encogiendo su cuerpo. —Tranquila, respira, inhala y exhala como aprendimos —recomendó, intentando calmar su nerviosismo. —¿Qué ocurre? —preguntó Inesita entrando a la alcoba, entonces se dio cuenta de lo que pasaba—, yo me quedo con los niños, ya les ayudo con las cosas de los bebés —comentó. Enseguida Juan Andrés ayudó a su esposa a bajar las escaleras, y luego a subir al auto. —¡Duele! —volvió a quejarse Paula, apretó el brazo de él con fuerza—, date prisa —gruñó, las contracciones eran muy dolorosas, sentía que se le fragmentaba la cadera. —Ya voy, ya voy —repitió él, encendió el vehículo y pisó a fondo el acelerador—, respira por favor. Paula restregaba su cabeza en el asiento, apretaba el brazo de él, se quejaba del dolor y eso lo ponía más nervioso. —¡Apúrate! —gritó Paula—, ya no resisto más —jadeó apretando sus dientes—, duele horrible. Con M
Un año después. —Paula date prisa —gritó desde la sala Juan Andrés a su esposa, esa mañana tenían una importante reunión. Con el dinero que Paula recibió como indemnización, decidió construir un albergue para madres solteras, era cierto que la cantidad apenas le sirvió para comprar el terreno; sin embargo, Mariela decidió apoyarla con la construcción y de igual forma la familia de su esposo. —No me grites —gruñó caminando con lentitud con la mano en la cintura—. No me digas nada —refunfuñó—, me veo horrible, parezco un globo. —Frunció los labios haciendo un puchero. Juan Andrés la observó con ternura, la contempló embelesado, ella lucía un hermoso vestido de seda de maternidad en color uva, su cabello sedoso y negro lo llevaba recogido en una media cola, su maquillaje como siempre era muy natural, y calzaba zapatos bajos. —Te ves preciosa —comentó, se aproximó a ella, y colocó su mano en el abultado vientre de su mujer, sintiendo los movimientos de sus bebés—, además aquí están c
Queridos lectores paso a agradecerles por llegar al final de este libro, para quiénes me han preguntado por la historia de Miguel y Luciana, les informo que varias veces dejé en notas de autor en varios capítulos que ellos tendrás su propia historia, y paso a darles la buena noticia de que ya está disponible aquí en Buenovela, publicada, sus tres primeros capítulos. Se titula: No sabía que tuvimos dos hijos. Por otro lado, espero le den la oportunidad a Una familia para el solitario CEO, se vienen capítulos intensos, misterios por descubrir, si aún no la leen los invito a hacerlo, si les encantan las historias de mujeres que son madres solteras y luchan por sacar a sus hijos adelante, este es uno de esos libros. Sin más espero verlas leyendo mis libros, dejando reseñas, comentarios, y sobre todo no olviden recomendar mis historias. Muchas gracias, queda pendiente el epílogo de Una esposa de mentira, y quizás un extra, en esta semana lo publicaré.
Meses después. Los jardines de la Momposina volvieron a vestirse de blanco, varias carpas fueron colocadas encima de las mesas para los invitados, el altar de los novios estaba decorado con hermosas flores blancas. El camino por el cual iba a transitar la novia era una alfombra de rosas rojas. Todos los invitados estaban acomodados en sus sillas, la marcha nupcial se entonó, el novio suspiró profundo, miró como ingresaban sus hijos abriendo el cortejo, Cris y Maripaz de la mano llevaban los anillos, Thiago y Mariluz llevaban un canasto con pétalos de flores, al igual que Juliana y Joaquín Jr. Entonces los ojos de Juan Andrés brillaron, su corazón se aceleró, Paula apareció vestida como un ángel, con un vestido blanco en corte princesa, el corset estaba adornado con fina pedrería, su cabello estaba recogido en un moño, y su cabeza adornada con una tiara, su maquillaje era muy natural, caminaba con lentitud agarrada del brazo de su suegro: Joaquín. El corazón de Paula también se acel
Unas semanas después. Paula y Juan Andrés decidieron hacerse exámenes médicos y comprobar que ambos estaban completamente sanos, luego de las locuras de Sergio, temían que en medio de sus desvaríos, les hubiera hecho algún daño. El médico les informó que Paula estaba completamente sana de su infección en el cerebro, pero aún tenía rastros de los medicamentos tan fuertes en su organismo por lo que un embarazo no era recomendable aún, así que decidieron esperar más tiempo. Juan Andrés también estaba sano, su conteo de espermas era normal, así que sabiendo que la salud de ambos estaba en óptimas condiciones se empezó con los preparativos de la boda. Enseguida llegaron a la hacienda, les dieron la buena noticia a sus padres, y al resto de la familia. —Entonces vamos a preparar la boda —comentó María Paz con alegría. —Quiero algo sencillo —pidió Paula. —Claro será como tú dispongas —comentó Paz, le sonrió con ternura. Juan Andrés sonrió aliviado, y junto con su esposa salieron a bu
Al día siguiente. Mariela arrastró su maleta por la baldosa del aeropuerto, se acercó a la ventanilla de la aerolínea para realizar el registro de su equipaje. Y luego de cumplir con esos trámites tomó asiento en las sillas de la sala de espera. Unos minutos más tarde, anunciaron su vuelo, se puso de pie, y empezó a caminar en dirección a la pista. «Espero ella te haga feliz» dijo en su mente. —¡Qué nadie se mueva! La voz gruesa de un oficial de policía la sobresaltó, y la sacó de sus cavilaciones. Los demás pasajeros se quedaron estáticos al igual que ella, entonces un par de oficiales se acercaron a Mariela.—¡Señorita Mariela Roldán queda detenida! —La esposaron sin darle tiempo a reaccionar. —¿Qué? —preguntó y empezó a sacudirse. —¡Esto es un error! ¿De qué se me acusa? —preguntó alterada y nerviosa, pensó que quizás sus familiares la involucraron en sus crímenes. —¡De robo! —contestó el oficial—, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contr
—No te vayas a quitar la venda, ni te muevas —advirtió Juan Andrés a Paula. —Qué misterioso andas, dime por lo menos en dónde estamos, siento que estoy en medio de la nada. Juan Andrés sonrió. —Ya sé por qué Marypaz es tan curiosa, salió igual a ti, ten paciencia. Paula resopló, y tan solo escuchó el crujir de las hojas con los pasos que Juan Andrés daba, sentía el viento rozando su rostro, el aroma era tan puro, no se oía ruidos de autos, ni voces de personas, tan solo el trinar de las aves nocturnas, acompañado de ese silencio tan apacible. Entonces se oyó de nuevo pasos, se sobresaltó. —Soy yo, no te asustes. La voz de Juan Andrés la tranquilizó, él la tomó de la mano, y la guio por ese camino de herrería. Los pies de Paula pisaban hojas, y luego sintió el crujido de la madera. —Con cuidado —recomendó Andrés. —Sí me haces caer te arrastro por la hacienda —advirtió ella, sonriente. —Qué obsesión tienes por hacer eso —reclamó él. —Me dejaste con las ganas, quería comprobar
—Me da tanto gusto que se hiciera justicia —dijo Mariela cuando llegó hasta donde estaban Juan Andrés y Paula. —También colaboraste para que esos criminales reciban su condena —expresó Juan Andrés la observó con ternura. —Hice lo correcto —respondió Mariela, lo miró con cariño—, yo venía a despedirme, mañana me voy a New York a convivir con mi papá —relató. —Buen viaje, que te vaya bien, y recuerda lo que charlamos —intervino Paula, la miró agradecida—, te deseo lo mejor. —La abrazó sin que Mariela pudiera reaccionar. Mariela se quedó estática, y luego de unos segundos subió sus brazos y correspondió el gesto de Paula. —Cuídalos mucho —susurró. —Pierde cuidado —contestó Paula—, también cuídate, espero nos visites. Mariela se aclaró la garganta. —Espero volver algún día, cuando ya…—Suspiró—, despídeme de Cris, dile que lo quiero mucho. —Él está afuera con sus abuelos, ¿quieres despedirte? —cuestionó. Mariela miró dubitativa a Paula, despedirse de Cris, iba a ser muy
—¿Quién eres? ¿Por qué te metes? —inquirió mirando con seriedad Ana María a Mariela. —Soy la novia de Max —mintió, y se aproximó a él, lo tomó de la mano. Él la observó a los ojos, y no rechazó su tacto, al contrario, entrelazó sus dedos con los de Mariela—, y si lo hubieras amado como dices, habrías estado esperándolo, pero no, fuiste y te casaste con su mejor amigo, y vienes a decirle que lo amas, no seas mentirosa —enfatizó apretando los dientes, molesta. —¡No tienes derecho! —reclamó Ana María. —¿Quién es ella? —preguntó bramando a Max. —Ya te lo dijo, es mi novia —él le siguió la corriente a Mariela—, así que mejor vete, y olvídate de mí. —¡Max! ¡No! —Vete —ordenó Mariela—, es mejor que lo hagas por tu voluntad. —No es justo —gritó Ana María, miró de pies a cabeza a Mariela—, ella no es de tu misma clase, no te va a tomar en serio, date cuenta —suplicó llorando. —No necesito tus consejos —advirtió Max—, vete antes de que yo mismo llame a Mario y le diga que estás aquí