Elizabeth Patterson lo había tenido todo desde niña. Una familia que la adoraba y la apoyaba, inteligencia y un excelente desempeño en los negocios, pero nunca tuvo suerte en el amor. Ese deseo por ser amada la lleva a discutir con su familia, abandonarlos y casarse con un hombre que la despreciaba por su aspecto. Tras el desengaño y un divorcio, Elizabeth se siente incapaz de regresar con su familia y decide valerse por sí misma. Ella no pensaba volver a enamorarse, pero no contaba con que su nuevo jefe frustraría esos planes. Roger Robson está cansado de ser usado y desechado como si fuera el peor de los hombres. Después de sufrir una infidelidad por parte de su prometida, decide romper esa relación y comenzar una vida siendo un mujeriego consumado. Elizabeth y Roger se habían rendido en el amor, pero el destino decide unirlos y ella termina siendo su asistente. Con el pasar del tiempo, Roger encuentra en Elizabeth no solo a la mejor empleada que ha tenido, también a esa aliada que le encubre todos sus escarceos y a su mejor amiga. La vida para él era perfecta, hasta que un error lo obliga a casarse con su asistente. Un matrimonio que comienza con una mentira. Una cláusula en el contrato que puede destruir su futuro. Y una mujer que no está dispuesta a dejarse humillar de nuevo. ¿Podrá Roger convencer a su esposa de que la ama sin importar su aspecto? ¿Llegará Elizabeth a perdonar el engaño o acabarán en una guerra que ninguno podrá ganar?
Leer más—¡Mejor que nos vayamos porque Roger está pensando y eso no augura nada bueno! —lo descubrió Alexander.—¡¿Quieres dejar de meterte en conversaciones ajenas?! —le reprochó su esposo.—Habla más lejos, si estás al lado mía no esperes que me quede sin escuchar. Para algo tengo oídos.Roger gruñó como un perro con rabia y su expresión molesta cambió apenas se la dirigió a ella por una llena de amor.—Lo que te intentaba decir antes de que este neandertal me interrumpiera, es que estuve hablando con tu padre y con el bulto este que tengo por amigo…—Lo que te quiere decir es que tu padre, el blandito de tu esposo y yo hemos decidido asociarnos.—¡Bastian me roba el rescate y tú la noticia! —Elizabeth agarró el rostro de su marido para que la mirara y le dijera de una vez qué era esa noticia.—Alexander, déjalo hablar —le pidió.—¡Tantas vueltas para decir las cosas! —se entrometió Bastian que también había ido a meterse en la conversación—. Resulta que tu esposo quiere dejar todo atrás, n
—Tu padre dijo que mi idea era buenísima y me apoyó en todo, así que cállate, panzona —le dijo Bastian cuando Elizabeth intentó quitarle esa idea de la cabeza.Habían pasado seis meses desde que se liberaron del secuestro de Natalie y su embarazo ya la hacia sentir que cargaba un globo terráqueo en el vientre.Elizabeth había engordado más de lo que quería admitir en esos meses, Roger se había dedicado a mimarla tanto y a consentirle cada antojo. Por culpa de eso ahora estaba redonda y él se la pasaba adorando sus lonjitas.—Déjalo, cariño —comentó su esposo y la abrazó por la espalda rodeando con sus brazos su cuerpo y colocándole ambas manos sobre el vientre—. Yo también voy a ayudarlo, además, si se casa pronto se irá a su propia casa que ya fue mucho de aguantarlo.—¿Mudarme? Para nada, yo había pensado que Marcus y yo podríamos irnos a vivir con vosotros, mi nuevo sobrino está por nacer y solo confío en mí mismo para cuidarlo.En ese momento, llegó Diana, iba vestida de negro y l
Capítulo 83: ¡El héroe del día soy yo! —¡Qué susto me ha dado el desgraciado! —Su amigo comenzó a tocarse el cuerpo con desesperación y después comenzó a reírse, histérico al ver que la bala había fallado—. ¡No me ha dado! Elizabeth tiró de él para sacarlo del trance y alzó la voz para que Marcus, que miraba la escena con la expresión horrorizada, los alcanzara. —¡Marcus, corre! —en el mismo instante en que ella le ordenó que se moviera, el rata volvió a apuntar con el arma a su amigo. El hombre de su padre no se lo pensó y se tiró sobre el rata desviando el tiro. —¡Qué lo mata y aún no le dije que lo amo! —Bastian en su segundo impulso heroico y sin tener en cuenta su vida, corrió hacia donde los hombres forcejeaban. Elizabeth no sabía qué hacer, pero la decisión la tomó cuando vio a Natalie salir corriendo hacia la furgoneta. —Ni lo sueñes, perra —siseó y aprovechó que estaba más cerca para correr hacia el vehículo. Al llegar allí intentó abrirla, pero las llaves no funcionab
Alexander y Roger sacaron del local a Anderson, su idea de exponerlo y las dotes artísticas de Alexander para posar con el torso desnudo y el rostro cubierto junto al viejo, había logrado más que la idea de usar los látigos.Sabían que la policía lo había seguido porque siempre tenían a alguien vigilándolo.En cuanto lo localizaron, Roger le tocó la ventana del auto a los policías que lo miraban con un poco de aprensión.Se quitó la barba, mostró su rostro y le dijo:—Está dispuesto a colaborar, pueden detenerlo.—Pero… —Uno de los policías salió del coche—. No debían interferir en nuestro trabajo.—No estamos interfiriendo, ¿no sé de dónde saca eso? —se defendió Alexander—. Nosotros coincidimos con él aquí por casualidad y tuvimos una agradable charla, ¿cierto? —La expresión de su amigo dirigida a Anderson provocó que el viejo sintiera un escalofrío.—Cierto, estoy dispuesto a colaborar.—No perdamos tiempo —dijo Roger ignorando a la policía y mirando a su amigo—. Espero que nos haya
Elizabeth se abrazó a Bastian cuando escuchó que abrían la puerta.Un par de horas antes, había escuchado a Natalie fuera dando gritos.No entendía lo que decía, pero se escuchaba muy molesta.Cuando vio que el que aparecía era Marcus, su amigo y ella volvieron a respirar tranquilos.—Tenemos que aprovechar para escapar —dijo apenas entró, agarró una de las sillas e intentó trabar la puerta.—¿Ya vinieron a rescatarnos? —preguntó Bastian, entusiasmado—. Pero ¿si nos encierras por dentro cómo esperas que salgamos?Marcus negó con la cabeza a la vez que se arrodillaba frente a ellos y le pidió a Elizabeth que se diera la vuelta para comenzar a desatarle las ataduras.—No, pero la persona que está detrás de todo esto llamó a Natalie…—¿Cómo que la persona? —preguntó Elizabeth sin comprender—. ¿Quién más que ella podría querer hacernos daño?Marcus terminó de desatarle las manos y continuó con la de los pies.Bastian lo miraba embobado, su amigo siempre vivía enamorado, pero nunca lo habí
Cuando Rubí apareció a Roger casi se le detuvo el corazón.Fue su amigo el primero en reaccionar y le pidió que hablar en un lugar más discreto.Al principio la mujer se negó, dijo que tenía un cliente asiduo al que no podía hacer esperar, pero después miró a Alexander de arriba abajo y con el dedo índice le delineó la mandíbula.—Debo admitir que mi trabajo sería mucho más agradable contigo —susurró y vio a su amigo tensarse.—Hum, gay soy muy gay —soltó con una voz más afeminada que la de Bastian y tiró de Roger para colocarlo frente a él.Quería reaccionar, pero es que estaba en shock.Esa mujer se parecía a su esposa.Y no es que fuese igual, es que intentaba serlo.Vestía como ella, se peinaba como ella y todo parecía que Anderson tenía una fuerte obsesión con Elizabeth.—No queremos esos servicios, pero pagaremos por tu tiempo y tu ayuda —logró pronunciar.Alexander se le abrazó por la espalda y le colocó la barbilla en el hombro.En cuanto aquello terminara le iba a devolver el
Roger recibió a Alexander en casa de su suegro.Su amigo había regresado para estar con él en cuanto pudo escaparse.Agradecía enormemente su apoyo, porque solo necesitó llamarlo para que se ofreciera a venir a acompañarlo.Desde la desaparición de su esposa se había estado quedando en casa de su suegro para que ambos pudieran estar informados a la mayor brevedad de los avances del caso.Pero ya no podía más de estar esperando la noticia de que sabían el paradero de su esposa y quedarse de brazos cruzados.La policía tenía vigilado a Anderson, pero Natalie parecía haber desaparecido.Él tenía muy claro que esa mujer tenía a Elizabeth.Solo esperaba que su esposa la hiciera desear nunca habérsele acercado.Ese pensamiento era lo único que le permitía no volverse loco.Natalie no había regresado a su apartamento y por el momento no habían dado con ella.Roger recibió el abrazo de su amigo a pesar de que la última vez que se vieron este le había dado un derechazo bien merecido.—Siento n
—¡¿Dónde está mi esposa?! —Roger agarró a Anderson del cuello y el rostro del viejo comenzó a enrojecerse por la falta de oxígeno—. ¡Habla!—No puede hablar si lo matas —le dijo su suegro y Roger aflojó un poco el agarre.Cuando Anderson logró ingresar oxígeno en sus pulmones, en lugar de verse asustado comenzó a reírse a la vez que tosía.—¿Te abandonó de nuevo tu esposita? —se burló y Roger no pudo aguantar propinarle un derechazo en el rostro.Anderson ni siquiera hizo el intento de defenderse, pero no dejaba de reírse.—Será mejor que hables, sabemos que tú estás detrás de la desaparición de mi hija —lo ayudó su suegro, pero al viejo parecía no importarle que ambos lo supieran.—¿Tienes pruebas? Porque si no las tienen voy a llamar a la policía y los acusaré de invadir una propiedad privada y de agredirme. —Anderson agarró un pañuelo para cubrirse la boca porque no dejaba de toser y al apartarlo, Roger pudo ver que había sangre.Al principio pensó que era por el golpe que le había
—¿Pensabas que iba a permitir que me hicieras esto y no pagarías las consecuencias? —le dijo Natalie y le mostró los dos huecos vacíos en su dentadura.Elizabeth estaba asustada, pero tanto era el odio hacía esa mujer que no pudo evitar burlarse.—No hacia falta llegar al secuestro, siempre hago obras de caridad con los menos favorecidos, podría haberte pagado el dentista. Hasta dos dientes de oro te habría puesto.—Yo no soy tu obra de caridad, gorda apestosa, pero tú sí eres mi rehén —dijo Natalie sin dejar de sonreír.—Parece que tuviera una ventana entre los dientes —murmuró Bastian riéndose—. Cómo me perdí eso por estar esperando en el coche.Elizabeth no pudo evitar comenzar a reírse por el comentario de su amigo, pero era por los nervios que sentía.Esa mujer estaba loca.—¡Dejen de burlarse! —gritó Natalie—. Podrán reírse ahora, pero esto va muy enserio. Pienso pedir un rescate tan grande por ustedes que nunca más tendré que sufrir por dinero. Yo misma me arreglaré esto, pero