El alboroto que había en su habitación de hospital era épico. Estaban Matteo, sus papás, sus hermanos, Ava y Alessandro. Todos hablando sin parar por cómo se llamarían los bebés.
—Uno de ellos se tiene que llamar como su tío favorito, ósea como yo —dijo Leonardo como si fuera lo obvio.
—Eso asumiendo que alguno de ellos sea varón —dijo Alessandro manteniéndose serio como siempre. Él sabía cómo irritar a los gemelos y al parecer disfrutaba de ello.
Leonardo lo miró con mala cara, pero el esposo de Ava ni si quiera se dio por aludido.
Durante los últimos meses todos los hombres de la familia habían establecido un vínculo cercano. Ahora las reuniones familiares eran más grandes que antes y eso sin contar cuando los papás de Lia y Ava estaban presentes.
—E incluso si fueran varones no creo que tu nombre les quede a unas criaturas tan hermosas —comentó Adriano con una ceja alzada. Él y Alessandro parecían tener el mismo objetivo.
Lia y Matteo hab
5 años atrásLia caminó de regreso a casa por la misma ruta que tantas otras veces había recorrido. Esta noche había salido un poco más tarde de lo común del trabajo. Lia trabajaba de mesera en uno de los pocos restaurantes del pueblo. Su horario era desde las doce del mediodía hasta las siete de la noche. Ese día, sin embargo, un grupo de turistas había llegado y ocupado el restaurante. La dueña le había pedido que por favor se quedara a ayudarla. Pudo haberse negado y no habría pasado nada, pero necesitaba cada moneda que pudiera ganar y los turistas por lo usual solían dejar buenas propinas. Además, apreciaba a la dueña del restaurante y no hubiera podido dejarla sola con todo el trabajo.Tenía que admitir que su trabajo no le daba mucho dinero, pero todo lo ganado serviría para cuando se fuera a estudiar. Necesitaría de todo el dinero ahorrado mientras encontraba un nuevo trabajo en la ciudad. Ese sería su último mes en el pueblo antes de irse para empezar sus estudios. Su sueño s
PresenteEra un error.Eso era lo único que se repetía en la cabeza de Lia.Una y otra vez.¿Cómo más podría definir el haber aceptado cuidar precisamente al hombre que se había encargado de evitar durante tanto tiempo?Ava la había llamado para pedirle el favor unos días atrás. Sería bueno poder decir de que ella había sido muy convincente con sus argumentos, pero apenas había dicho unas cuantas cosas y ella había aceptado el trabajo.Claro que necesitaba el dinero. Aunque no le había dicho a su amiga, no había tenido suerte consiguiendo trabajo. Ava pensaba que ella estaba de vacaciones, pero en realidad nunca había tenido un trabajo fijo. Ella había estado remplazando los turnos de otras personas. Además, como Ava había dicho, este trabajo le traería muchas ventajas. Los hermanos De Luca tenían mucho poder en el medio y seguro que podían darle una buena referencia. Es solo que esas no eran las únicas razones por
Lia estaba sentada en su cama con un libro en su mano, pero sus pensamientos estaban lejos de lo que estaba escrito en esas hojas. Era difícil concentrarse con tantas cosas dando vueltas en su cabeza.Su primer día trabajando para Matteo no había resultado tan mal después de todo. Él podía ser la persona más terca y obstinada que había conocido, pero eso había ayudado a que no se quedara todo el tiempo admirando lo guapo que era… como mucho lo había hecho un par de veces. En especial durante la hora de la cena cuando él se había mostrado menos irritante.Mientras los dos comían habían hablado un poco de cosas sin importancia. Lia se había dado cuenta que cuando ambos bajaban la guardia podían incluso tener una conversación decente.Después de cenar él le había dicho que iba a descansar, así que después de entregarle su medicación ella se había retirado a su habitación.La habitación de Lia estaba a lado de la de Matteo. No estaba feliz con eso, hubiera es
Un sonido en la puerta interrumpió lo que estaban haciendo. Era su cuarto día trabajando para Matteo. Lia seguía ayudándolo con su trabajo de la oficina. Eso le permitía estar al tanto su evolución y evitaba que pensara en cosas en las que prefería no pensar.Después de la primera noche que Lia había amanecido cuidando de él, la situación no se había repetido. El dolor de Matteo comenzaba a remitir y los analgésicos que él estaba tomando parecían hacerle mayor efecto. Aun así Lia prefería mantenerse alerta.—Adelante —indicó Matteo y Carina entró en el despacho.Lia quitó la vista de la laptop para mirar a la mujer. Le brindó una sonrisa y regresó a lo suyo.—Señor, la señorita Fabiana está aquí.Ella no pudo evitar sentir curiosidad ante la menci&oacu
Vivir en la misma casa que Matteo no era tan malo después de todo. Claro que había veces que quería matarlo, sobre todo cuando hacía las cosas a su manera sin importarle sus recomendaciones. Él estaba acostumbrado a usar su carisma y salirse con la suya, lástima que con Lia eso no funcionaba. Ella veía más allá de sus artimañas.Durante ese tiempo había visto como Matteo convencía al resto de hacer cosas. La mayoría de personas tendía a subestimar a Matteo por su carácter siempre afable. Podrían entregarle sus empresas y no se darían cuenta hasta que alguien los fuera a desalojar. El respeto que sentía por él en el ámbito de los negocios no había hecho más que aumentar. Raras eran las veces que lo había visto perder la calma, siempre tenía la situación bajo control.En las noches no podía evitar pensar en él. No importaba cuantas veces se dijera que ya lo había superado y cada día que pasaba eso le parecía más una mentira. Pero aún no estaba dispuesta del todo a aceptar que tal vez nun
No podría evitar a Matteo para siempre, aunque la idea era de lo más tentadora. Sin embargo media hora no era para siempre, pensó. Tal vez podía ocultarse media hora más. Si tan solo el ocultarse lograra que los problemas desaparecieran. Lia agarró el pomo de la puerta, pero en vez de girarlo apoyó la frente sobre la puerta. Apretó los ojos y esperó que el valor apareciera. Ella se recordó que había dejado a Matteo en la sala y él pronto necesitaría de su ayuda aunque no lo daría a conocer. Todavía existía la opción de hacer como si nada hubiera pasado, pero conociendo a Matteo eso no iba a pasar. Después de tanto torturarse, por fin abrió la puerta y salió al pasillo. Caminó procurando hacer el menor ruido posible. Se sentía como una ladrona evitando ser atrapada. —Veo que decidiste salir de tu escondite —dijo Matteo sin dejar de mirar la televisión cuando ella llegó a la sala. Al parecer no había sido tan discreta como imaginó.
Una semana transcurrió desde aquella noche que Lia había cedido al deseo. Pese a que los dos habían llegado un acuerdo la mañana después. En realidad no habían vuelto a tener contacto. Matteo había sentido la pierna adolorida al día siguiente de su pequeña aventura. Después de eso ella se había negado a cualquier contacto. Lia estaba allí, en primer lugar, para cuidar de que cosas como esas no pasaran. No para causarlas.Ese día le iban a retirar el yeso del brazo a Matteo. Aunque no podría usar de inmediato las muletas, él estaba dispuesto a usarla en la boda de su hermano, dentro de una semana. Lia ya había aceptado que sin importar lo que ella dijera, él lo iba hacer.Apenas unos minutos atrás habían salido de la sala de rayos x y ahora estaban esperando al doctor. Ella sabía que no tardaría mucho en aparecer. Matteo era
Una semana no tardó mucho en pasar y faltaba una semana más antes de marcharse. No fue tan difícil como creyó, ayudó que tuviera que ir donde Ava con mucha frecuencia. Estaban arreglando los últimos detalles y ella le pidió más de una vez estar allí. A Alessandro no le importaba acompañar a su hermano si se trataba de cumplir los deseos de su futura esposa. El día de la boda llegó y pronto se vio caminando a lado de Matteo. Como se había propuesto, él entró usando muletas. Lia había traído la silla de ruedas para más tarde, pero ella estaba casi segura de que Matteo no la utilizaría de no ser necesario. Las bodas eran algo que ponían emocional a Lia, sobre todo si veías tanto amor profesado por una pareja. Lia esperaba encontrar algún día un hombre que la mirara como Alessandro miraba a su amiga. Durante toda la boda ella se las ingenió para controlarse, decidida a no llorar. La boda de Ava era el sueño muchas mujeres. Hermosa como un cuento de hadas, p