—¿Qué estás tramando? —preguntó Matteo. Algo en el brillo de los ojos de Lia le generaba una sensación en la boca del estómago.
—No sé de qué hablas —dijo ella mientras terminaba de alistarse. En cuanto se terminó de colocar los zapatos lo miró de pies a cabeza—. ¿No deberías alistarte para salir con los chicos? Ellos llegaran pronto.
En apenas tres días Lia iba ser su esposa y a ella se le había ocurrido que ambos tuvieran sus despedidas de solteros. Él no estaba tan feliz con la idea, pero si ella lo quería que mal podía hacer. Eso fue hasta ver la expresión de Lia. Conociéndola como lo hacía sabía que algo estaba a punto de pasar. Si tan solo supiera de qué se trataba.
—Me puedes repetir que es lo que harán —pidió tratando de no sonar como un novio cont
Lia se sentía como en el paraíso. Si la intención de Matteo había sido sorprenderla, él lo había logrado y con creces. Aunque se había quejado un montón de veces por ser mantenida en la ignorancia, la mayoría de veces solo porque podía, el misterio detrás de todo el evento hizo más mágico el momento. De antemano esperaba que la boda fuera hermosa; pero el lugar, la decoración y todos los pequeños detalles eran más que perfectos. La imagen de todo quedaría grabada en su mente por mucho tiempo, si no es que para siempre.Matteo había elegido la playa, cerca de donde él la había llevado un tiempo atrás, para llevar a cabo la boda. Él había alquilado un complejo turístico por completo para todos los invitados. Lia no había tenido idea de que se casarían allí hasta esa mañana, cuando fue sacada de la comodidad de su cama para ser trasladada hasta el recinto.La marcha nupcial comenzó a sonar y la sacó de sus pensamientos por un momento. Lia empezó a avanzar y
Una fresca brisa se colaba en la habitación por una de las ventanas abiertas. La habían dejado así la noche anterior debido al calor que hacía en la zona. Llevaban tres semanas de luna de miel en aquel lugar paradisiaco. El tiempo había pasado con demasiada rapidez para el gusto de Lia, pero no era de sorprender teniendo en cuenta que se sentía feliz.Al igual que cada mañana al abrir los ojos una sonrisa se posó en su rostro o al menos lo hizo hasta que las ganas de vomitar se apoderaron de ella. No era la primera mañana que sucedía y ya se hacía una idea de cuál era el motivo.Lia se destapó lo más rápido que pudo y corrió al baño. Apenas logró abrir la tapa del inodoro antes de inclinar la cabeza y comenzar a vomitar. Matteo llegó a su lado en algún momento y sujeto su cabello. Ella trató de alejarlo, pero él no se
—Hogar, dulce hogar —dijo Lia tirándose en el sillón.Había terminado agotada después de pasar unas cuantas horas en el avión. Aunque apenas estaba en el primer trimestre de su embarazo se cansaba con mucha facilidad. Ni siquiera en su anterior embrazo se había sentido así.En cuanto el avión había aterrizado, Matteo y Lia habían sido llevados directo a su nueva casa. Durante su luna de miel un equipo de mudanza se había encargado de llevar sus cosas hasta allí. Todavía conservarían el departamento para tener un lugar donde pasar algunos fines de semana a solas en el futuro, pero ahora esta sería su residencia permanente.La casa estaba en completo silencio. El personal llegaría al día siguiente, así que solo eran ellos dos. No podía esperar para ver a niños correteando por todos lados. Matteo
El alboroto que había en su habitación de hospital era épico. Estaban Matteo, sus papás, sus hermanos, Ava y Alessandro. Todos hablando sin parar por cómo se llamarían los bebés.—Uno de ellos se tiene que llamar como su tío favorito, ósea como yo —dijo Leonardo como si fuera lo obvio.—Eso asumiendo que alguno de ellos sea varón —dijo Alessandro manteniéndose serio como siempre. Él sabía cómo irritar a los gemelos y al parecer disfrutaba de ello.Leonardo lo miró con mala cara, pero el esposo de Ava ni si quiera se dio por aludido.Durante los últimos meses todos los hombres de la familia habían establecido un vínculo cercano. Ahora las reuniones familiares eran más grandes que antes y eso sin contar cuando los papás de Lia y Ava estaban presentes.—E incluso si fueran varones no creo que tu nombre les quede a unas criaturas tan hermosas —comentó Adriano con una ceja alzada. Él y Alessandro parecían tener el mismo objetivo.Lia y Matteo hab
5 años atrásLia caminó de regreso a casa por la misma ruta que tantas otras veces había recorrido. Esta noche había salido un poco más tarde de lo común del trabajo. Lia trabajaba de mesera en uno de los pocos restaurantes del pueblo. Su horario era desde las doce del mediodía hasta las siete de la noche. Ese día, sin embargo, un grupo de turistas había llegado y ocupado el restaurante. La dueña le había pedido que por favor se quedara a ayudarla. Pudo haberse negado y no habría pasado nada, pero necesitaba cada moneda que pudiera ganar y los turistas por lo usual solían dejar buenas propinas. Además, apreciaba a la dueña del restaurante y no hubiera podido dejarla sola con todo el trabajo.Tenía que admitir que su trabajo no le daba mucho dinero, pero todo lo ganado serviría para cuando se fuera a estudiar. Necesitaría de todo el dinero ahorrado mientras encontraba un nuevo trabajo en la ciudad. Ese sería su último mes en el pueblo antes de irse para empezar sus estudios. Su sueño s
PresenteEra un error.Eso era lo único que se repetía en la cabeza de Lia.Una y otra vez.¿Cómo más podría definir el haber aceptado cuidar precisamente al hombre que se había encargado de evitar durante tanto tiempo?Ava la había llamado para pedirle el favor unos días atrás. Sería bueno poder decir de que ella había sido muy convincente con sus argumentos, pero apenas había dicho unas cuantas cosas y ella había aceptado el trabajo.Claro que necesitaba el dinero. Aunque no le había dicho a su amiga, no había tenido suerte consiguiendo trabajo. Ava pensaba que ella estaba de vacaciones, pero en realidad nunca había tenido un trabajo fijo. Ella había estado remplazando los turnos de otras personas. Además, como Ava había dicho, este trabajo le traería muchas ventajas. Los hermanos De Luca tenían mucho poder en el medio y seguro que podían darle una buena referencia. Es solo que esas no eran las únicas razones por
Lia estaba sentada en su cama con un libro en su mano, pero sus pensamientos estaban lejos de lo que estaba escrito en esas hojas. Era difícil concentrarse con tantas cosas dando vueltas en su cabeza.Su primer día trabajando para Matteo no había resultado tan mal después de todo. Él podía ser la persona más terca y obstinada que había conocido, pero eso había ayudado a que no se quedara todo el tiempo admirando lo guapo que era… como mucho lo había hecho un par de veces. En especial durante la hora de la cena cuando él se había mostrado menos irritante.Mientras los dos comían habían hablado un poco de cosas sin importancia. Lia se había dado cuenta que cuando ambos bajaban la guardia podían incluso tener una conversación decente.Después de cenar él le había dicho que iba a descansar, así que después de entregarle su medicación ella se había retirado a su habitación.La habitación de Lia estaba a lado de la de Matteo. No estaba feliz con eso, hubiera es
Un sonido en la puerta interrumpió lo que estaban haciendo. Era su cuarto día trabajando para Matteo. Lia seguía ayudándolo con su trabajo de la oficina. Eso le permitía estar al tanto su evolución y evitaba que pensara en cosas en las que prefería no pensar.Después de la primera noche que Lia había amanecido cuidando de él, la situación no se había repetido. El dolor de Matteo comenzaba a remitir y los analgésicos que él estaba tomando parecían hacerle mayor efecto. Aun así Lia prefería mantenerse alerta.—Adelante —indicó Matteo y Carina entró en el despacho.Lia quitó la vista de la laptop para mirar a la mujer. Le brindó una sonrisa y regresó a lo suyo.—Señor, la señorita Fabiana está aquí.Ella no pudo evitar sentir curiosidad ante la menci&oacu