Era como si el mundo se hubiera detenido. Allí estaban los dos, Matteo apoyado con una rodilla sobre el suelo y Lia apenas conteniendo las ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Se sentía la mujer más feliz del mundo.
—Aquí empezó nuestra historia, aunque yo no lo hubiera sabido entonces, y es aquí donde quiero que demos un nuevo paso en nuestra vida —musitó Matteo—. No sé si fue el destino o la suerte quién nos juntos de nuevo, pero quiero ser yo quien se aseguré de que permanezcamos juntos. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y me has enseñado lo maravilloso que puede ser el amor. Lia Morelli ¿Me permitirías convertirme en tu esposo?
Lia se quedó en silencio y no porque no tuviera una respuesta clara. Sabía que quería. Soñaba con pasar el reto de su vida junto a Matteo, despertar e irse a dormir a su lado, compartir los buenos y malos momentos. Si tan solo pudiera decir algo, pero su boca estaba seca y las palabras no salían de su garganta. Respiró pr
Lia no podría asegurar si era por costumbre o por emoción, pero al día siguiente despertó temprano. Se giró en los brazos de Matteo que aun la sujetaban con firmeza y lo observó. Sonrió cuando recordó todo lo transcurrido el día anterior. Pensar que pronto sería esposa de Matteo la llenaba de ilusión y él parecía sentirse de la misma manera.Toda duda o inseguridad que había tenido hasta hace unas semanas, había terminado de desaparecer. En su mente y en su corazón ahora solo quedaba seguridad. Aun no tenía una certeza del futuro, pero no encontró una razón por la que debía seguir preocupándose por algo que no podía controlar.Miró el anillo en su dedo y la ilusión del día anterior la volvió a embargar. Le gustaba como sonaba ser la esposa de Matteo. No faltaba mucho para que eso sucediera.
—¿Ya me vas a decir a dónde vamos? —preguntó Lia después de quince minutos de viaje.Esa mañana Matteo la había despertado temprano y luego del desayuno le dijo que iban a salir. Hasta ese momento no sabía a donde se dirigían y conociendo a Matteo, él no le diría nada, pero al menos tenía que intentarlo.—Llegaremos en breve y lo sabrás.—No puedes simplemente decírmelo —insistió.—Eso arruinaría la sorpresa.—Puedo fingir estar sorprendida de todos modos.Matteo soltó una carcajada y luego se inclinó para darle un beso fugaz. Él devolvió la vista a la pista y no dijo nada más. Lia soltó un suspiro y se rindió, sabía que no iba que él le dijera que estaba planeando.Las casas a los lados de la pista comenzaron a aparecer con men
Lia no tenía idea cuan agotador podía ser preparar una boda en un mes, pero se hacía una idea. Era por eso que había tratado de ayudar a Matteo en cada uno de sus momentos libres. Es solo que él no la dejaba involucrarse, estaba cumpliendo su palabra, con una ligera variable. No solo se estaba haciendo cargo de todo, sino que también había decidido que quería que la boda fuera una sorpresa para ella. Como consecuencia ella no tenía ni la mínima idea sobre dónde o cómo sería su boda. Algo risible cuando era la novia.Seguro que a otras mujeres la idea de no saber nada sobre el evento más importante en su vida les podría parecer incómodo. En cambio a Lia le resultaba un gran detalle por parte de Matteo. Era por eso que confiaba en que él le daría la mejor boda que una mujer podía soñar. Además él no estaba solo. Los padres de Lia también estaban en la ciudad para apoyarlo. E incluso Ava y Bianca estaban con él para ayudarlo a tomar algunas decisiones.A pesar de todas la
—¿Qué estás tramando? —preguntó Matteo. Algo en el brillo de los ojos de Lia le generaba una sensación en la boca del estómago.—No sé de qué hablas —dijo ella mientras terminaba de alistarse. En cuanto se terminó de colocar los zapatos lo miró de pies a cabeza—. ¿No deberías alistarte para salir con los chicos? Ellos llegaran pronto.En apenas tres días Lia iba ser su esposa y a ella se le había ocurrido que ambos tuvieran sus despedidas de solteros. Él no estaba tan feliz con la idea, pero si ella lo quería que mal podía hacer. Eso fue hasta ver la expresión de Lia. Conociéndola como lo hacía sabía que algo estaba a punto de pasar. Si tan solo supiera de qué se trataba.—Me puedes repetir que es lo que harán —pidió tratando de no sonar como un novio cont
Lia se sentía como en el paraíso. Si la intención de Matteo había sido sorprenderla, él lo había logrado y con creces. Aunque se había quejado un montón de veces por ser mantenida en la ignorancia, la mayoría de veces solo porque podía, el misterio detrás de todo el evento hizo más mágico el momento. De antemano esperaba que la boda fuera hermosa; pero el lugar, la decoración y todos los pequeños detalles eran más que perfectos. La imagen de todo quedaría grabada en su mente por mucho tiempo, si no es que para siempre.Matteo había elegido la playa, cerca de donde él la había llevado un tiempo atrás, para llevar a cabo la boda. Él había alquilado un complejo turístico por completo para todos los invitados. Lia no había tenido idea de que se casarían allí hasta esa mañana, cuando fue sacada de la comodidad de su cama para ser trasladada hasta el recinto.La marcha nupcial comenzó a sonar y la sacó de sus pensamientos por un momento. Lia empezó a avanzar y
Una fresca brisa se colaba en la habitación por una de las ventanas abiertas. La habían dejado así la noche anterior debido al calor que hacía en la zona. Llevaban tres semanas de luna de miel en aquel lugar paradisiaco. El tiempo había pasado con demasiada rapidez para el gusto de Lia, pero no era de sorprender teniendo en cuenta que se sentía feliz.Al igual que cada mañana al abrir los ojos una sonrisa se posó en su rostro o al menos lo hizo hasta que las ganas de vomitar se apoderaron de ella. No era la primera mañana que sucedía y ya se hacía una idea de cuál era el motivo.Lia se destapó lo más rápido que pudo y corrió al baño. Apenas logró abrir la tapa del inodoro antes de inclinar la cabeza y comenzar a vomitar. Matteo llegó a su lado en algún momento y sujeto su cabello. Ella trató de alejarlo, pero él no se
—Hogar, dulce hogar —dijo Lia tirándose en el sillón.Había terminado agotada después de pasar unas cuantas horas en el avión. Aunque apenas estaba en el primer trimestre de su embarazo se cansaba con mucha facilidad. Ni siquiera en su anterior embrazo se había sentido así.En cuanto el avión había aterrizado, Matteo y Lia habían sido llevados directo a su nueva casa. Durante su luna de miel un equipo de mudanza se había encargado de llevar sus cosas hasta allí. Todavía conservarían el departamento para tener un lugar donde pasar algunos fines de semana a solas en el futuro, pero ahora esta sería su residencia permanente.La casa estaba en completo silencio. El personal llegaría al día siguiente, así que solo eran ellos dos. No podía esperar para ver a niños correteando por todos lados. Matteo
El alboroto que había en su habitación de hospital era épico. Estaban Matteo, sus papás, sus hermanos, Ava y Alessandro. Todos hablando sin parar por cómo se llamarían los bebés.—Uno de ellos se tiene que llamar como su tío favorito, ósea como yo —dijo Leonardo como si fuera lo obvio.—Eso asumiendo que alguno de ellos sea varón —dijo Alessandro manteniéndose serio como siempre. Él sabía cómo irritar a los gemelos y al parecer disfrutaba de ello.Leonardo lo miró con mala cara, pero el esposo de Ava ni si quiera se dio por aludido.Durante los últimos meses todos los hombres de la familia habían establecido un vínculo cercano. Ahora las reuniones familiares eran más grandes que antes y eso sin contar cuando los papás de Lia y Ava estaban presentes.—E incluso si fueran varones no creo que tu nombre les quede a unas criaturas tan hermosas —comentó Adriano con una ceja alzada. Él y Alessandro parecían tener el mismo objetivo.Lia y Matteo hab