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XXXIV Un premio al esfuerzo

Luka ya no estaba muy seguro de poder cumplir la promesa de portarse bien. Florencia había rechazado el ofrecimiento de ir a casa de Alessa y, en su lugar, los había invitado a cenar a la suya, donde también estaría Martín.

Otro tipo más que se había acostado con Alessa. Al menos Teo era simpático y decente, a diferencia de Martín. No lo conocía, pero estaba seguro de que le caería como patada en el hígado. Y tampoco le tenía mucha fe a Florencia. ¿Qué clase de hermana le daba la espalda a Alessa considerando su problema? Estaba seguro de que, si su familia la hubiera protegido, su trastorno no habría llegado a donde lo había hecho.

Tocaron el timbre.

—Dios, dame paciencia para lidiar con Martín y no arrancarle un ojo con el tenedor. Amén.

—Ir a la iglesia contigo debe ser divertido. ¿Alguna vez lo hiciste en una iglesia?

—Todavía no. ¿Te quieres ir conmigo al infierno?

La mujer que ayudaba a Florencia con los quehaceres abrió la puerta y la siguieron.

—Al infierno y a donde sea —sus
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