La opresión en el pecho que había acompañado a Alessa todo el día anterior no estuvo cuando se despertó. Había hecho algo terrible, ahora lo comprendía. Para ella había sido un juego, algo sin importancia, pero para Luka no, a él lo había lastimado y en eso debía enfocarse. Las consecuencias de sus actos podían ser peores que sus actos mismos porque no la afectaban sólo a ella, sino a quienes amaba. Y a Luka lo amaba. Sin embargo, la vida le daba una segunda oportunidad para hacer las cosas bien y no la desaprovecharía. Esta vez todo sería diferente. —Luka, ¿estás en el baño?Un ruido en la cocina la guio hasta allá. No se sorprendería si lo encontraba ordenando.—Ayer fue un día duro, espero que seas flexible con mi desorden.—Como si pudiera importarme. Aunque el color rosado de estos muros me gusta, combina con tus pezones.—¡¿Qué estás haciendo aquí, Martín?! ¡¿Dónde está Luka?!—Es tu novio, ¿por qué lo sabría yo? Aunque dudo que lo siga siendo después de lo de anoche.Alessa r
Martín se apartó de Alessa al instante y se ordenó la ropa, como si todavía pudiera estar a tiempo de inventar alguna excusa creíble, como si le pudiera decir a Florencia que no ocurría lo que ella imaginaba. No había nada que imaginar.—Desde hace varios días que me parecía que estabas extrañamente animado, así que cuando saliste hoy, te seguí —dijo Florencia, con una calma nada propia de ella.Alessa, sentada en el sillón, no era capaz ni de mirarla. Alessa ya no estaba allí, sólo su cuerpo, como un cascarón vacío, la muda que quedaba de los insectos mientras crecían. —¿Desde cuándo me engañas con mi hermana?—¡No es eso, Flo! Alessa me llamó, dijo que tenía algo importante que decirme. Se me lanzó encima, ya sabes como es. Intenté resistirme.Florencia asintió, bastante compuesta para tener el corazón destrozado. —Y tú, ¿qué vas a decir?Alessa no habló. Le llegó una bofetada y se mantuvo firme. Otra más y otra.—¡Di algo, perra! —le jaló el cabello.Alessa tuvo un déjà vu. En él
La luz al final del túnel se volvió cegadora. Un dolor punzante acompañó al despertar de Alessa en el hospital. Dolía porque seguía viva, había fracasado una vez más en liberarse.El desconsuelo de su llanto se interrumpió con una arcada. La garganta le ardía como si hubiera tragado fuego y tenía el estómago revuelto. Estaba segura de que alguien se lo había sacado, lo había pisoteado y vuelto a meter.Una enfermera entró, le preguntó cómo se sentía. Ella dijo que quería estar muerta.—Tienes una segunda oportunidad para hacer las cosas de otro modo, de uno que te haga feliz. Ahora podrás empezar de nuevo.Eso era imposible, todo estaba demasiado roto. Una taza que se quebraba no podía volverse a armar. Simplemente era imposible regresar a algún pasado en que todo estuviera bien.—¿Cómo pasó?... ¿Cómo llegué aquí?—Tu novio te encontró y te trajo. Le debes la vida, linda.Alessa lloró más todavía. No merecía a Luka ni a su amor, no merecía nada de él y había llegado el horrible moment
—Lamento haberte dejado sola tanto tiempo, pero ya volví y planeo quedarme —dijo Filippo. Alessa apenas y podía respirar. Él le secó las lágrimas. Ella le tocó las manos para comprobar que eran reales.—Si hubiera llegado unos minutos más tarde no estarías aquí, Alessa. Esto es mi culpa.—¡No!... ¿Cómo podría ser culpa tuya? —Lo es, claro que sí, pero ya habrá tiempo para hablar, amor. Ahora necesitas descansar y ponerte fuerte. Superaremos esto juntos.—Filippo... yo te engañé. Nunca más volvimos a hablar, supuse que habíamos terminado. —En la aldea donde estaba no había señal, sólo un teléfono satelital para emergencias y no podía usarlo para llamar a mi novia. Eres una mujer bella y llena de energía, al menos lo eras cuando me fui, comprendo que no quisieras estar sola.—Pero...—Descansa. Hay una razón para todo y ahora entiendo por qué tuve que volver justo ahora. Me cambiaron el vuelo a último momento, yo debía llegar mañana. El destino obra de maneras misteriosas.Sí que lo
Despertar, trabajar, comodín y dormir, esa era la rutina diaria de Alessa. El comodín iba desde sus sesiones de terapia hasta los eventos de caridad con la madre de Filippo. Sonrió para la cámara usando su sombrero blanco, rodeada de señoras felices de llevar vidas tan perfectas que les alcanzaba tiempo para ayudar a los desdichados. Eran generosas. Alessa no lo era, ella sabía muy bien que no estaba allí por los enfermos de cáncer, sino por ella misma. Era ella la que necesitaba ayuda, aunque su sonrisa fuera tan perfecta como la de las mujeres a su alrededor.Lo mejor eran las conversaciones al finalizar el evento, cuando colgaban los sombreros y se permitían beber una copa de algo ligero.—Hoy en día las mujeres son muy perezosas —decía Bernardita, una de las mayores y esposa del dueño del club de yates de la ciudad—. No necesitan saber hacer nada, contratan a una empleada y ya.—Tú tuviste una empleada desde el inicio, no vengas con patrañas —reclamó Eloísa, la madre de Filippo.—
Alessa no estaba en su casa cuando se despertó. La idea de que Martín hubiera regresado y quisiera vengarse la mantuvo estática en la cama unos instantes. No llevaba su teléfono ni nada con ella encima, salvo su ropa. El dormitorio, sin ventanas, era como cualquier otro, hasta le pareció lindo. En el velador había una nota."Ve a la terraza cuando despiertes".La puerta de la habitación estaba abierta. Bajó por la escalera al final del pasillo y se detuvo frente al ventanal del comedor. La terraza daba a un jardín que a los pocos metros se fundía con un bosque. Ni edificios a lo lejos ni los ruidos característicos de la ciudad. No era paranoico pensar que estaba en medio de la nada.Rodeó la casa de dos pisos. En la parte de atrás encontró una mesa con el desayuno servido y al responsable de su estadía allí. Lo miró como si no lo reconociera y en parte era así.—Toma asiento, por favor. Hay mucho de qué hablar —dijo él, con una sutil sonrisa.Alessa obedeció sólo para no caerse de la
Luka se despertó complacido de haber dormido de corrido aunque hubiera sido poco. La expresión de Alana revelaba el mismo sentir. ¿Quién necesitaría píldoras cuando lo tenía a él para relajarla? Y ahora estaba seguro de que la mujer hasta dormida lo extrañaba. La despertó con besos en distintas partes de la cara. Ella sonrió antes de abrir los ojos.—Buenos días —balbuceó.—¿Te gusta lo que tienes en la mano?Alessa no comprendió la pregunta hasta que la mano que aferraba el miembro de Luka se despertó del todo.—¡Hay, por Dios! ¿No te lo dejé morado?—Está perfecto, no te preocupes. ¿Todavía vas a insistir en que no extrañabas mi torre?—No voy a dar explicaciones por lo que hago estando dormida. —¿También agarras así a Filippo?—Claro que no, él lo habría considerado de mal gusto, una falta de respeto.—No termino de entender por qué estás con él.—Porque es un buen hombre. Es dulce, cariñoso, me respeta, me cuida, comprende y me ayudó a superar todos mis problemas. Intenté matarme
En cuanto se despertaron por la mañana Luka le devolvió su teléfono a Alessa. Tenía más de treinta llamadas perdidas, entre su familia, Filippo y la encargada de la tienda de vestidos de novia.Llamó a su madre.—¡Gracias al cielo, hija! Pensé lo peor. Con tu hermana fuimos a la policía. ¿Dónde estás? ¿Qué pasó?—Estoy bien, lamento mucho haberlas preocupado. Necesitaba tiempo para pensar, sólo eso.—Florencia pensó que pudiste tener una recaída o haberte arrepentido de casarte con Filippo, pero no fue eso ¿verdad?A Alessa le dolió el estómago.—Más tarde hablaremos con calma, no te preocupes. —Hija, por favor, no arruines esto. Es lo mejor que has hecho en la vida. —Te amo mamá, nos vemos.Alessa suspiró y sonrió con algo de alivio cuando Luka llegó a masajearle los hombros. —Lo mejor que has hecho nunca podría ser comprometerte con un hombre —aseguró él, que había escuchado la conversación porque Alessa usó el altavoz. —Probablemente lo mejor que has hecho ha sido nuestro proyect