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XXXIII Lo que hacía falta

Alessa miró la prominente erección de Luka y luego a Teo.

—Acelera y hagamos como que no lo vimos.

La sugerencia era de todo el gusto de Luka, pero el hombre ya los había visto y se había puesto de pie.

—Baja tú primero, yo voy en un momento.

Allá fue Alessa, media temblorosa y agitada.

—Veo que no hiciste caso a ninguna de mis recomendaciones.

—Hola Teo.

—Dile a ese tipo que se vaya, Alessa o lo echaré a patadas.

—Eso sí que no, Luka no se irá de aquí sin antes follar conmigo. Llevo queriendo coger con él desde ayer y mi paciencia ya está en su límite, así que no me hagas enojar.

Luka por fin bajó, con cada parte de su cuerpo en completo relajo. Consciente de la aversión de Teo, quiso dejarlos a solas para que conversaran con calma en la sala.

—Quédate, Luka. Estoy tan caliente que acabaré lanzándome sobre Teo si nos dejas solos, así que por favor, quédate.

Alessa le cogió la mano cuando se sentaron en el sillón. Le acariciaba los dedos, frente a la apacible mirada de Teo, que iba a
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