XVIII Ruptura

Alessa iba caminando por su jardín feo cuando Rebeca le habló, bajaba de su auto.

La mujer apenas aparecía y ya la había descubierto, eso pensó. La alerta de paranoia se encendió al instante. La invitó a entrar preparándose para recibir unas cuantas bofetadas y tal vez algún jalón de cabello. Lo esperaba, la ayudaría a entrar en razón.

—¿Quieres un té, un café?

"¿Una copa del vino que tu novio ganó para mí?".

—Un té estará bien.

Alessa le sirvió uno frío, por si se lo lanzaba encima. Y no le llevó cuchara, por si intentaba clavársela en un ojo.

—¿Lo trajiste aquí? —preguntó Rebeca, mirando la decoración de la sala.

—¿Disculpa?

—A Luka. Sé que te acostabas con él, te vi en las grabaciones de su edificio así que no lo niegues.

Descubierta como una rata. Y la serenidad de la mujer al revelar las fechorías que le había descubierto no hacía más que alarmarla.

—Sí, él vino.

Las risas de Rebeca le pusieron la carne de gallina.

—Este lugar debió volverlo loco: demasiados colores, demasiad
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