XXVI La esperanza

—La obesa volvió conmigo —empieza diciendo Luka.

—¿Cómo fue esa reconciliación?

—Fui a buscarla y hablamos. Nos faltaba hablar sobre nuestros sentimientos. Estoy enamorado de ella y ella de mí.

—¿Y sus hábitos alimenticios?

—Ella ha empezado a hacer régimen alimenticio, por iniciativa propia. Aunque conmigo hace algunas excepciones. Le prohibieron el alcohol y ha cumplido al pie de la letra, es disciplinada cuando se lo propone.

—¿Eso te gusta?

—He descubierto que con ella me gusta lo contrario. También puedo hacer algunas excepciones.

—¿Y Rebeca?

—Volvió a denunciarme, pero no logrará nada, no tiene pruebas en mi contra. Su batalla está completamente perdida. Ahora mi corazón es para la obesa.

—Que te corresponda debió darte mucha paz, ¿no?

—Sí, no imagina cuanta. Mi ansiedad ha vuelto a cero.

En el barrio residencial de Alessa, ella avanzó por su jardín con cautela.

—¿Podemos hablar? No te quitaré mucho tiempo —dijo Rebeca.

—Claro, toma asiento —señaló el banco.

La mujer se quitó
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