XXVIII Resiliencia

¿Era posible evitar reírse cuando algo te hacía gracia? Difícil. Y Alessa era de esas personas que se reían incluso cuando nada le hacía gracia. Una risa salida de la nada, de la locura que la poseía, de sus conexiones mentales trastocadas, tan espontánea e imparable como un estornudo.

Y no, no estamos hablando de reírse.

Alessa se aferró el vientre, en pánico. Las agradables contracciones de sus entrañas, que eran una bendición cuando estaba intimando con alguien, eran una maldición ahora que estaba en la mesa, con los ojos de su suegra y su cuñado fijos en ella.

Estaba roja, sudaba, se ahogaba.

—¿Qué le pasa? —preguntó Marianne.

—Tiene... tiene asma. —Luka la rodeó de la cintura para levantarla.

Alessa era peso muerto, no quería avanzar, tenía miedo de moverse. La parte baja del cuerpo había dejado de responderle.

—Vayamos a tomar un poco de aire, con eso te sentirás mejor.

Alessa se le aferró de las ropas, con la apariencia de estar sufriendo un dolor de estómago fulminante, pero
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