Una artista para el alfa.
Una artista para el alfa.
Por: MaikBa
Prólogo.

Me gusta sentir la brisa azotar mi cabello, chocar con mi rostro y sentir las partículas heladas por la lluvia. Desde que Alessandro me regaló una motocicleta ducati de motor 250 en un potente color rojo rubí, he sido la chica mas feliz del mundo. Bueno sin romantizar el tema, me ha salvado de grandes apuros y me demostró de lo que era capaz, maniobrar tan perfectamente como una piloto de carreras y claro que luego de conocer a Hunter y Abby, me adentre en el mundo de las carreras ilegales. Amo sentir la adrenalina adueñarse de todo mi ser, cuando aceleró el manubrio. Escuchar la ovación cuando cruzo la meta y les gano a todos esos idiotas que creen que, por ser hombres, son mejores al volante. Estúpidos machistas, mas de una vez les he enseñado quien es Annie.

Por otro lado, Hunter y Abby han sido mi salvación del perfecto mundo que vivo en casa. Luego de que naciera Alessia, mi tía y Alessandro formaron el hogar mas integro y perfecto de toda la ciudad, son tan herméticos y poco ortodoxos, que me aburren de sobremanera. ¿A dónde se fue la diversión? No lo sé, quizá es parte de la vida adulta. Pero con los chicos, todo es diferente, las fiestas se disfrutan más, las carreras me dejan buena suma de dinero, ya que mi tía es estricta con mi mesada mensual. Pero no podría quejarme, se ha esforzado mucho en sacarme adelante, en ser una buena figura materna para mí. No como la mugrosa de Hannah, quien siempre me dejo a mi suerte y ahora estaba por salir de prisión. Le quedaba un año, habían reducido su pena por buen comportamiento y una apelación de su abogado. ¿Para que quieren dejarla libre? ¿Para que se siga drogando? ¿Para que sea cómplice de mas delitos? Me avergüenza tanto, por suerte la mayoría cree que Mia es mi madre.   

Suspirando, subo a mi ducati, tengo algunos documentos que llevar para la matrícula inicial. Las clases no tardan en comenzar y estoy ansiosa. Amo pintar y crear, la sensación que me embriaga cuando tengo un lienzo blanco delante de mí y un pincel con toda una gama de colores a mi alcance, me llena de un placer exquisito. Es mi lugar feliz, mi tía por mis diecisiete años, me obsequió mi propio estudio de arte. Claro que quedaba dentro de la misma mansión, pero era mi lugar, mi privacidad y lo adoraba. Pronto esperaba mudarme, quería vivir la vida desde otra perspectiva, claro que mi tía se niega totalmente a dejarme ir de su casa, pero al cumplir los dieciocho su custodia queda absuelta.

Llegó al estacionamiento de la universidad y estaciono mi moto en un lugar libre, bajo y camino a paso rápido hasta la oficina de secretaria, hablo con la encargada y le entrego los documentos que faltaban y el recibo del banco. Los recibe y archiva en mi expediente, me entrega una llave y mis horarios de clases. Le agradezco y salgo de la oficina, estoy por regresar al estacionamiento, cuando choco con alguien.

—¡Fíjate por donde caminas! —reto en voz alta, me detengo a mirar el causante del impacto.

—¡Lo siento mucho! venia distraída escuchando música—responde la chica, es bajita y su cabello verde me causa gracia, parece un moco enorme. —, ¿Annie? ¿Annie Boland? ¿Eres tú?

—Ten mas cuidado, puedes ocasionar un accidente por tu distracción—regaño—, Si soy yo, ¿Nos conocemos?

—Bueno tu no me conoces, pero yo sí. ¡Te sigo en I*******m! —responde admirada—, ¡Soy mega fan de tu trabajo! ¡La obra que hiciste para Artur Bonard fue increíble!

—Ah, gracias, supongo—me encojo de hombros y continuo mi camino, después de alcanzar los cien mil seguidores en I*******m, me volví algo famosa, no digo que me desagrade, pero no es de mi gusto ser conocida, prefiero mantener mi perfil bajo.

Salgo de la universidad y camino hasta dónde está mi moto, subo en ella, me coloco mi casco y hago rugir el motor, los pocos estudiantes que hay a mi alrededor me miran fascinados. ¿En serio? ¿Tan clichés son? Estúpidos adolescentes, muevo mis pies para dar la vuelta y cuando estoy por arrancar, un auto impacta su tapo contra el lateral de mi moto, haciéndome caer al suelo en conjunto de la moto. Aturdida por el golpe, pero agradeciéndole a la diosa luna por haberme puesto el caso, me levanto enojada. ¿Qué clase de imbécil me choco? Me saco el casco y agito un poco mi cabello para desenredarlo.

—¿Qué carajo sucede contigo? ¿Acaso no sabes conducir? ¿No viste mis luces de reversa? ¡Animal! —despotrico en contra del conductor, quien se baja con indiferencia de su auto. Es un joven, demasiado guapo, que me hace abrir la boca por la sorpresa, su cabello negro azabache me recuerda a mi tío, Alessandro. Viste como un adulto, de traje de diseñador. —, ¿Te vas a quedar ahí parado como idiota? ¡Me echaste a perder mi ducati! ¡Bestia!

—¿Como una señorita tan sensual y elegante, puede expresarse de semejante forma? —responde con tono formal, lo fulmino con la mirada.

—¡Vete al carajo, niño bonito! —refuto—, Necesito el id de tu aseguradora, todos los costos de daños los pagaras.

—¿Qué? No pienso pagar nada, no ha sido mi culpa, si no suya—responde con indiferencia, entonces se acerca de una manera extraña hacia mí.

—¿Qué ocurre contigo? ¡Fue tu maldita culpa! ¡Yo tenia encendida las luces direccionales! —respondo con rabia—, ¿Por qué carajo te acercas de esa forma? ¿Perdiste la cordura? ¡Necesito que me pagues!

—Mía—responde, dejándome petrificada. Faltaba poco para mi cumpleaños numero de dieciocho y con eso mi transformación como loba. Sé todo ese cuento de los mates, pero oh sorpresa. ¡No quiero un mate! —, Lo siento, me hare cargo de todo lo que sea necesario, si me das tu nombre y donde puedo encontrarte—responde respirando con serenidad y con una sonrisa arrogante, ¿Qué sucede con este tipo?

—Mi segundo nombre es a la m****a, el primero es vete—respondo con enojo.

Se carcajea como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo, ruedo mis ojos, estoy acostumbrada a este tipo de hombres. Fingen ser “mi mate” para acercarse a mi y luego terminan diciéndome la verdad, es por ello que ya no caigo en sus mentiras. Además, no quiero un estúpido mate, no creo en el amor y mucho menos en esa extraña conexión o vinculo, como sea. Recojo mi moto, esta un poco magullada por el golpe del tapo del auto, resoplo y paso la llave por el contacto, el motor ruge y me siento tranquila. Al menos sigue funcionando, subo en ella y antes de irme le enseño mi dedo del medio al idiota ese. Su sonrisa burlona me saca de mis cávales, ¿Qué sucede con estos hombres? Condujo por las calles de la ciudad, admirando los paisajes, necesito pintar para relajarme del mal rato que acabo de pasar. Pero antes debo asegurarme de arreglar mi moto, si mi tía o Alessandro la ven así, se preocuparían y podrían quitármela.

Voy al taller de Jerry, un amigo de Hunter, lo saludo y le enseño la abolladura de mi bebé. Dice que no se demora nada en arreglarlo pero que la enderezada me costara, suspirando acepto y se pone manos a la obra. Luego de casi dos horas y treinta minutos, finalmente me la entrega como nueva y con ese brillo que tanto me gusta. Le agradezco y pago la cantidad dicha, condujo con dirección a la mansión, dejo mi moto en la cochera bajo techo, no me gusta dejarla expuesta al sol. Entró y escucho voces en el comedor, al parecer tendremos visita. Camino a paso rápido hasta el salón, no sin antes pasar por la cocina y tomar una manzana verde, mi fruta favorita.

—¡Annie, cielo! Llegas justo a tiempo, tenemos un nuevo miembro en la casa—saluda mi tía, camino con cautela, la visita se encuentra a mis espaldas. Cuando estoy por llegar hasta ellos, se da la vuelta. Esto no puede estar sucediéndome, no puedo creerlo.

—¡Tú! ¿Qué demonios hace él aquí, tía? —me quejo, ella me mira confundida y desconcertada. Mientras Alessandro parece divertido con la situación.

—Es un gusto, ahora se que su nombre es Annie—responde victorioso, con esa sonrisa arrogante que tanto odie en la tarde. —, ¿Por qué no se sienta y nos acompaña en la cena?

—¿Ustedes ya se conocían? —pregunta Alessandro, rompiendo la tensión de miradas que teníamos ambos.

—Para mí mala suerte, sí. Este idiota casi me atropella hoy en el estacionamiento de la universidad—respondo sentándome en la mesa de mala gana.

—¡Annie ese vocabulario! —regaña Mia y ruedo los ojos, dándole un mordisco a mi manzana. Me esperaba una cena muy larga…

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