01.

—¿Cómo que casi te atropella? —pregunta Alessandro sorprendido.

—Fue un accidente, la señorita no sabe conducir muy bien que digamos…—responde el arrogante, ruedo mis ojos y chasqueo mi lengua.

—No es mi culpa que no sepas reconocer las luces direccionales—me defiendo y mi tía me mira horrorizada. —, ¿Qué hace este aquí? No me han contestado esa pregunta.

—Annie, él es Archie, mi sobrino—lo presenta y abro mucho mis ojos, ¿Su qué? ¡Esto no puede estar pasándome! —, Se quedará un tiempo con nosotros, mi hermana me lo pidió y no pude negarme. Estudiara en tu universidad, podrían llevarse muy bien—responde sonriente, ruedo mis ojos, por segunda vez, a este paso quedare bizca.

—Ni en sus mejores sueños, odio a los de su clase, son tan arrogantes…—respondo en voz baja y mi tía me da una mirada de advertencia, bufo en su dirección. —, Le pediré a Rosa que me lleve la cena a mi estudio, tengo un encargo para un empresario.

—Annie, espera, no te vayas—pide Alessandro—, Estoy seguro que mi sobrino tiene algo que decirte.

—¿Qué? No tengo nada que decirle, es una maleducada—responde con cinismo, ruedo mis ojos y le doy una mirada furiosa. ¿A quién ha llamado maleducada?

—Tus modales son mucho peor que los míos, te recuerdo que ni siquiera te disculpaste —respondo mirándolo con desigualdad—, Con permiso adorable familia, pero tengo cosas que hacer y mucho mas importantes que soportar la presencia de este pesado.

Sali del comedor y busque a rosa, le pedí que llevara mi cena al estudio y continúe mi camino topándome con un torbellino de cabello negro azabache, igual a Alessandro y su odioso primo. Alessia, era una ternurita, venia corriendo de Amelia su niñera, me reí cuando se escondió detrás de mis rodillas.

—¿Por qué estas escondiéndote de Amelia? —le pregunto, dándome la vuelta y dejándola descubierta.

—¡No quiedo peinarme! —responde haciendo pataleta, me rio y niego con la cabeza.

Continuo mi camino hasta mi estudio, salgo de la casa y cruzo el jardín hasta el pequeño anexo. Saco mis llaves de mi jean y abro la cerradura, la cierro con llave al entrar nuevamente, para evitar molestias o interrupciones. Me coloco mi overol manchado de tanta pintura como es posible, me quito mis zapatos y quedo descalza sintiendo el frio de la alfombra, coloco un plástico protector para no manchar la moqueta y busco el lienzo a medio hacer. Es un retrato familiar, busco la fotografía que estoy pintando y tomo mi juego de pinceles por medida, tomo el mas angosto y fino. Delineo con suavidad el mentón del empresario, dándole la cuadratura que tiene y pintando ese singular lunar en forma de media luna. Me dejo envolver por la maravillosa sensación de paz que me da el pintar, el volverme una con mi arte. Decido encender la estéreo, me gusta pintar con mas arte, si, me encanta la música clásica o el jazz. Siento el sonido del saxofón inundar mis oídos y comienzo a bailar mientras pinto, termino el retrato del personaje principal y continuo con el de sus hijos. Dos gemelos preciosos, me divierto dibujando la nariz del mas pequeño y el cabello ondulado de su esposa.

—¡Wow! Si que sabes como recrear una fotografía, tu trabajo es increíblemente maravilloso—escucho a mis espaldas y brinco del susto, estaba sola y ahora estaba él aquí. Ruedo mis ojos. ¿Cómo es que entro ese idiota?

—¿Cómo carajo entraste? —le pregunto acusatoria, dándome la vuelta.

—La ventana estaba abierta—responde encogiéndose de hombros y señalando la ventana que efectivamente estaba abierta. Suspire con cansancio. —, ¿Qué técnica usaste? Porque puedo ver que usaste el contraste de grises.

—No es tu asunto, fuera de mi estudio—respondo cruzándome de brazos—, Vete, odio que entren a mi estudio y estas con zapatos. Lo cual lo agrava todo aún más, ensucias mi alfombra.

—Calma fiera, solo preguntaba—responde—, ¿Siempre eres así de borde? Imposible entablar una conversación contigo.

—¿Qué mas te da? No me interesa llevarme bien contigo—respondo—, Desde el momento que me chocaste, te ganaste mi odio. ¿Sabes cuánto me costó la magulladura de mi moto?

—¿Me odias por haber chocado tu moto? —pregunta entre risas—, Te comprare una nueva si gustas…

—¿Ves? Típico, de los de tu clase—respondo, cruzándome de brazos. ¿En serio se ofreció a comprarme una nueva? ¡Ni siquiera quiso hacerse cargo de los gastos!

 —¿De mi clase? Me temo que no me conoces, pero presumes hacerlo. —responde, me esta tuteando. ¿Por qué es tan intenso? No puede dejarlo ser y ya, debería irse a dormir, que se yo. —, Me disculpo por lo ocurrido en la tarde, pero no me gustaría que tengamos conflictos. Después de todo viviremos bajo el mismo techo.

—No por mucho, niño bonito—respondo, sonriéndole sin gracia—, ¿Ya te puedes ir?

—¿Crees que soy bonito? —pregunta con esa sonrisa llena de arrogancia, resoplo—, ¿Irme? ¿Adonde?

—Si te vas a quedar, mantente en silencio—respondo, dándome por vencida.

Asiente y decido ignorar su presencia, diga lo que le diga no se ira. Parece que no solo es arrogante, si no también terco. Respiro profundo y retomo donde quede, una pincelada me sale mal y cierro mis ojos con fuerza. Me frustra cuando me sucede, soy muy perfeccionista y obstinada, pero me gusta hacer mi trabajo bien. Lo corrijo con pintura color piel y suspiro con tranquilidad al observar que se ve bien, no se nota que me fallo el pulso y eso es lo importante. Archie permanece en silencio, observándome con admiración. No me gusta ser presumida, pero el arte es lo mío. Sonrío con satisfacción al ver mi obra terminada, el retrato quedo exactamente idéntico a la fotografía.

—Vaya, que talento el que tienes, mujer—admira Archie, le doy un asentimiento en respuesta—, Si no fueras malgeniada, serias perfecta…—comenta divertido y ruedo mis ojos.

—Que gracioso eres, ¿Por qué no entras al circo de la ciudad? estaban buscando a un payaso—le respondo con diversión.

—¿En serio? Creo que me postulare, soy muy bueno—responde y suspiro con fastidio. —, ¿Por qué odias tanto al mundo? Toda tu irradia odio.

—No es tu problema, cara bonita—respondo suspirando, entonces recuerdo lo de esta tarde—, ¿Por qué carajo esta tarde te acercaste tan extrañamente a mí?

—Porque parece que la diosa luna nos odia a los dos y nos unió—responde con diversión y lo miro mal—, Estoy casi seguro de que eres mi mate. Tu olor es exquisito para mí.

—¡Puff! ¡Que buen chiste! Deberías estudiar comedia—respondo con sarcasmo, me da una mirada seria—, Créeme que no necesito a un mate, peor si eres tú.

—¿Cómo? ¿Acaso sabes lo importante que son los mates? —pregunta sorprendido—, Igual, no estoy seguro de que lo seas, solo fue una corazonada.

—Tampoco es como que me importe, no quiero un mate. El amor es una estúpida ilusión—respondo encogiendo mis hombros.

—¿Hueles eso? —pregunta y lo miro desconcertada, olfatea como si de un perro se tratase—, Huele a un corazón roto, parece que es el tuyo.

—Idiota—farfullo y me doy media vuelta.

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