Ciudad de México.
Tres años después.
Al salir del ascensor, los firmes pasos de un atractivo hombre, atrajeron la mirada de las empleadas, que cada mañana se deleitaban con su presencia, al verlo pasar. Desde hace dos años, que llevaba como director nacional de una empresa automotriz de gran prestigio.
Su exquisito aroma a matices de mandarina, incienso y musgo inundaban el ambiente del lugar dejando un aura atrayente.
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Dentro de los cubículos, dos jóvenes, perdían el aliento por él.
—Ese hombre me vuelve loca —Ana mencionó, suspirando profundo.
—¿Y a quién no, si es uno de los hombres más atractivos de todo el mundo —respondió su compañera quien tenía los labios entreabiertos, sin ocultar lo mucho que le gustaba.
— ¿Tendrá novia?, ¿será casado? —cuestionó Ana.
—Ni idea, ese hombre mantiene su vida privada en completo hermetismo —refirió.
Mientras hacía su trayecto, su profunda aceitunada mirada, recorrió aquellas modernas instalaciones, observando los ordenados cubículos, hasta los gabinetes en tono maple. Disfrutaba de la agradable iluminación que se filtraba a través de los grandes ventanales.
Se detuvo unos segundos, observó con discreción su impecable imagen, en uno de los vidrios espejados que tenían en la puerta. Ladeó sus labios y sonrió con orgullo al reflejar lo que deseaba, modelando uno de sus costosos trajes en color gris oscuro, con aquella fina y reluciente camisa blanca con una corbata de seda en tono celeste. Aunque muy en el fondo, un profundo vacío encabezaba su vida.
Antes de ingresar su asistente le dio la bienvenida y le entregó su carpeta.
—Bienvenido, doctor —mencionó Miranda.
—Gracias —Ernesto respondió.
—Ya se encuentran todos los directivos —dijo la joven—, parece que están inquietos por los inconvenientes que se han tenido en la plaza de Chihuahua.
—Me lo imagino, ya me puse en contacto con el director de allá, ayúdame a enlazar una videollamada con él, por favor.
—Así lo haré —la joven respondió y se retiró.
Después de finalizar se dirigió a su oficina, la cual era dos veces más grande que la de todos en la empresa. Colocó su tablet sobre el escritorio de cristal y acomodó la placa con su nombre indicando que era el presidente.
Deseo salir a tomar un poco de aire fresco, luego de llevarse más de lo esperado en aquella reunión. De inmediato corrió la puerta de cristal, respiró hondo disfrutando de sentir como el aire golpeaba su rostro, además de poder ver la hermosa panorámica de la ciudad.
De pronto su móvil vibró por lo que lo tomó entre sus manos. En ese instante, al momento de verlo; su mirada se llenó de una profunda melancolía. Al recordar que era el cumpleaños de la mujer que más había amado en el mundo, y la perdió sin poder aclarar lo que sucedió aquella noche, que cambió sus vidas.
Colocó las manos sobre la barandilla y presionó con fuerza, entonces aquel vacío en el que vivía, lo envolvió recorriéndolo acompañado de una fuerte descarga. Inclinó su rostro observando la enorme altura en la que se encontraba, sin poder evitarlo, sus humedecidos ojos dejaron caer algunas lágrimas, llenas de dolor.
Su mente se trasladó al momento en que viajó en compañía de Sandra, quien había sido su jefa, a la ciudad de Guadalajara, por cuestiones de trabajo:
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Horas después de haber concluido con una reunión en una de las sedes, se dirigieron a cenar. En seguida de eso, no lograba recordar con claridad, nada de lo sucedido esa noche; hasta la mañana siguiente, cuando unas suaves caricias sobre su pecho hicieron que despertara. Disfrutó del tacto de aquella tibia piel. Luego de unos segundos, sus ojos se abrieron de par en par al momento de reconocer a la persona que se encontraba tocándolo, entonces con gran rapidez se movió de la cama alejándose de ahí.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —inquirió cubriendo su sexo con una de las sábanas.
Sandra ladeó su rostro al observar su cuestionamiento.
— ¿Cómo que, qué estoy haciendo aquí? —repitió, ofendida—. Anoche vine a acompañarte porque se te pasaron las copas y cuando te ayudé a recostarte, no me dejaste ir. Me acercaste a ti y me besaste, yo… no me pude resistir, ya que siempre me has gustado —confesó—, y una cosa nos llevó a la otra, después de esto, pensé que tú sentías algo por mí. —Su voz se fragmentó.
Ernesto frunció el ceño sintiéndose extrañado, por lo que ella refirió, pero la realidad es que no podía pensar con claridad.
—No, esto no debió pasar. Sabes que estoy enamorado de Aline; ella es todo para mí —explicó abatido.
—Mientras me hacías tuya… dijiste que sentías mucha admiración y que me deseabas desde hace mucho tiempo —comentó sollozando.
—Es verdad, te admiro, y te estoy agradecido porque hiciste todo lo que estaba entre tus manos para que no perdiera mi trabajo, luego que desperté del coma, pero solo eso.
—Yo te amo, Ernesto. Sé que soy 10 años mayor que tú; sin embargo, para el amor no hay edad y después de lo que ocurrió entre nosotros voy a luchar por ti —afirmó—. Estoy segura que muy en el fondo sientes algo por mí, no por nada me hiciste el amor y me hiciste vibrar como nadie lo había hecho.
El joven giró su rostro buscando su ropa, para poder salir de ahí. Sin imaginar que Sandra, había enviado un video a Aline, en el momento que estaban teniendo relaciones. Luego de su novia, no volvió a responderle al teléfono, por lo que fue Alondra, su hermana, quien le llamó para comunicarle lo que ocurría. Ernesto de inmediato salió hacia la ciudad de México, buscando intentar aclararlo todo, pero no supo más de ella; como si la tierra se la hubiera tragado.
Dos meses después, Sandra fue a conversar con él, haciéndole saber que aquella noche había tenido consecuencias, le entregó un sobre con sus análisis clínicos.
Ernesto sacó de su bolsillo aquel papel que le dio, entonces leyó una vez más los resultados.
—Positivo —dijo aun sin creer—. Dame la fuerza para hacer las cosas bien —suplicó—. No sé cómo seguiré ahora que Aline se fue —sollozó—, lo haré lo mejor que pueda, por el hijo que espera Sandra, porque no deseo que corra la misma suerte que mi hermana y que yo. Juro que será muy feliz. —Presionó con fuerza sus puños—. Aun con el corazón sangrando, seguiré con mi vida, pero nunca volveré a creer en nadie —hipo.
***
Ernesto pasó saliva con dificultad, ante aquellos recuerdos, volvió al presente.
—Hasta un hombre condenado a pena de muerte, merece ser escuchado —inquirió con frustración—. Ahora ya es demasiado tarde para nosotros, porque abandonaste el mundo terrenal y yo no encuentro como volver a reconstruirme. — Limpió con el dorso de su mano las lágrimas que escurrían—, espero que desde donde te encuentras sepas que eres el amor de mi vida.
Sierra Tarahumara, Chihuahua.Una hermosa joven, con cabello castaño claro a la altura de la mitad de la espalda, caminaba por las humildes calles del poblado de Guachochi sosteniendo un bolso, para comprar algunos víveres. Abrochó los botones del desgastado abrigo que usaba. Exhaló observando cómo salía vaho por su boca.Ingresó a la tienda de aquella comunidad, pasó por la estantería y tomó un bote de leche en polvo y unas piezas de pan. Luego de pagar sus compras, salió del lugar para dirigirse al pequeño cuarto que alquilaba desde hacía un par de años.Caminó a toda prisa un par de calles, en cuanto ingresó a su habitación. Sonrió al observar que aún dormía aquella pequeña que era el motor de su vida. Se acercó a ella y la arropó más, debido a que disminuía más la temperatura. Encendió la reducida parrilla que tenía y comenzó a calentar la leche.—Hace frío —una tenue voz expresó.—Te desperté, lo lamento —mencionó con ternura.Instantes después colocó el líquido tibio en un vaso
Ciudad de México.Al día siguiente.Eran casi las 6:00 de la tarde cuando Ernesto llegó al apartamento donde residía Sandra, esperaba con impaciencia a que la mujer le abriera. Justo cuando ella lo hizo, frunció el ceño al observarla.— ¿Cuál es la emergencia? —indagó con preocupación e ingresó al piso detrás de ella.Sandra presionó con fuerza sus dientes y su puño, entonces tomó su móvil y lo desbloqueó.—Esto. —Señaló las imágenes que tenía—. Es mi emergencia ¿Me puedes decir quien es esa mujer con la que te estás besando, y te la estás llevando a un hotel? —gritó furiosa.Ernesto ladeó los labios.—Baja la voz —solicitó gesticulando con incomodidad—. No tengo porqué darte explicaciones de mis actos. —Soy la madre de tu hija —expresó con molestia—, no le estás dando un buen ejemplo —indicó.—Lo que haga con mi vida privada no es asunto tuyo. Te voy a pedir que dejes de estar acechándome o te voy a denunciar por acoso —inquirió molesto—. Si en el pasado no lo hice, fue por mi hija
Sierra de Chihuahua.Eran las 7:00 pm cuando Aranza se encontraba en compañía del doctor Martín, recorriendo un campamento de un grupo de inmigrantes que estaba asentado a las afueras del pueblo.Sacaban víveres y se los entregaban a las personas necesitadas. La joven observaba con tristeza las carencias que pasaban, aunque ella vivía una situación complicada, agradecía tener un techo y un trabajo para poder sostener a su pequeña hija.Aprovechando que se encontraba ahí, el médico revisó a algunas personas. Estaban finalizando de curar a un pequeño, luego de que cayó de un árbol, cuando el sonido de un grupo de autos, lo inquietó.—Tenemos que irnos —expresó tomando de la mano a la joven.Aranza observó que el semblante de las personas que se encontraban ahí, cambió.— ¿Qué ocurre? —indagó con preocupación.—No debí traerte —enunció alarmado.Martín tomó de la mano a la chica y salió de la carpa en la que se encontraban. Caminaron a toda prisa hasta su jeep, estaba abriendo la portezu
Luego de que Alondra despertó por que Andy estaba inquieta, escuchó ruido en la planta baja, por lo que se asomó por las escaleras, entonces miró a doña Ofe y su hermano bebiendo, su corazón se agitó al ver a su hermano abatido, con discreción subió, afligida.— ¿Qué ocurre cariño? —Álvaro cuestionó.—Ernesto, está hecho un mar de lágrimas con tu abuela— Escondió su rostro en el pecho de él.Álvaro inhaló profundo sabiendo que su abuela también estaba igual, luego de que por la tarde ambos bebieron un par de tragos.— ¿Están bebiendo? —indagó algo preocupado.—Sí —respondió—, llevan un poco más de la mitad de una botella. — ¿Por qué? —cuestionó con curiosidad.—Porque doña Ofe ya había bebido unas copas conmigo, estoy seguro que va a terminar en estado inconveniente; me temo que va a querer salir en la gala de la tigresa del oriente, en el peor de los casos, podría ser en su traje de Eva, a la alberca. —Bromeó, se puso su bata y sus pantuflas para averiguar el recuento de los daños.*
Ciudad de México.Lunes.Eran las 7:30 am y Sandra caminaba como león enjaulado de un lugar a otro, observando con impaciencia su reloj, esperando a que Ernesto le entregara a Lis.Minutos más tarde el timbre de su puerta sonó, por lo que abrió con rapidez. Sonrió al ver a su hija en brazos del hombre que tanto la enloquecía.—Buenos días —Ernesto saludó con tranquilidad.—¿Qué tal la pasaron? —la mujer indagó.—Muy bien —respondió e ingresó para recostar a su hija sobre su cuna—. Solo un detalle. La niña tenía rozaduras, espero que no se vuelva a repetir —sentenció.Sandra sacudió su rostro unos minutos.—Voy a hablar con la niñera —refirió—. No puedo estar pendiente todo el día de la niña —mencionó.—Esto fue en los días que estuviste de vacaciones —indicó presionando su mandíbula con fuerza.Sandra pasó saliva con dificultad al escuchar el tono de su reclamo, por lo que giró en su eje y le dio la espalda para evitar mirarlo a los ojos.—Tuve cosas que hacer, por lo que le pedí ayud
Dos meses después.Sierra Tarahumara, Chihuahua.Aranza se encontraba en la pequeña clínica que había en el centro del poblado, buscaba algunos medicamentos para entregarle a una paciente que había quedado en ir por la tarde por ellos, cuando escuchó como un joven entraba gritando con agitación, buscando al doctor Martin.La enfermera salió de inmediato buscando averiguar qué es lo que ocurría.—Doctor Martín, doctor Martín —gritó el muchacho.— ¿Qué ocurre? —Aranza se acercó a él.— ¿Dónde se encuentra el doctor? —cuestionó aquel joven.—Salió a visitar a una familia que vive en un pueblo vecino —refirió.El chico abrió los ojos de par en par al escucharla, entonces se giró en su eje y salió corriendo de la clínica. Aranza frunció el ceño con extrañeza al no comprender su reacción; entonces, segundos después el mismo muchacho ingresó, con el hombre que los encañonó cuando acompañó al campamento al médico.Caminaron a grandes zancadas hacia ella, entonces desenfundó su arma y le apunt
Aranza se encontraba llegando a algún recóndito lugar, dentro de las profundidades de la sierra. Durante todo el camino, sus ojos permanecieron vendados. Sus manos sudaban ante la incertidumbre de lo que le podía esperar. Momentos después el jeep comenzó a disminuir la velocidad, supo entonces que acababan de llegar. En cuanto el auto se detuvo, uno de los hombres abrió la portezuela del lado donde ella viajaba, la tomó de uno de sus brazos para ayudarla a descender. Aranza presionó con fuerza las asas de su maletín médico y caminó siendo guiada por el sujeto, hasta que le retiraron el vendaje, entonces frotó sus ojos con suavidad, intentando poder enfocar su visión. Se dio cuenta que se encontraba en el interior de una cabaña, distinguió que tenían sobre la mesa del comedor a un hombre recostado, por lo que de inmediato se acercó a él. —Es mi hijo —Ezequiel dijo—. Tienes que curarlo, por eso te trajimos. —Se puso de pie del sillón donde lo acompañaba. Aranza separó sus labios e
Dos días después.Ernesto estaba tan agobiado que tomó un avión en horas de la mañana y partió rumbo a Chihuahua, buscando alejarse de todo, estaba harto de Sandra y sus reclamos, no podía sacarse de la mente aquella imagen de Aline y luego recordaba las palabras del investigador en donde quitó la esperanza de que quizás estaba con vida, por lo que decidió tomar personalmente el asunto de planta al que iba. Se quedó tranquilo al haber contratado a una niñera, recomendada por su hermana, la cual se quedaría día y noche y cuando fuera su día de descanso Alondra o su mamá pasarían por ella. Pasó un par de días trabajando y luego decidió tomarse una semana fuera, para recorrer la majestuosa Sierra Tarahumara. Luego de recorrer parte de la sierra por el tren el Chepe, recorrió algunos destinos turísticos en donde conoció a una hermosa joven llamada Kenia, la cual lo llevó a su siguiente destino: Creel, ahí comieron y quedaron de verse al día siguiente, luego de un par coqueteos, se despid