Contra todo su buen juicio, Rubén decidió hacerle caso a Sergio y emprender el viaje a Dusan acompañado de Rosalin y de Violeta. Para la gente común podía no tener importancia, pero en su mundo, llevar a su familia a las fauces de otro león era una enorme muestra de confianza. Había reglas claras y Rubén podía llevar a la ciudad todo un ejército armado hasta los dientes, pero a la casa de Alexander ellos deberían entrar solos, así como Molina lo había hecho en la suya.

Molina era un hombre de palabra, él no atentaría contra su esposa y su hija incluso si estuvieran en guerra, las familias se respetaban porque las venganzas solo ocasionaban la aniquilación total de los clanes. Especialmente Alexander, a quien un clan rival le había asesinado a su esposa embarazada unos años atrás, fue una tragedia terrible y la revancha contra sus enemigos fue apocalíptica.

Ahora, Rubén debía decirle la verdad al sujeto, las pesquisas de Sergio en sus terrenos y especialmente sobre su padre no tardaría