Capítulo 55

Dicho esto, Rubén le asestó el primer golpe justo bajo las costillas. Estaba usando una de las manoplas más pequeñas que tenía, no quería matarlo ni molerle los huesos, él tenía la sospecha de que iba a necesitar al doctor vivo, al menos para refutar a Rosanna. Así que solo quería desquitar su enojo como si el cuerpo de Pinzón fuera un saco de boxeo.

Para el momento en el que Sergio lo detuvo, el tipo ya se había meado encima, estaba desmayado y su rostro no lo reconocería ni su propia madre.

—Víctor, bájalo, que lo laven y cambien. Dale una celda y no lo dejes morir, lo necesito vivo y capaz de hablar.

—Entendido, jefe.

Rubén se lavó las manos en el fregadero que tenían ahí, sus nudillos estaban lastimados por el metal de la manopla, pero no tanto como si lo hubiera golpeado directamente con sus puños.

—Estás hecho una mierda, no puedes llegar así a la casa.

—¿Alexander te avisó de algo?

—No.

—¿Azucena?

—No contestó, debe seguir en el quirófano.

—Creo que necesito otro trago. No sé c
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