Javier estaba sin palabras. Porque eso que Rosalin le decía no era una amenaza, ni una advertencia, ni siquiera un regaño, su jefa estaba ahí con los ojos aguados suplicándole que no se involucrara emocionalmente con la prisionera que ambos sabían que iba a ser torturada y asesinada en un par de meses cuando naciera su hijo.La sentencia no había cambiado, la misma Magnolia lo sabía y trabajaba para aceptarlo. De eso hablaban ellos dos y Víctor, porque ambos tenían una visión de la muerte que no implicaba lágrimas ni despedidas y parecía servirle de consuelo a la chica. Rosalin tenía todo el derecho de ordenarle que no la viera nunca más, aun así, le estaba pidiendo que no le quitara su venganza porque ella no lastimaría a alguien a quien su amigo amara. Vaya, esa pequeña mujer nunca dejaba de sorprenderlo.—Le aseguro que no hay nada de lo que deba preocuparse, señora. Magnolia sabe cuál es su destino y nosotros también.Javier lo dijo con sinceridad mirándola a los ojos y Rosalin as
A pesar de tener lágrimas en el rostro y seguramente un terrible dolor en sus manos, Rosanna continuaba hablándole con el mismo cinismo, desprovista de cualquier emoción, y eso cocinaba a fuego lento las entrañas de Rosalin. Esa maldita mujer enfrente suyo le había quitado todo lo que tenía de su antigua vida y también quería quitarle lo que había conseguido en esta.—No creas que vas a ganar. Jazmín y su bebé están vivos y en perfectas condiciones. Margarita y mi sobrino también. Tú vas a morirte y todos olvidaremos que alguna vez exististe, en cambio ellas y yo seremos felices con los hombres que amamos y nuestros hijos. ¡Así que tú perdiste!—¿En serio? ¿De verdad crees que Rubén va a ser feliz cuando encuentre a la mocosa muerta? Él quiso ahorcarme por una simple bofetada que le di, imagínate cómo se va a poner cuando sepa que su florecita se murió por tu culpa.—¡Deja de lavarte las manos! ¡La única culpable del secuestro de Violeta eres tú!—Pues… Cuando Rubén me lo pregunte, le
Rubén se sorprendió al enterarse de que Rosanna estaba recluida en el centro médico, la curiosidad fue más fuerte que el desagrado y se asomó a la habitación donde la tenían, allí la vio amarrada a la cama con correas de cuero, incluso cuando todavía permanecía inconsciente. Al ver la venda abultada en su muñeca, evidenciando que ya no había nada más ahí, un escalofrío lo recorrió asumiendo que algo terrible había sucedido.—¿Quién le hizo eso? —cuestionó a Víctor acorralándolo.—La señora Rosalin le lastimó la mano, no había mucho que hacer para salvarla y ella me dio la orden de amputarla sin dejarla morir, por eso la traje aquí, en la celda se puede infectar.—¿Por qué diablos la dejaste hacer eso?
—Te ves muy mal, hermanito.Con esas palabras Rubén saludó a Rolando al entrar en la sala de tortura, él todavía permanecía colgado, ya debía haber perdido la sensibilidad en las manos y los calambres seguramente eran insoportables. Lo más que aguantaron en el entrenamiento fueron tres días, más de eso causaba daño en el hombro y Jacinto no lo permitía. Él podía recordar lo doloroso y frustrante que era, porque al no tener un punto fuerte de apoyo, ni siquiera podían impulsarse con los pies.Rolando no respondió, su cuerpo estaba cubierto de sudor y olía a orina, Víctor ya le había retirado las hormigas, pero le informó que el dolor permanecería por horas. Rubén no quería cortarlo, estaba bastante seguro de que él buscaría la manera de recibir más daño del necesario para acelerar su muerte. Así que comenzó a rondarlo hablándole de cualquier tontería y soltando preguntas en medio de la conversación que el preso no respondía.Ni una sola palabra salía de su boca más que gruñidos y quejas
Las ruedas de las camionetas chirriaron contra el pavimento en el momento de frenar, rompiendo el silencio de la noche.Sin demora, docenas de hombres bajaron de un salto de los vehículos y corrieron alrededor de la bodega tomando sus posiciones. Era un pequeño ejército de soldados armados y listos para actuar. Las órdenes eran silenciosas, gestos con las manos y susurros por los intercomunicadores que les indicaban exactamente qué hacer.No se alcanzaba a percibir ningún sonido en el interior del edificio y el comandante de ese operativo estaba aterrado, aunque su semblante duro y el ceño fruncido no dejaran traslucir sus sentimientos de pánico, en su interior, él se estaba derrumbando a cada segundo con el pensamiento aterrador de que ya fuera demasiado tarde para salvar a su esposa.Una enorme puerta oxidada y corroía era todo lo que lo separaba de un reencuentro feliz o del peor hallazgo de su vida, aunque quisiera sentarse y respirar un poco, él no podía darse el lujo de perder u
Luego de dar órdenes para que su grupo de élite se quedara al cuidado de su esposa y amenazarlos con asesinar hasta el primo más lejano si permitían que algo le sucediera, Rubén se subió en una camioneta y manejó por su cuenta rumbo a la bodega, donde Sergio le había informado que ya se encontraban sus amigos policías para apersonarse de la investigación.Mientras conducía aferrado al volante con tanta fuerza que se le blanqueaban los nudillos, recordó inevitablemente la primera vez que vio a su amor, siete años atrás, cuando ella era apenas una jovencita de veinte años.Él iba para una reunión de negocios y el auto se detuvo en un semáforo, estaba impaciente y algo estresado, por eso le molestó el alboroto en la acera y se volteó a mirar, allí estaba ella, con una sonrisa más radiante que el sol y el viento agitando su largo cabello rubio. Al parecer ella y su amiga estaban recogiendo algunas cosas del suelo en medio de carcajadas.Rubén quedó prendado por su belleza angelical, pero
Los gritos de los niños y sus risas divertidas resonaban en el patio. Rosalin los miraba recargada en una columna con una sonrisa bailando en sus labios. Ella amaba verlos felices mientras saltaban y corrían persiguiéndose unos a otros, por eso había escogido ser maestra, aunque el salario no fuera el mejor, no importaba, ella disfrutaba cada momento que podía compartir con ellos.—¿No te cansas de verlos? —preguntó su amiga Lilly que llegaba a su lado ofreciéndole un café.—Nunca, disfruto mucho verlos así de contentos, sus risitas son mi combustible.—Eso explica que nunca te canses. Ni siquiera te tomaste el permiso por tu luto. Deberías descansar unos días, linda.Rosalin entendía la preocupación de su amiga, su madre había fallecido una semana atrás y ella era su única familia en el mundo, todos esperaban que estuviera devastada, pero nadie sabía que ella solo sintió alivio con esa muerte.No podía decírselo a nadie, la tildarían de mala hija, desagradecida, indolente y muchas co
—Voy a ser honesta contigo, Rosalin. No vengo buscando una relación fraternal, nunca tuve hermanos y no necesito una ahora, sin embargo, sí necesito de tu ayuda con un asunto y estoy dispuesta a ser muy generosa al respecto. Mi esposo es un hombre muy adinerado.—¿Estás casada? Qué bien.La sonrisa sincera de Rosalin le hizo fruncir el ceño a su gemela y mirar a Kal con cara de: “¿acaso es idiota?”, de todo lo que le dijo ella solo se quedó con la parte de que tenía un esposo.—Sí, también tengo una hija de seis años.—¿Soy tía? Oh, Dios, esto es tan… Emocionante.Rosalin se movió hacia el otro extremo del sofá, quedando apenas a unos centímetros de Rosanna, la miraba con una sonrisa enorme y parecía que todo el miedo anterior había desaparecido.—Rosalin, concéntrate, tengo poco tiempo para estar aquí y necesito que me escuches atentamente.—Oh, sí, claro, lo siento.—Vengo a proponerte un trato, sé que necesitas dinero y yo puedo darte mucho si me ayudas con algo.—¿Qué necesitas?—