Las ruedas de las camionetas chirriaron contra el pavimento en el momento de frenar, rompiendo el silencio de la noche.Sin demora, docenas de hombres bajaron de un salto de los vehículos y corrieron alrededor de la bodega tomando sus posiciones. Era un pequeño ejército de soldados armados y listos para actuar. Las órdenes eran silenciosas, gestos con las manos y susurros por los intercomunicadores que les indicaban exactamente qué hacer.No se alcanzaba a percibir ningún sonido en el interior del edificio y el comandante de ese operativo estaba aterrado, aunque su semblante duro y el ceño fruncido no dejaran traslucir sus sentimientos de pánico, en su interior, él se estaba derrumbando a cada segundo con el pensamiento aterrador de que ya fuera demasiado tarde para salvar a su esposa.Una enorme puerta oxidada y corroía era todo lo que lo separaba de un reencuentro feliz o del peor hallazgo de su vida, aunque quisiera sentarse y respirar un poco, él no podía darse el lujo de perder u
Luego de dar órdenes para que su grupo de élite se quedara al cuidado de su esposa y amenazarlos con asesinar hasta el primo más lejano si permitían que algo le sucediera, Rubén se subió en una camioneta y manejó por su cuenta rumbo a la bodega, donde Sergio le había informado que ya se encontraban sus amigos policías para apersonarse de la investigación.Mientras conducía aferrado al volante con tanta fuerza que se le blanqueaban los nudillos, recordó inevitablemente la primera vez que vio a su amor, siete años atrás, cuando ella era apenas una jovencita de veinte años.Él iba para una reunión de negocios y el auto se detuvo en un semáforo, estaba impaciente y algo estresado, por eso le molestó el alboroto en la acera y se volteó a mirar, allí estaba ella, con una sonrisa más radiante que el sol y el viento agitando su largo cabello rubio. Al parecer ella y su amiga estaban recogiendo algunas cosas del suelo en medio de carcajadas.Rubén quedó prendado por su belleza angelical, pero
Los gritos de los niños y sus risas divertidas resonaban en el patio. Rosalin los miraba recargada en una columna con una sonrisa bailando en sus labios. Ella amaba verlos felices mientras saltaban y corrían persiguiéndose unos a otros, por eso había escogido ser maestra, aunque el salario no fuera el mejor, no importaba, ella disfrutaba cada momento que podía compartir con ellos.—¿No te cansas de verlos? —preguntó su amiga Lilly que llegaba a su lado ofreciéndole un café.—Nunca, disfruto mucho verlos así de contentos, sus risitas son mi combustible.—Eso explica que nunca te canses. Ni siquiera te tomaste el permiso por tu luto. Deberías descansar unos días, linda.Rosalin entendía la preocupación de su amiga, su madre había fallecido una semana atrás y ella era su única familia en el mundo, todos esperaban que estuviera devastada, pero nadie sabía que ella solo sintió alivio con esa muerte.No podía decírselo a nadie, la tildarían de mala hija, desagradecida, indolente y muchas co
—Voy a ser honesta contigo, Rosalin. No vengo buscando una relación fraternal, nunca tuve hermanos y no necesito una ahora, sin embargo, sí necesito de tu ayuda con un asunto y estoy dispuesta a ser muy generosa al respecto. Mi esposo es un hombre muy adinerado.—¿Estás casada? Qué bien.La sonrisa sincera de Rosalin le hizo fruncir el ceño a su gemela y mirar a Kal con cara de: “¿acaso es idiota?”, de todo lo que le dijo ella solo se quedó con la parte de que tenía un esposo.—Sí, también tengo una hija de seis años.—¿Soy tía? Oh, Dios, esto es tan… Emocionante.Rosalin se movió hacia el otro extremo del sofá, quedando apenas a unos centímetros de Rosanna, la miraba con una sonrisa enorme y parecía que todo el miedo anterior había desaparecido.—Rosalin, concéntrate, tengo poco tiempo para estar aquí y necesito que me escuches atentamente.—Oh, sí, claro, lo siento.—Vengo a proponerte un trato, sé que necesitas dinero y yo puedo darte mucho si me ayudas con algo.—¿Qué necesitas?—
Rosanna le dijo que sí, ella no podía arriesgarse a que Rubén se molestara y le cerrara los chorros de oro que despilfarraba a su antojo, así que solo se dedicó a tener tanto sexo con su esposo como si fueran conejos en celo después de tomar afrodisiacos, esa fue la parte buena del trato.Lo malo vino seis meses después cuando Rubén descubrió que ella seguía tomándose las pastillas anticonceptivas y tuvieron la discusión más grande de sus vidas.Nunca lo había visto tan furioso, lo desconoció por un momento mientras le gritaba y arrojaba contra las paredes las cosas que encontraba a su paso, de verdad le tuvo miedo y no encontró más remedio que ponerse a llorar desconsolada.Rubén jamás podía resistirse a eso, él le bajaría la luna si ella se la pedía para calmar sus lágrimas. Sin embargo, esa vez no funcionó, su esposo no lo quiso ver por casi dos semanas y Rosanna ya se temía que le pidiera el divorcio.Sus padres estaban furiosos también, aunque los Salazar no se permitieran un div
Rosanna no se atrevió a ver a Rubén a la cara, el otro parecía que no estaba ni respirando y ella solo tocó su mejilla con la mano temblorosa, sintiendo la piel caliente y el ardor característico de las palmadas. Dejó que un hilo de sangre bajara por su barbilla y escuchó a Rubén jadear sorprendido al verla.—Amor… Yo… Yo no quería… Perdóname, por favor.—No me toques.La chica se encogió y retrocedió dos pasos levantando los brazos para cubrir su rostro en un gesto de defensa que le rompió el corazón a Rubén, él estaba demasiado acostumbrado a que la gente le tuviera miedo, pero no su preciosa esposa, ella no debería sentir eso jamás.—Lo lamento, de verdad, no sé qué me pasó… Yo…—No digas nada. Solo vete.—No, Rosie, déjame verte, voy a traerte hielo para que no se te inflame. Mi amor, perdóname, por favor, te juro que no sé qué me pasó, yo perdí el control.—¿Quieres saber qué pasó? Acabas de demostrarme que no solo no me amas, sino que tampoco me respetas. Nunca pensé que pudiera
Rubén sabía que había sido una excelente idea invertir tanto dinero en ese sistema, eso le garantizaba saber exactamente dónde estaba su esposa cuando hacía cosas como esta.Se tranquilizó y continuó con el trabajo pendiente, revisando periódicamente el mapa y comparándolo con los informes de Rolando. Al parecer, Rosanna iba rumbo a la casa de sus padres.Allí permaneció por varias horas y Rolando le informó, sobre las cinco de la tarde, que ya iban de regreso a la casa, así que Rubén también se preparó para salir de su oficina, debía llegar a casa con muchas rosas rojas y tratar de pedir perdón. No obstante, justo cuando iba a dejar la oficina, recibió una nueva llamada.—Señor, ¿Puede ver a la señora Rosanna en el rastreador?—¿Otra vez la perdieron?—Lo siento, señor, iba muy rápido y nos detuvo el semáforo.—No sé para qué les pago tanto dinero si yo debo hacer el trabajo.Rubén respondió con buen humor, él mejor que nadie sabía lo escurridiza que podía ser su Rosie cuando se lo p
—Rubén, tienes que dormir. —Sergio llegó a su lado para intentar convencerlo una vez más.—No tengo sueño. —Rubén le dio una calada a su cigarro y lanzó el humo con los ojos cerrados y la cara hacia arriba. Estaba muy cansado, pero no podía conciliar el sueño sin pensar en su esposa.—Llevas tres días en vela, claro que tienes sueño. Esto no es tu culpa, si Rosanna no hubiera estado haciendo una de sus pataletas nuestros chicos no hubieran permitido que nadie se le acercara.—Deja de culparla, podría estar muerta para este punto, ni siquiera han pedido rescate.—Hasta que no encontremos su cadáver, ella está viva, ¿entiendes?—Sergio, déjame en paz, no estoy de humor para lidiar contigo.—Pues qué mal, porque, a menos de que me dispares, no hay manera en la que me aleje de ti en este momento.—Eres un maldito dolor de cabeza.—Soy todo lo que quieras, pero no estas bien, Violeta está preocupada porque te vio gritando a los chicos y se asustó. Ve a verla, pero antes tienes que bañarte