Capítulo 115
—Te ves muy mal, hermanito.

Con esas palabras Rubén saludó a Rolando al entrar en la sala de tortura, él todavía permanecía colgado, ya debía haber perdido la sensibilidad en las manos y los calambres seguramente eran insoportables. Lo más que aguantaron en el entrenamiento fueron tres días, más de eso causaba daño en el hombro y Jacinto no lo permitía. Él podía recordar lo doloroso y frustrante que era, porque al no tener un punto fuerte de apoyo, ni siquiera podían impulsarse con los pies.

Rolando no respondió, su cuerpo estaba cubierto de sudor y olía a orina, Víctor ya le había retirado las hormigas, pero le informó que el dolor permanecería por horas. Rubén no quería cortarlo, estaba bastante seguro de que él buscaría la manera de recibir más daño del necesario para acelerar su muerte. Así que comenzó a rondarlo hablándole de cualquier tontería y soltando preguntas en medio de la conversación que el preso no respondía.

Ni una sola palabra salía de su boca más que gruñidos y quejas
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