Capítulo 3

Los gritos de los niños y sus risas divertidas resonaban en el patio. Rosalin los miraba recargada en una columna con una sonrisa bailando en sus labios. Ella amaba verlos felices mientras saltaban y corrían persiguiéndose unos a otros, por eso había escogido ser maestra, aunque el salario no fuera el mejor, no importaba, ella disfrutaba cada momento que podía compartir con ellos.

—¿No te cansas de verlos? —preguntó su amiga Lilly que llegaba a su lado ofreciéndole un café.

—Nunca, disfruto mucho verlos así de contentos, sus risitas son mi combustible.

—Eso explica que nunca te canses. Ni siquiera te tomaste el permiso por tu luto. Deberías descansar unos días, linda.

Rosalin entendía la preocupación de su amiga, su madre había fallecido una semana atrás y ella era su única familia en el mundo, todos esperaban que estuviera devastada, pero nadie sabía que ella solo sintió alivio con esa muerte.

No podía decírselo a nadie, la tildarían de mala hija, desagradecida, indolente y muchas cosas más, la gente no tenía ni la menor idea de lo que había sido su vida al lado de Rosaura, nadie podría comprenderlo.

—Agradezco tu preocupación, Lilly, pero estoy bien, de verdad, quedarme en casa sola sí me haría sentirme triste, la mejor terapia que puedo tener son estos angelitos que me alegran la vida.

—Está bien. Cuando tengas a los tuyos van a ser los niños más afortunados del mundo, estoy segura de que tú serás una excelente madre.

Rosalin sonrió un poco incómoda, ese era un tema vetado. A sus veintisiete años no había podido tener una pareja con la cual formalizar, su madre era una pesadilla y, aunque ella había querido huir de su lado muchas veces, no había tenido éxito, la mujer siempre encontraba la manera de manipularla y amenazarla; los hombres se fijaban en ella con deseo de poseer su cuerpo y nada más, nadie la amaba de verdad ni la tomba en serio como para sacarla de su infierno.

Su vida era simple, levantarse muy temprano, dejar todo listo para su madre, ir al trabajo y olvidarse de los problemas mientras estaba en la escuela, salir corriendo a su segundo empleo en la pastelería y, luego de un largo día de trabajo, tener que volver a casa para lidiar con los desastres que hubiera hecho su madre alcohólica.

Al final, podía dormir unas pocas horas y el ciclo volvía a empezar. Siempre en la misma rutina agotadora que era su existencia.

Sus sueños giraban en torno a algún príncipe azul en brillante armadura que llegara a rescatarla de su miseria, la llevara a un castillo hermoso y le diera su amor. Bueno, aterrizando sus expectativas, ella quería a un buen hombre que la amara de verdad, que estuviera dispuesto a que juntos construyeran una familia con muchos bebés y que pudiera proveerle una vida digna, de verdad no podía seguir batallando con las uñas para conseguir el sustento.

—Algún día, cuando encuentre a la persona indicada.

—Eres demasiado hermosa, Rosita, tal vez podrías aceptar las invitaciones del profesor José Luis, él es muy guapo.

—Lo es, pero no lo veo de esa manera, para mí solo es un buen amigo, sería injusto darle falsas esperanzas.

—Bueno, no te insisto, tómate el tiempo de procesar tu pérdida y luego nos encargaremos de buscarte un buen partido, eres la chica más linda del pueblo, te mereces lo mejor.

Rosalin no alcanzó a contestar porque la campana sonó anunciando el final de recreo, así que ella se terminó su café de un sorbo largo y corrió para organizar a sus niños en una hilera y regresar al salón de clases jugando al trencito. Todas sus preocupaciones desaparecieron por el resto del día, era completamente cierto que sus angelitos eran la mejor medicina del mundo para su dañado corazón.

Cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde, ella salió corriendo hacia la pastelería, tenía muchos pendientes para ese fin de semana y debía adelantarlos. Hornear la relajaba, le encantaba probar diferentes sabores y decoraciones, pero eso no lo hacía menos pesado, tantas horas de pie en el calor de la cocina eran agotadoras.

Al salir, el contraste contra el frío viento de la noche la hizo estremecerse y acomodar su abrigo, el invierno llegaría pronto y Rosalin comenzó a pensar en lo costosa que sería la reparación del techo de su vieja casa, tal vez podría venderla y mudarse a otro sitio que no tuviera recuerdos dolorosos de las palizas que recibía y las palabras hirientes que acompañaron su crianza.

De repente, un auto frenó a su lado y el conductor la llamó.

—¡Rosalin! ¿Quieres que te lleve? Voy camino a casa.

Era el buen José Luis con su sonrisa amable, Rosalin podría jurar que ese encuentro no era casual, ella ya se había dado cuenta de que, cuando llovía o la noche estaba muy fría, él aparecía en su camino para salvarla, a veces le resultaba aterrador el pensamiento y otras veces lo encontraba muy romántico, José Luis era un buen hombre, pero no le provocaba nada a su corazón.

—Gracias. Siempre llegas como un ángel a salvarme. —contestó la chica al subirse al cálido automóvil.

—Entonces digamos que soy tu ángel de la guarda, qué bueno que iba pasando por aquí, hace mucho frío.

Rosalin dejó escapar una risita, claro que sí, José Luis solo iba pasando por ahí, una calle casi al otro extremo de su casa. Lo miró con diversión y le respondió:

—Gracias al cielo por esta afortunada casualidad.

El camino a casa no era largo, al cabo de veinte minutos ya habían llegado y Rosalin tuvo que reconocer que José Luis la había salvado porque los vidrios del auto se empañaban por el frío de la noche, ella se hubiera congelado esperando el autobús.

—Descansa, Rosita, si quieres puedo recogerte en la mañana, me queda de paso.

—Eres muy amable, pero no te preocupes, debo salir muy temprano porque me corresponde el saludo de bienvenida.

—Entiendo. Entonces duerme bien. Nos vemos en la escuela.

El hombre se había desanimado notablemente, Rosalin no entendía cómo es que no se rendía en su intento de conquistarla, aunque tampoco era muy explícito, José Luis se esforzaba en ser un buen amigo más que cualquier otra cosa, nunca había intentado propasarse ni nada por el estilo, era muy respetuoso y por eso la chica le permitía acercarse, de verdad esperaba que eso no cambiara porque ella no sabría cómo rechazarlo sin romperle el corazón y perder esa amistad.

—Muchas gracias por traerme, José Luis, eres un ángel.

Rosalin le dio un rápido beso en la mejilla como pago por su amabilidad y bajó del auto, el hombre la esperó hasta que abrió la puerta y justo antes de cerrarla le dijo adiós con la mano, el auto no se marcharía hasta que ella estuviera a salvo dentro de su vivienda, así que encendió la luz y se asomó por la ventana para decirle nuevamente adiós, José Luis sonrió y también se despidió con la mano. Rosalin se quedó allí mirando el auto alejarse y pensando en que, tal vez, si se esforzaba un poco y le daba una oportunidad, con el tiempo podría enamorarse.

No era mala idea, José Luis era el director de la escuela, tenía un mejor salario y ninguna responsabilidad, también estaba solo en el mundo y era un hombre considerado, amable, generoso y respetuoso, de esos que ya no quedaban en el mundo.

Tampoco podía negar que era muy apuesto, aunque ahora no le hiciera ni cosquillas, quizá en un futuro tuvieran uno de esos amores tranquilos que duran toda la vida. Además, a él también le gustaban los niños, sería un padre dedicado y amoroso. Definitivamente debía dejar de esperar un romance apasionado que le hiciera vibrar la piel y buscar algo más seguro para su futuro, ya no era tan joven como para seguir esperando.

El frío se sentía aun dentro de la casa, así que ella se encaminó a la cocina para prepararse un té caliente antes de dormir. Rosalin no tenía dinero para reparar el techo, todo lo había gastado en el sepelio e incluso tenía deudas por este motivo, pasaría el resto del año limitándose en gastos para poder pagar todo, no había forma de comprar nada nuevo.

Su efímera alegría se desvaneció de nuevo y quiso llorar, ella estaba tan cansada de todo.

Al encender la luz de la cocina, se llevó un susto de muerte que la hizo gritar de manera aguda y caer de nalgas al suelo, Rosalin cerró los ojos esperando que el espejismo desapareciera, pero una voz idéntica a la suya le hizo creer que no se trataba de una alucinación.

—Vaya, eres muy torpe, entonces sí hay diferencias entre nosotras.

—¿Qui-quién e-eres tú?

El corazón de la chica corría en una carrera desenfrenada impulsado por el miedo, todo su cuerpo estaba frío e inmóvil mientras sus ojos no podían moverse de esa persona frente a ella que se veía exactamente igual. Si no fuera por la ropa elegante, juraría que estaba viéndose al espejo.

—Mi nombre es Rosanna. Y soy tu hermana gemela.

—¡¿Qué?! Pe-pero… Yo… Yo no…

—¿No tienes hermanas? Sí, yo también creía lo mismo hasta hace unas semanas. La historia es larga, será mejor que te sientes en un lugar más cómodo —Rosanna dio una mirada periférica a la pequeña cocina, todo estaba impecable, pero era tan sencillo que casi le daba asco—. Si es que tienes algo cómodo en este lugar.

—¿Eres real?

—Bastante. Me dijeron que eras una chica lista, pero estoy inclinada a creer que no es muy cierto.

Rosalin se levantó del suelo y solo en ese momento se percató de que había otra presencia, un hombre moreno, muy alto y fornido estaba recargado en la puerta que daba al patio.

La sonrisa de lado que le dio la hizo estremecer de miedo, con esa chaqueta de cuero y las cadenas que le colgaban por todo lado parecía un pandillero de película. Sus ojos desorbitados y la respiración agitada le indicaron a Rosanna que de verdad la habían asustado mucho. Tal vez debió ser más sutil.

—Él es mi novio, tranquila, no va a hacerte nada malo, solo vino como soporte emocional para mí, no todos los días conoces a tu gemela perdida, ¿verdad?

El tono de Rosanna era divertido, casi pícaro, como si todo aquello fuera una pilatuna de niñas y no una noticia que cambiaba drásticamente el curso de sus vidas.

—¿Estás hablando en serio?

—Mírame, ¿crees que es casualidad que haya dos de estas bonitas caras en el mundo?

—Pero…

—Ven, te lo contaré todo.

Rosanna avanzó hacia la pequeña sala de estar, solo había un sillón viejo con una tela a cuadros llena de manchas y otra silla un poco más decente contra la pared adyacente, justo bajo la ventana, así que ella limpió un poco la superficie con cara de desagrado y se sentó, recargando la espalda y cruzando las piernas como si se tratara de una reina en su trono.

Rosalin la siguió sin quitarle los ojos de encima a sus movimientos y se sentó en el borde más lejano del sofá. Se lamentó por no tener su morral a la mano, allí tenía el gas pimienta de defensa personal.

—Yo tampoco tengo muchos detalles, así que te contaré la versión resumida. Descubrí que soy adoptada hace un par de años y desde entonces estuve buscando a mi familia biológica, ya sabes, curiosidad sobre mis orígenes. Lamentablemente no obtuve nada. No hay absolutamente ningún registro de la adopción y mis padres se negaron en redondo a decirme la verdad.

—Vaya, lamento eso…

—Hace poco localicé a la supuesta partera de mi madre, porque se supone que yo nací en la hacienda de mi familia, resulta que ella sí sabía la verdad.

—¿Eres hija de mi madre?

—Sí, así se supone que funcionan los gemelos, duh. —Rosanna se burló de su hermana, era tan hermosa como ella, pero deslucía demasiado con esa ropa horrible y el cabello despeinado y grasoso.

—Lo siento, es que todo esto es… —Rosalin se pasó las manos por el rostro como para despejarse y sacudió la cabeza—. Difícil de digerir.

—Lo sé. El punto es que, bueno, tu madre es nuestra madre biológica, ella básicamente me vendió a una familia adinerada que no podía tener hijos. Lo cual agradezco porque no me imagino haberme criado en este lugar. No te ofendas, pero no se ve como la vida ideal.

—Y no lo fue. Llegaste un poco tarde, mamá murió la semana pasada.

—También lo sé, por eso vine a buscarte. No me interesaba conocerla, por lo que vi era todo un desastre y no quería a alguien así en mi vida.

—Sabia decisión, probablemente te hubiera pedido dinero para…

—Beber hasta ahogarse.

—Sí. Yo… Supongo que me alegra conocerte.

Rosalin por fin sonrió más animada, descubrir que no estaba sola en el mundo le daba un increíble alivio a su alma.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo