Luego de dar órdenes para que su grupo de élite se quedara al cuidado de su esposa y amenazarlos con asesinar hasta el primo más lejano si permitían que algo le sucediera, Rubén se subió en una camioneta y manejó por su cuenta rumbo a la bodega, donde Sergio le había informado que ya se encontraban sus amigos policías para apersonarse de la investigación.
Mientras conducía aferrado al volante con tanta fuerza que se le blanqueaban los nudillos, recordó inevitablemente la primera vez que vio a su amor, siete años atrás, cuando ella era apenas una jovencita de veinte años.
Él iba para una reunión de negocios y el auto se detuvo en un semáforo, estaba impaciente y algo estresado, por eso le molestó el alboroto en la acera y se volteó a mirar, allí estaba ella, con una sonrisa más radiante que el sol y el viento agitando su largo cabello rubio. Al parecer ella y su amiga estaban recogiendo algunas cosas del suelo en medio de carcajadas.
Rubén quedó prendado por su belleza angelical, pero el semáforo cambió y su chofer arrancó privándolo de la maravillosa vista, esa calle quedaba muy cerca de la universidad y él se propuso volver algún día en que tuviera tiempo para buscarla, jamás olvidaría ese rostro perfecto.
La suerte le sonrió cuando la volvió a ver esa misma noche, ella llegó a su club junto con algunos amigos. Rubén quedó hipnotizado en cuanto la vio bailando en la pista, balanceando su cuerpo perfecto, esbelto, con curvas sutiles y provocativas; la manera en la que movía su cadera y levantaba los brazos sin perder esa radiante sonrisa resultaba sensual e inocente al mismo tiempo.
Ella no parecía ser consciente de que estaba provocando deseo en todos los ojos que la admiraban, ella solo fluía con la música, con una sonrisa satisfecha dibujada en su precioso rostro y los ojos cerrados, no le interesaba quién la observaba, no, Rosanna solo era ella misma, perfecta y etérea, como el dulce espejismo de un ángel.
Rubén ya era un hombre hecho y derecho de veinticinco años, justo por esos días estaba lidiando con la insistencia de su padre para que escogiera una pareja adecuada, se casara y proveyera herederos a la familia, aunque el hombre llevara una doble vida y liderara una mafia, tenía muy arraigadas las tradiciones y la familia era lo más importante en ese mundo.
Rubén definitivamente no podía caer embrujado por la belleza de la jovencita, él tenía responsabilidades que cumplir, aunque eso no impidió que la admirara en la distancia toda la noche y le pidiera al encargado del club que averiguara sus datos.
No obstante, como si él fuera el hijo favorito de todos los dioses, volvió a ver a Rosanna una semana después al lado de su madre, quien había organizado una reunión con la familia Botero, ellos tenían un apellido respetable y estaban bien posicionados en la alta sociedad, aunque se rumoraba que estaban en la ruina, ya habían vendido algunas propiedades y el mal manejo del patriarca de la familia era un hecho conocido.
Rubén creyó entender la intención de su madre cuando vio a la jovencita vestida de manera recatada y pulcra, completamente diferente a como la observó aquella noche en el club. No pudo evitar sonreír al verla de nuevo y estaba seguro de que no podría disimular sus ojos embelesados con tanta perfección.
Todo fue incluso mejor cuando escuchó esa voz melodiosa pronunciando un “señor Salazar” que le hizo vibrar todo el cuerpo, en especial cierta parte entre sus piernas. Las miraditas de reojo y las sonrisas tímidas solo eran la cereza del pastel, Rubén no podía apartar sus ojos de ella ni por un segundo.
Su madre en verdad esperaba tener una larga e intensa charla con él cuando la reunión terminara, Rubén solía rechazar a todos los prospectos que su madre escogía, si había algo de lo que él estaba seguro, era que no quería pasar el resto de su vida durmiendo con una muñeca fría y acartonada que no pudiera complacerlo.
Rosanna parecía ser todo lo contrario y, mientras la veía sonreír dulcemente y asentir a todo lo que su madre decía, con una taza de té perfectamente sostenida en sus delicados dedos, Rubén se la imaginaba desnuda y sudada, rotando sus caderas y dando sentones sobre él.
Oh, sí, esa chica era una sucia y dulce fantasía, a él no le importaba la diferencia de edad que podría ser cuestionada, los padres de Rosanna la estaban vendiendo, eso era claro, ellos la subastarían al mejor postor, el soltero con más dinero que accediera a un matrimonio conveniente y Rubén sabía a la perfección que las ofertas serían incontables. Por eso, siguió obedientemente a su padre y al señor Botero hasta el despacho, donde se realizaría el trato.
—Rubén, el señor Botero me ha manifestado su interés en unir a nuestras familias.
—¿Estás de acuerdo con eso, padre?
—Vamos a ser honestos. La familia Salazar no ganaría nada con esta unión, salvo la certeza de que Rosanna me daría nietos hermosos. Si tú aceptas, yo también lo haré. —declaró el patriarca de la familia con su habitual tono solemne.
—Mi hija ha sido bien educada para ser una buena esposa, ella será complaciente, y estoy seguro de que el joven Salazar podrá ser muy feliz a su lado.
—¿Qué quiere a cambio? —La pregunta directa de Rubén sorprendió y ofendió un poco al señor Botero, quien giró su rostro hacia el patriarca de los Salazar con una interrogante en sus cejas levantadas.
—Mi hijo ya se encarga de todos los negocios de la familia. Estoy viejo y retirado. Además, es él quien va a casarse, es su decisión.
El hombre mayor asintió no muy conforme y suspiró pesado, bebió un poco de su trago y también fue al grano:
—Quiero una sociedad, no tengo más hijos, lo que pueda dejar lo heredarán Rosie y sus hijos, así que, de todas maneras, los Salazar terminarán adueñándose de todo, solamente quiero una vida digna para mí y para mi esposa por lo que nos queda. Los negocios no van tan bien como me gustaría y lo último que deseo es que mi esposa y mi hija pasen alguna vergüenza por mi causa o pierdan la vida a la que están acostumbradas.
El señor Botero habló mirando a Rubén a los ojos, no tenía sentido irse por las ramas, todos eran hombres de negocios y sabían perfectamente cómo se movía ese mundo. Rubén tampoco apartó la mirada, vio con detalle las expresiones del hombre y encontró sinceridad en sus palabras, era fácil entender que estuviera cansado, él era bastante mayor, ya no tenía ganas de esforzarse por conservar su fortuna.
—Acepto.
—¿Estás seguro, Rubén? Apenas la has visto una vez, tal vez podrían tener algunas citas y conocerse mejor antes de que tomes la decisión.
—No necesito pensarlo más, padre. Rosanna cumple con todos mis deseos, sé que será una buena esposa. Pueden comenzar a organizarlo, me gustaría que la boda fuera pronto. Asumo que mi madre y la señora Botero se encargarán de todo. Y no se preocupe, señor Botero, nadie se va a enterar de que yo cubriré los gastos, quiero que mi futura esposa tenga cada cosa que desee.
El anciano hombre sonrió complacido, de los solteros que habían considerado aceptables, Rubén Salazar encabezaba la lista, era una maravilla haber podido convencerlo en la primera reunión.
Cuando regresaron al salón, Rubén se dio cuenta de que la mirada de Rosanna se había posado en él con expectativa y un poco de miedo, la chica sabía exactamente de lo que estaban hablando, en cuanto vio a su padre y lo observó asentir, la hermosa rubia lo miró de regreso y la sonrisa más preciosa del mundo se dibujó en su rostro, los ojos le brillaban como dos estrellas y sus mejillas se bañaron de color como dos dulces melocotones, era evidente que ella también deseaba esa unión, la atracción era mutua, a Rosanna le alegraba la noticia y ese fue el momento exacto en el que capturó el corazón de Rubén.
Luego de eso, todo fue mejorando, las citas que sus madres les organizaban para que se conocieran mejor eran algo aburridas, pero ellos encontraban la manera de hacerlas más interesantes. Rubén la deseaba como un loco, estaba caliente todo el tiempo porque, desde que se anunció su compromiso, él había dejado de tener amantes ocasionales y los seis meses hasta la boda serían la peor tortura de su vida; pero quería hacer las cosas bien, no pensaba faltarle el respeto a quien sería su esposa.
La chica era mejor de lo que él hubiera esperado, era inteligente, divertida, algo pícara, pero muy bien educada y con excelente gusto, esa boda iba a ser el evento del año, se haría por todo lo grande y estaba costando una verdadera fortuna, no importaba, con tal de que su preciosa novia tuviera la boda de sus sueños él gastaría lo que fuera, de todas maneras, el dinero rebosaba en sus cuentas, no era ningún problema.
Enamorarse no fue nada difícil, Rubén no era precisamente una persona expresiva o cariñosa, más bien lo contrario, su carácter pragmático siempre lo había impulsado a obtener lo que deseaba sin complicaciones y ya, pero casarse era diferente.
Él creía en las enseñanzas de su familia de que esa unión sería para toda la vida, por eso había esperado a la persona correcta, un divorcio no era algo que se permitiera en ese mundo, ellos iban a tener que trabajar en los problemas porque nada podría separarlos y menos si tenían hijos.
La primera vez que besó a su prometida, fue casi un mes después de comprometerse, los dos lo deseaban y ese paseo en el jardín del hotel donde se haría la recepción resultó tan romántico que ninguno pudo contenerse. Cuando sus labios se juntaron, fue como si se conocieran de toda la vida y no hubo nada de timidez, la llama de la pasión se encendió en ambos y les costó demasiado despegarse para evitar habladurías por ese comportamiento frente a los organizadores.
Las mejillas encendidas de Rosanna eran la cosa más linda, Rubén adoraba verla de esa manera, mordiendo su labio inferior y con una suave sonrisa, era la viva imagen de un ángel, a veces le costaba creer lo afortunado que era por poder ser el dueño de la jovencita más hermosa de todas.
Para aumentar su suerte, los besos no dejaron de venir, aunque su prometida le dejó muy claro que no tendrían sexo hasta después de la boda, eso no impidió que Rubén pudiera explorar ese delicioso cuerpo cuando lograban quedarse a solas, solo incrementando sus ansias a niveles insoportables.
Cuando el día llegó, Rubén ya estaba en el fondo del abismo, amaba a esa chica con locura obsesiva, quería tenerla a su lado en todo momento y no permitía que nadie se le acercara, a los pocos idiotas que se les ocurrió intentar algo con ella, sabiendo que estaba por casarse, les fue muy mal. La ceremonia y la fiesta fueron todo un éxito y, finalmente, él pudo reclamar por completo ese cuerpo en la noche de bodas.
Los frutos del amor y la pasión derrochadas aparecieron apenas unas semanas después cuando Rosanna comenzó a sentirse mal y el doctor les anunció que ya se encontraba en la dulce espera, esa era la mejor noticia para los Salazar y los Botero, era la cereza del pastel en esa unión, con un hijo, esa relación sería inquebrantable y ambas familias obtenían lo que deseaban, todos estaban felices.
Ni siquiera importó mucho que no se tratara de un varoncito sino de una preciosa niña, Rubén conoció un amor diferente y absoluto cuando tuvo entre sus brazos a su pequeña florecita, Violeta era la bebé más hermosa del mundo entero, heredó el cabello negro de su padre y los ojos grandes y azules de su madre, junto con su blanca piel de porcelana.
Ella se convirtió en el tesoro más preciado de la familia Salazar y en el centro de su vida… Y ahí empezaron los problemas.
Ahora, Rubén cargaba con muchos arrepentimientos, su matrimonio no había sido todo un lecho de rosas, los problemas no faltaron por la caprichosa personalidad de la chica, pero tampoco faltaba el amor ni la pasión, a Rubén a veces no le molestaban las discusiones o los berrinches de su esposa porque todo terminaba en largas horas de sexo salvaje en la cama hasta que los dos caían tan exhaustos que olvidaban todos los problemas.
A pesar de todo, Rubén amaba a Rosanna con locura, ella y su pequeña hijita eran la razón de su vida, protegerlos era su prioridad y había fallado miserablemente, nunca se iba a perdonar el haber permitido que la lastimaran de esa manera.
Aunque ninguno de sus enemigos haya aceptado la responsabilidad sobre ese secuestro, lo cual lo tenía desconcertado, cualquiera en el bajo mundo que tuviera una sola neurona funcional, sabría que meterse con la familia de Ronin era una sentencia de muerte segura, nadie podía ser tan estúpido.
Eso reducía las posibilidades indicando que se trataba de alguien de su otra vida, algún delincuente idiota con la idea de sacarle dinero a un millonario empresario, sin embargo, la falta de pistas y el haber tenido que recurrir incluso a un rival de negocios para conseguir información lo estaban haciendo quedar muy mal, verse vulnerable era el primer paso para que quisieran adueñarse de sus negocios.
Los gritos de los niños y sus risas divertidas resonaban en el patio. Rosalin los miraba recargada en una columna con una sonrisa bailando en sus labios. Ella amaba verlos felices mientras saltaban y corrían persiguiéndose unos a otros, por eso había escogido ser maestra, aunque el salario no fuera el mejor, no importaba, ella disfrutaba cada momento que podía compartir con ellos.—¿No te cansas de verlos? —preguntó su amiga Lilly que llegaba a su lado ofreciéndole un café.—Nunca, disfruto mucho verlos así de contentos, sus risitas son mi combustible.—Eso explica que nunca te canses. Ni siquiera te tomaste el permiso por tu luto. Deberías descansar unos días, linda.Rosalin entendía la preocupación de su amiga, su madre había fallecido una semana atrás y ella era su única familia en el mundo, todos esperaban que estuviera devastada, pero nadie sabía que ella solo sintió alivio con esa muerte.No podía decírselo a nadie, la tildarían de mala hija, desagradecida, indolente y muchas co
—Voy a ser honesta contigo, Rosalin. No vengo buscando una relación fraternal, nunca tuve hermanos y no necesito una ahora, sin embargo, sí necesito de tu ayuda con un asunto y estoy dispuesta a ser muy generosa al respecto. Mi esposo es un hombre muy adinerado.—¿Estás casada? Qué bien.La sonrisa sincera de Rosalin le hizo fruncir el ceño a su gemela y mirar a Kal con cara de: “¿acaso es idiota?”, de todo lo que le dijo ella solo se quedó con la parte de que tenía un esposo.—Sí, también tengo una hija de seis años.—¿Soy tía? Oh, Dios, esto es tan… Emocionante.Rosalin se movió hacia el otro extremo del sofá, quedando apenas a unos centímetros de Rosanna, la miraba con una sonrisa enorme y parecía que todo el miedo anterior había desaparecido.—Rosalin, concéntrate, tengo poco tiempo para estar aquí y necesito que me escuches atentamente.—Oh, sí, claro, lo siento.—Vengo a proponerte un trato, sé que necesitas dinero y yo puedo darte mucho si me ayudas con algo.—¿Qué necesitas?—
Rosanna le dijo que sí, ella no podía arriesgarse a que Rubén se molestara y le cerrara los chorros de oro que despilfarraba a su antojo, así que solo se dedicó a tener tanto sexo con su esposo como si fueran conejos en celo después de tomar afrodisiacos, esa fue la parte buena del trato.Lo malo vino seis meses después cuando Rubén descubrió que ella seguía tomándose las pastillas anticonceptivas y tuvieron la discusión más grande de sus vidas.Nunca lo había visto tan furioso, lo desconoció por un momento mientras le gritaba y arrojaba contra las paredes las cosas que encontraba a su paso, de verdad le tuvo miedo y no encontró más remedio que ponerse a llorar desconsolada.Rubén jamás podía resistirse a eso, él le bajaría la luna si ella se la pedía para calmar sus lágrimas. Sin embargo, esa vez no funcionó, su esposo no lo quiso ver por casi dos semanas y Rosanna ya se temía que le pidiera el divorcio.Sus padres estaban furiosos también, aunque los Salazar no se permitieran un div
Rosanna no se atrevió a ver a Rubén a la cara, el otro parecía que no estaba ni respirando y ella solo tocó su mejilla con la mano temblorosa, sintiendo la piel caliente y el ardor característico de las palmadas. Dejó que un hilo de sangre bajara por su barbilla y escuchó a Rubén jadear sorprendido al verla.—Amor… Yo… Yo no quería… Perdóname, por favor.—No me toques.La chica se encogió y retrocedió dos pasos levantando los brazos para cubrir su rostro en un gesto de defensa que le rompió el corazón a Rubén, él estaba demasiado acostumbrado a que la gente le tuviera miedo, pero no su preciosa esposa, ella no debería sentir eso jamás.—Lo lamento, de verdad, no sé qué me pasó… Yo…—No digas nada. Solo vete.—No, Rosie, déjame verte, voy a traerte hielo para que no se te inflame. Mi amor, perdóname, por favor, te juro que no sé qué me pasó, yo perdí el control.—¿Quieres saber qué pasó? Acabas de demostrarme que no solo no me amas, sino que tampoco me respetas. Nunca pensé que pudiera
Rubén sabía que había sido una excelente idea invertir tanto dinero en ese sistema, eso le garantizaba saber exactamente dónde estaba su esposa cuando hacía cosas como esta.Se tranquilizó y continuó con el trabajo pendiente, revisando periódicamente el mapa y comparándolo con los informes de Rolando. Al parecer, Rosanna iba rumbo a la casa de sus padres.Allí permaneció por varias horas y Rolando le informó, sobre las cinco de la tarde, que ya iban de regreso a la casa, así que Rubén también se preparó para salir de su oficina, debía llegar a casa con muchas rosas rojas y tratar de pedir perdón. No obstante, justo cuando iba a dejar la oficina, recibió una nueva llamada.—Señor, ¿Puede ver a la señora Rosanna en el rastreador?—¿Otra vez la perdieron?—Lo siento, señor, iba muy rápido y nos detuvo el semáforo.—No sé para qué les pago tanto dinero si yo debo hacer el trabajo.Rubén respondió con buen humor, él mejor que nadie sabía lo escurridiza que podía ser su Rosie cuando se lo p
—Rubén, tienes que dormir. —Sergio llegó a su lado para intentar convencerlo una vez más.—No tengo sueño. —Rubén le dio una calada a su cigarro y lanzó el humo con los ojos cerrados y la cara hacia arriba. Estaba muy cansado, pero no podía conciliar el sueño sin pensar en su esposa.—Llevas tres días en vela, claro que tienes sueño. Esto no es tu culpa, si Rosanna no hubiera estado haciendo una de sus pataletas nuestros chicos no hubieran permitido que nadie se le acercara.—Deja de culparla, podría estar muerta para este punto, ni siquiera han pedido rescate.—Hasta que no encontremos su cadáver, ella está viva, ¿entiendes?—Sergio, déjame en paz, no estoy de humor para lidiar contigo.—Pues qué mal, porque, a menos de que me dispares, no hay manera en la que me aleje de ti en este momento.—Eres un maldito dolor de cabeza.—Soy todo lo que quieras, pero no estas bien, Violeta está preocupada porque te vio gritando a los chicos y se asustó. Ve a verla, pero antes tienes que bañarte
El dinero no era problema, las condiciones de la entrega tampoco, así que el rescate se alistó según la solicitud y la maleta llevaba diminutos rastreadores en los ganchos de las correas, no podrían encontrarlos en ese lugar.También había en algunas de las cintas que sujetaban los fajos de billetes, ellos tenían la esperanza de poder localizar la guarida de los delincuentes y rescatar a Rosanna. Rubén estaba dispuesto a seguir las instrucciones, aunque tenía a su gente de encubierto cubriendo todas las posibilidades.La entrega del dinero se pactó cuando se completaban doce días de secuestro y Rubén ya estaba desesperado en ese punto. Tanto que había aceptado la ayuda de Alexander Molina, un conocido empresario naviero radicado en Dusan, quien movía los hilos en el sur del país.Los negocios no podían detenerse mientras Rubén sufría una tragedia personal, los compradores y vendedores no esperaban, el negocio debía mantenerse a pesar de todo.La tensión que había surgido entre las dos
El incesante ruido del celular despertó a Rubén que se encontraba profundamente dormido, ni siquiera abrió los ojos y tanteo con las manos hasta encontrar el aparato y contestar, apenas amanecía y él ya estaba dispuesto a matar a quien lo hubiera despertado después de lo mucho que le costó dormirse.—¿Señor Salazar?—¿Quién es? —gruñó y su voz sonó más ronca de lo normal.—Soy Azucena, señor Salazar. Lamento molestarlo, pero usted me dijo que le avisara cuando su esposa despertara, sin importar la hora.Eso fue suficiente para despabilarse, Rubén se sentó de golpe en la cama con la noticia. Habían pasado tres semanas desde que Rosanna fue rescatada e internada en el hospital, para ese punto, sus lesiones más graves habían mejorado y ya solo le quedaban leves evidencias de los moretones más grandes.Una semana atrás se había retirado la sedación, pero ella continuaba sin reaccionar. Algo normal, habían dicho los médicos, solo debían esperar.—Voy para allá.Dicho esto, Rubén colgó la l