Capítulo 10

El incesante ruido del celular despertó a Rubén que se encontraba profundamente dormido, ni siquiera abrió los ojos y tanteo con las manos hasta encontrar el aparato y contestar, apenas amanecía y él ya estaba dispuesto a matar a quien lo hubiera despertado después de lo mucho que le costó dormirse.

—¿Señor Salazar?

—¿Quién es? —gruñó y su voz sonó más ronca de lo normal.

—Soy Azucena, señor Salazar. Lamento molestarlo, pero usted me dijo que le avisara cuando su esposa despertara, sin importar la hora.

Eso fue suficiente para despabilarse, Rubén se sentó de golpe en la cama con la noticia. Habían pasado tres semanas desde que Rosanna fue rescatada e internada en el hospital, para ese punto, sus lesiones más graves habían mejorado y ya solo le quedaban leves evidencias de los moretones más grandes.

Una semana atrás se había retirado la sedación, pero ella continuaba sin reaccionar. Algo normal, habían dicho los médicos, solo debían esperar.

—Voy para allá.

Dicho esto, Rubén colgó la l
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