—Princesa, ven, quiero hablar contigo de algo. —Rubén sentó a su hijita en su regazo para esa conversación complicada.—Dime, papi.—¿Recuerdas que te dije que mamá estaba en el hospital?—Sí, porque se puso enferma.—Exacto. Resulta que tu mamá ya se siente mucho mejor y quiere verte.—¿A mí? ¿Por qué? Yo no hice nada malo. —La niña se alteró y sus ojos abiertos con miedo le recordaron tanto a los de Rosie esa mañana que le dolió el corazón, ella también tenía sus traumas.—Lo sé, florecita, ella no te va a regañar, de eso quiero hablarte. Resulta que la enfermedad de tu madre hizo que perdiera la memoria, ella olvidó todo lo que sabía y debemos cuidarla mucho hasta que pueda recordar.—¿Olvidó todo?—Sí.—¿Cómo en la novela que mira Héctor en la cocina?—Sí, así como en la novela. Rosie no recuerda quiénes somos y no sabemos cuándo pueda recuperar esas memorias; pero esta mañana que fui a verla le enseñé tus fotos y dijo que eras muy hermosa y quería verte.—Pero ella dice que yo no
Los malos recuerdos lo hicieron sentir mal, pero la escena tan hermosa de su familia compartiendo un momento amoroso lo hizo sonreír. Decidió que él también quería un poco de amor y las abrazó a las dos encerrándolas en sus fuertes brazos. Así era como debían estar, protegidas bajo su amparo, donde él supiera que estaban a salvo. Rubén siempre iba a cargar con la culpa del sufrimiento que Rosie tuvo que soportar, pero, en ese preciso instante, le estaba agradeciendo a la vida por darle una segunda oportunidad a su familia. Ellos se iban a encargar de moldear a esa Rosie para que fuera la madre y la esposa que se merecían.—Rosanna, ¿te sientes bien? —Inquirió Azucena preocupada por la presión que podrían estar ejerciendo sobre el frágil cuerpo de su paciente.—Sí… —la respuesta era afirmativa pero sonó como un quejido y la doctora supo que ella no admitiría que necesitaba espacio.—Trata de calmarte, por favor, respira despacio, debe estarte doliendo el torso por el esfuerzo.Ante es
—Sube, amor.Como un caballero, Rubén abrió la puerta para ella y le tendió la mano para indicarle que entrara, cuidó su cabeza mientras ingresaba y cerró la puerta caminando hacia su lado para acompañarla. Sergio no se perdió ni un detalle del sonrojo y la sonrisa apenada de la chica. Nadie la estaba viendo, en teoría, no necesitaba fingir que se tocaba las mejillas encendidas con una sonrisa tonta y se abanicaba el rostro. Tal vez, y solo tal vez, eso podía ser real.Rosie no se percató en ningún momento de los autos llenos de hombres armados que iban delante y detrás de ellos. Iba demasiado distraída preguntándole cosas a Rubén sobre la casa y si habría más personas, sus nombres, relación con ella y todas esas cosas. Cuando llegaron a la mansión, la mandíbula de la hermosa joven se cayó al suelo.Nuevamente su esposo abrió la puerta para ella y le ayudó a bajarse, ella no sabía nada de autos como para haber entendido que en ese que venían era un derroche de lujo, pero hasta un bebé
—¡Lo siento, papi! Fue mi culpa. —gritó Violeta con la carita bañada en lágrimas y una expresión tan lastimera que rompería cualquier corazón.—No… Ella no…—¡Ya deja de llorar, mentirosa! —Sergio rugió de tal manera que hasta Violeta se estremeció de miedo.Rosie quiso defender a la niña y explicar lo que sucedía, pero tras ese grito perdió por completo la fuerza de su cuerpo, sus sentidos estaban hechos un desastre y un pitido resonó dentro de su cabeza ensordeciéndola. Dolor, eso era todo lo que podía percibir, dolor por todo su cuerpo, corrientes que la azotaban desde dentro y dejaban su cuerpo lánguido solo para ser atacado de nuevo. Miedo, mucho miedo se anidaba en su mente, un terror absoluto a morir mezclado con la necesidad de hacerlo para no sufrir un instante más.La respiración se le atoró en la garganta y su visión se volvió borrosa, ella sentía que iba cayendo en un pozo oscuro al que no quería volver y se aferró a los brazos que la sostenían con todas sus fuerzas, lo ap
—Claro que te quiere. Ella te lo dijo, ¿recuerdas? Ahora duerme, cuando despierte podrás verla, pero nada más. No puedes abrazarla ni jugar con ella hasta que se sane de sus costillas. ¿Entendido?Violeta asintió con un puchero en los labios que a Rubén se le hizo idéntico a los de Rosanna.—¿Y Sergio? —le preguntó a Margarita.—Salió, señor, cuando llegué él ya se había ido.—¿Trajiste lo que te pedí?—Sí, señor, está en mi habitación. ¿Lo quiere ahora?—No. Guárdalo tú, por ahora no lo vamos a usar, pero es bueno tenerlo a la mano.—Como ordene, señor.—Otra cosa, necesito una enfermera de mi entera confianza para que revise a Rosie, ¿crees que Jazmín podría hacerlo?—La verdad es que no lo sé, señor, ella no ha ejercido desde hace años.—Le preguntaré, prefiero que alguien le ayude a administrar el Venture, pero a esta casa no entra nadie en quien no pueda confiar plenamente y menos si se trata de la salud de mi esposa.—En eso tiene razón, señor. Si quiere puedo intentar convencer
La mañana llegó cargada de sentimientos nuevos y determinación.Rosie despertó con su cabeza apoyada en el amplio pecho desnudo de su esposo, se sentía cálido y su palpitar pausado había sido un arrullo durante la noche. No quería moverse ni un milímetro, pero la llamada de la naturaleza era apremiante y ella necesitaba orinar con urgencia. Así que, como pudo, se movió despacito hacia un lado y se levantó con cuidado, le dolían los movimientos más que el día anterior, estaba segura de que esa caída le debió desacomodar los huesos de nuevo.Justo cuando estaba por salir de la cama, Rubén atrapó su muñeca, al verlo, él tenía el cabello revuelto, los ojos entrecerrados y una sonrisa perezosa en los labios, fue inevitable sentir que su corazón hacía piruetas, incluso en ese estado era el hombre más guapo que hubiera conocido.—¿A dónde intentas escapar? —preguntó el hombre con la voz rasposa mientras le acariciaba el dorso de la mano.—Debo ir al baño, cielo, no tardo.Esa forma de llamar
Las cosas con Sergio estaban tensas, Rubén seguía enojado con su amigo por haberle ocasionado esa crisis a Rosanna, puede que supiera que Sergio solo quería proteger a la niña, eso lo agradecía, él la amaba y la cuidaba como si fuera suya, pero eso no quitaba que quisiera darle un par de puñetazos por idiota.—¿Qué dijo Molina? —preguntó Rubén entrando a su despacho donde lo esperaba Sergio.—Que él no tiene nada que ver. La pandilla Rover es nueva, surgió en La Arboleda, pero tuvieron problemas porque su jefe era muy osado y no respetaba rangos, les mataron un par de camaradas y salieron corriendo como ratas.—¿Cuánto llevan en Leiva? ¿Y por qué no hacen parte del acuerdo?—Llegaron hace un año, pero no se establecieron como pandilla, estuvieron bajo el radar hasta hace poco. Compraron un bar en el sur y se adueñaron de un prostíbulo de la zona, tienen intimidados a los trabajadores. Molina dice que las armas las compraron con intermediarios porque no los conoce.—Intermediarios sign
—Vaya, entonces esas agallas tienen un respaldo. Lo siento, niña, pero incluso tu padre sabe que si rompes mis reglas debes pagar las consecuencias.—El acuerdo implica resarcir a las víctimas, ¿verdad? Dame un número y le haré una transferencia a Yudy o a Simón.—El acuerdo implica quedarte y hacerte responsable, si cualquiera pudiera venir, romper mis cosas y luego irse solo pagando una multa, mi ciudad se convertiría en destino turístico de desastres.—No se lo diré a nadie. Ninguno de ellos sabe quién soy, por eso los hice salir, piensan que solo soy una chica rebelde y mal hablada que escapó de La Arboleda con Kal.—Eso parece una súplica, habías dicho que no rogarías.—No me importa mi vida, pero si tú me matas, mi padre lo sabrá y vendrá a buscar venganza, ustedes son así de trogloditas, no quiero que él y mis hermanos paguen por mis juegos. Si vas a matarme de todas maneras, haz que no se sepa que fuiste tú.—Un poco de sentido común. Lo siento, niña, no necesito más dinero de