El viento salino de las Islas Feroe soplaba con suavidad, llenando el aire de una inigualable frescura, mientras Rachel cerraba los parpados e inspiraba profundamente, antes de soltar el aire con lentitud. La brisa le acariciaba el rostro, despeinando su cabello y envolviéndola en un abrazo frío y cálido al mismo tiempo.El paisaje que se extendía frente a ella era de ensueño, y parecía haber sido sacado de una obra de arte: colinas verdes que descendían de manera abrupta hacia un océano infinito, donde las olas chocaban contra los acantilados.Rachel permaneció allí, de pie a la orilla del mar, sintiéndose parte de aquel vasto, salvaje y bellísimo paisaje. No podía creer que, por fin, después de años soñando con aquello, estuviera allí, en el lugar que tanto había idealizado y que no la había desilusionado en lo más mínimo. Un rincón del mundo tan remoto que parecía casi irreal.—Es increíble, ¿verdad? —preguntó una cálida y grave voz detrás de ella.Rachel se dio media vuelta, y vio
Rachel asintió, aunque el malestar era evidente en su rostro.—Sí, es solo que… creo que me excedí en el desayuno. Estoy bien, no te preocupes —dijo, intentando reírse de la situación—. Quizás no fue buena idea comer tantos huevos revueltos, antes de la caminata.Sin embargo, Logan no parecía para nada convencido.—Rach… ya te he visto así antes. Recuerdo perfectamente nuestra primera luna de miel… —dijo, con voz seria y grave—. ¿No te parece algo demasiado familiar?—En ese momento, fue una intoxicación por los mariscos.—Pues el marisco ahora está babeándome el hombro —respondió Logan en tono de broma, a pesar de que no dejaba de estar alerta.Rachel no pudo evitar soltar una risita, antes de mirarlo, sintiendo cómo su corazón se detenía. No podía negar que Logan tenía razón, esa sensación… se parecía demasiado a cuando había descubierto que estaba embarazada de Esperanza. Pero no, no podía ser, ¿verdad?—No, Logan, no creo que sea posible… Tú y yo… nos estamos cuidando. —Rachel rio
—¡Oye! ¿A dónde vas? —preguntó Jenna, al ver que Rachel, su mejor amiga, era jalada por un hombre hacia la pista de baile. —A disfrutar. Aprovecha y disfruta de Las Vegas. Es nuestra última noche —repuso a voz de grito, mientras se perdía en la pista. Jenna rodó los ojos y río mientras bebía un sorbo de su copa mirando a la multitud sin prestar atención. Su mente estaba embotada por el alcohol.En el momento en el que se llevaba una mano a la boca y ahogaba un bostezo, un sujeto con el que había intercambiado unas cuantas miradas, pero que había ignorado, quitándole importancia, se acercó a Jenna con una copa en la mano. Era alto y musculoso, y su manera de moverse por el espacio, le hizo comprender a Jenna que era extremadamente consciente de su belleza. Sus ojos azules y cristalinos, adornaban un rostro anguloso y varonil, contrastando con su oscuro cabello. —Parece que tu amiga decidió dejarte sola —repuso el hombre, acercándose a su oído para que pudiera escucharlo. Jenna lo
Dos años más tarde.―Oye, ¿qué sucede? ―preguntó Rachel, abriendo los ojos de par en par al ver una gran columna de humo que se alzaba hacia el cielo, mientras ella y Jenna regresaban a la casa, para abrir el restaurante, después de dejar a Noah en la guardería. Jenna miró en la misma dirección y la sorpresa y el pánico aparecieron en su rostro, antes de comenzar a correr como alma que lleva el diablo. ―¡Hey! ¡Espérame! ―exclamó Rachel, corriendo tras ella.El miedo invadió a Jenna, mientras se precipitaba hacia la zona de la que provenía el humo, rogando porque no fuera lo que tanto temía. Sin embargo, al doblar la esquina, su mundo se vino abajo. ―¡No! ―Un grito brotó de la garganta de la mujer al ver que su peor pesadilla se había convertido en realidad.El humo provenía de donde se encontraba su restaurante y su casa, donde los bomberos trabajaban frenéticamente. Sin pensarlo, corrió hacia la entrada del restaurante. Pero uno de los bomberos la detuvo, tomándola por los hombr
—No, Rachel no puedo hacerlo ―dijo Jenna. Un sudor frío le recorría la espalda, mientras se estrujaba las manos con nerviosismo. Jenna se encontraba junto a su amiga, sentada en una pequeña salita del restaurante: La Corona Whitmore. ―Tranquila. Sé que lo harás genial. Confía en ti. Eres sumamente talentosa —repuso Rachel, intentando infundirle confianza. Jenna tragó saliva y asintió, aunque por dentro estaba hecha un manojo de nervios. Nunca había experimentado tanta ansiedad en su vida, ni siquiera el día que había dado a luz Noah. La idea de cocinar para el exigente David Whitmore la tenía al borde del colapso. Cuando finalmente llegó su turno, uno de los meseros del restaurante la guio hasta la cocina, donde la esperaba el gerente, un hombre serio, de mediana edad. ―Bienvenida, señorita Miller. Mi nombre es Charles Smith y seré quien la acompañe en esta prueba. Por favor, sígame ―dijo, mientras la conducía a una estación de trabajo totalmente equipada. Jenna observó la cocina
Una semana más tarde. —Me siento tan frustrada. Lo he perdido todo y no sé qué más hacer para encontrar un trabajo. Llevo una semana intentándolo —sollozó Jenna, sentada en la cama con las manos en su rostro—. Noah necesita tantas cosas que yo ya no le puedo dar. ¡Ni siquiera tenemos casa! Estamos viviendo a costa de tus padres… ¡Es horrible!—Cariño, créeme que te entiendo, pero no puedes dejarte vencer.—¡Necesitaré años para reunir todo el dinero que necesito para reconstruir la casa y el restaurante! —Tragó saliva—. Ese fue el único motivo por el que te hice caso y me presenté en La Corona Whitmore…, pero, bueno, ya viste lo que pasó… —negó con la cabeza.Las lágrimas rodaban presurosas por sus mejillas. Se sentía tan cansada… Era como si una nube negra la siguiera a donde quería que fuera.—Jenna, escúchame. Sé que dirás que estoy loca, pero… creo que encontré la solución a tus problemas.—Papá estaría tan triste… Todo lo que me dio se fue a la basura… Papá, ¿por qué no estás aq
—¡En serio, Jenna, tranquilízate, ¿quieres?! —repuso Rachel, sonriendo, mientras rodaba los ojos.—¡Eso es lo que intento! —repuso Jenna, antes de inspirar profundamente y soltar el aire con lentitud, intentando calmarse—. Pero no funciona. Me preocupa que Noah me eche de menos. Tú sabes que nunca lo he dejado con nadie más en las noches. Además, mira la cantidad de gente que hay aquí.Rachel rio.―No le eches la culpa al pequeño, cuando ambas sabemos que lo que te tiene así es el bendito concurso ―repuso, mientras la jalaba en dirección a la entrada.Jenna suspiró y se dejó arrastrar por su amiga, sintiendo que el corazón amenazaba con salírsele del pecho. Su mente era un torbellino, y cuerpo parecía temblar conforme se adentraban en edificio.Sin embargo, a pesar de sentir que su ansiedad había disminuido a medida que los productores del programa le explicaban cómo sería todo, cuál era su estación de cocina, y cómo se llevaría a cabo, su corazón se paralizó al reconocer un rostro en
David Whitmore observaba atentamente cada plato que los camareros del programa presentaban ante él. Como jurado y productor de «Cocina a Ciegas», su papel era crucial en la selección del ganador.Después de probar todos los platos de entrada de los concursantes, no podía negar que había una persona que destacaba por sobre las demás.—Sin lugar a dudas, el concursante número siete es increíblemente talentoso —repuso, pensativo, la entrada, la cual consistía en mariscos picantes—. Esto sin lugar a dudas representa al verano —dijo, más para sí mismo que para sus colegas, quienes asentían de acuerdo con él—. Sin lugar a dudas, es un platillo que es perfecto como entrada. Tras decir esto, alzó la mano y pidió que pasaran con el plato principal.Rápidamente, los camareros, se dirigieron una vez más a las estaciones y tomaron los platillos principales de todos los concursantes.David bebió un sorbo de champaña para limpiar su paladar, antes de probar todos y cada uno de los platos principal