Logan se acercó a Rachel, tomando sus manos con ternura y suavidad. Sus ojos, esos ojos azules que siempre habían calado hasta lo más profundo de ella, ahora brillaban con una evidente y apenas controlada emoción.—Rach —comenzó a decir, con voz suave, pero llena de firmeza y seguridad—. Todo esto es para ti. Para nosotros. Para celebrar lo que hemos construido juntos y, también, para cerrar un capítulo de nuestras vidas y comenzar uno nuevo, lleno de felicidad y amor.Rachel lo miraba, con incredulidad. Jamás había esperado algo como aquello. Entonces, vio algo en las manos de su esposo: un sobre.Logan inspiró profundamente y, con una mirada significativa, lo alzó frente a ella.—¿Recuerdas esto? —preguntó, abriendo el sobre con lentitud.Rachel frunció el ceño, reconociendo de inmediato el papel que sacó del interior: era el acta de matrimonio original, y, junto a ella, el contrato que ambos habían firmado al comienzo de todo. Ese acuerdo que habían sellado bajo circunstancias tan
El aire de la fiesta estaba cargado de celebración y de felicidad. El jardín, que poco a poco se había ido oscureciendo con la caída de la tarde, parecía brillar bajo la luz del atardecer, mientras Rachel, con una sonrisa que no se borraba de su rostro, saludaba a todos y cada uno de los invitados, sintiéndose plena, al estar rodeada de las personas que amaba, y disfrutando del momento que Logan había preparado con tanto mimo.La música fluía, mientras las copas de champán se alzaban brindando y las risas llenaban el aire. Todo era más que perfecto. Rachel estaba envuelta en una burbuja de alegría. Sin embargo, aún había algo de incredulidad en su mente. Aún no podía procesar todo aquello por completo.Mientras miraba a su esposo, riendo junto a David y algunos socios de la empresa, Rachel no pudo evitar sentirse la persona más afortunada del planeta.—¡Rachel! —gritó una voz a sus espaldas, desde el otro lado del jardín.Rachel se giró para ver a Jenna acercándose a ella con un plato
La fiesta continuó y las risas llenaban el ambiente, mientras, poco a poco, la conversación que había mantenido con su mejor amiga se desvanecía en la memoria de Rachel. Aquel era un momento para celebrar, y ella quería aprovecharlo y disfrutarlo al máximo. Sin embargo, cuando pensaba que todo estaba llegando a su clímax, Logan se paró al centro del jardín y golpeó su copa de champán con una cucharilla, llamando la atención de todos.—Un momento, por favor —repuso con una sonrisa que delataba que estaba a punto de develar una nueva sorpresa—. Esta noche ha sido y está siendo increíble, pero aún me queda una sorpresa más.Rachel, quien se había quedado de pie junto a Jenna y a David, frunció el ceño. ¿Qué más podía haber? ¿Acaso eso no era todo?—¿Qué está tramando ahora? —preguntó Rachel en un susurro, acercándose a Jenna, quien simplemente le devolvió una sonrisa cargada de complicidad.Logan se acercó nuevamente a ella, con una pequeña y alargada caja en la mano, ante la atenta mira
El viento salino de las Islas Feroe soplaba con suavidad, llenando el aire de una inigualable frescura, mientras Rachel cerraba los parpados e inspiraba profundamente, antes de soltar el aire con lentitud. La brisa le acariciaba el rostro, despeinando su cabello y envolviéndola en un abrazo frío y cálido al mismo tiempo.El paisaje que se extendía frente a ella era de ensueño, y parecía haber sido sacado de una obra de arte: colinas verdes que descendían de manera abrupta hacia un océano infinito, donde las olas chocaban contra los acantilados.Rachel permaneció allí, de pie a la orilla del mar, sintiéndose parte de aquel vasto, salvaje y bellísimo paisaje. No podía creer que, por fin, después de años soñando con aquello, estuviera allí, en el lugar que tanto había idealizado y que no la había desilusionado en lo más mínimo. Un rincón del mundo tan remoto que parecía casi irreal.—Es increíble, ¿verdad? —preguntó una cálida y grave voz detrás de ella.Rachel se dio media vuelta, y vio
Rachel asintió, aunque el malestar era evidente en su rostro.—Sí, es solo que… creo que me excedí en el desayuno. Estoy bien, no te preocupes —dijo, intentando reírse de la situación—. Quizás no fue buena idea comer tantos huevos revueltos, antes de la caminata.Sin embargo, Logan no parecía para nada convencido.—Rach… ya te he visto así antes. Recuerdo perfectamente nuestra primera luna de miel… —dijo, con voz seria y grave—. ¿No te parece algo demasiado familiar?—En ese momento, fue una intoxicación por los mariscos.—Pues el marisco ahora está babeándome el hombro —respondió Logan en tono de broma, a pesar de que no dejaba de estar alerta.Rachel no pudo evitar soltar una risita, antes de mirarlo, sintiendo cómo su corazón se detenía. No podía negar que Logan tenía razón, esa sensación… se parecía demasiado a cuando había descubierto que estaba embarazada de Esperanza. Pero no, no podía ser, ¿verdad?—No, Logan, no creo que sea posible… Tú y yo… nos estamos cuidando. —Rachel rio
—¡Oye! ¿A dónde vas? —preguntó Jenna, al ver que Rachel, su mejor amiga, era jalada por un hombre hacia la pista de baile. —A disfrutar. Aprovecha y disfruta de Las Vegas. Es nuestra última noche —repuso a voz de grito, mientras se perdía en la pista. Jenna rodó los ojos y río mientras bebía un sorbo de su copa mirando a la multitud sin prestar atención. Su mente estaba embotada por el alcohol.En el momento en el que se llevaba una mano a la boca y ahogaba un bostezo, un sujeto con el que había intercambiado unas cuantas miradas, pero que había ignorado, quitándole importancia, se acercó a Jenna con una copa en la mano. Era alto y musculoso, y su manera de moverse por el espacio, le hizo comprender a Jenna que era extremadamente consciente de su belleza. Sus ojos azules y cristalinos, adornaban un rostro anguloso y varonil, contrastando con su oscuro cabello. —Parece que tu amiga decidió dejarte sola —repuso el hombre, acercándose a su oído para que pudiera escucharlo. Jenna lo
Dos años más tarde.―Oye, ¿qué sucede? ―preguntó Rachel, abriendo los ojos de par en par al ver una gran columna de humo que se alzaba hacia el cielo, mientras ella y Jenna regresaban a la casa, para abrir el restaurante, después de dejar a Noah en la guardería. Jenna miró en la misma dirección y la sorpresa y el pánico aparecieron en su rostro, antes de comenzar a correr como alma que lleva el diablo. ―¡Hey! ¡Espérame! ―exclamó Rachel, corriendo tras ella.El miedo invadió a Jenna, mientras se precipitaba hacia la zona de la que provenía el humo, rogando porque no fuera lo que tanto temía. Sin embargo, al doblar la esquina, su mundo se vino abajo. ―¡No! ―Un grito brotó de la garganta de la mujer al ver que su peor pesadilla se había convertido en realidad.El humo provenía de donde se encontraba su restaurante y su casa, donde los bomberos trabajaban frenéticamente. Sin pensarlo, corrió hacia la entrada del restaurante. Pero uno de los bomberos la detuvo, tomándola por los hombr
—No, Rachel no puedo hacerlo ―dijo Jenna. Un sudor frío le recorría la espalda, mientras se estrujaba las manos con nerviosismo. Jenna se encontraba junto a su amiga, sentada en una pequeña salita del restaurante: La Corona Whitmore. ―Tranquila. Sé que lo harás genial. Confía en ti. Eres sumamente talentosa —repuso Rachel, intentando infundirle confianza. Jenna tragó saliva y asintió, aunque por dentro estaba hecha un manojo de nervios. Nunca había experimentado tanta ansiedad en su vida, ni siquiera el día que había dado a luz Noah. La idea de cocinar para el exigente David Whitmore la tenía al borde del colapso. Cuando finalmente llegó su turno, uno de los meseros del restaurante la guio hasta la cocina, donde la esperaba el gerente, un hombre serio, de mediana edad. ―Bienvenida, señorita Miller. Mi nombre es Charles Smith y seré quien la acompañe en esta prueba. Por favor, sígame ―dijo, mientras la conducía a una estación de trabajo totalmente equipada. Jenna observó la cocina