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-¡Marcia, Marcia, ya estoy en casa! - Gritó Mike al tiempo que se apeaba del coche a las puertas de una sencilla casa de dos plantas con un porche que la rodeaba y en el que se oían las risas de unos niños. Se oyó enseguida una voz que salía de la casa llamando a sus hijos que correteaban por el jardín. Los esposos se encontraron al pie de la escalera y se besaron efusivamente, dos niños revoloteaban a su lado, gritando papa, papa, regalos, regalos… Soltó a su mujer, cargó a sus dos hijos y entró en casa.

-Te he echado mucho de menos cariño, ¿creí que sólo ibais a pasar una noche fuera?

-Bueno, se complicaron un poco las cosas

-¿Nada grave supongo?

-No mujer, luego te cuento, ahora por favor sírveme una limonada de esa deliciosa que tu preparas cariño, llego sediento, este calor aún no cede, y eso que estamos ya en otoño… – Le pidió amablemente con una sonrisa.

Marcia entró en la cocina y salió con un vaso lleno de limonada, mientras se lo daba aprovechó para preguntarle algo más sobr
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