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Débora volvió la vista al frente y lo que vio la dejó impresionada. Justo en ese momento se abría una enorme verja eléctrica para dejar paso al coche. Daniel saludó con la mano al portero que salió de su garita para dar la bienvenida al dueño. Al fijarse más descubrió un par de hombres cerca de la valla que rodeaba la propiedad, imaginó que debían ser también vigilantes. El coche no se detuvo y avanzó por un largo camino asfaltado con árboles a ambos lados, cruzaron por un inmenso jardín hasta llegar a la casa. Débora alzó los ojos y se encontró de frente con una imponente mansión blanca, acristalada y luminosa compuesta de planta baja y dos pisos más como mínimo, al menos eso es lo que se dejaba ver desde su asiento del coche, no quiso asomarse ni bajar más la cabeza para no resultar demasiado curiosa. Una escalinata de piedra daba acceso a un patio empedrado que bordeaba la casa. Bueno la casa, a Débora más bien le pareció un palacio de película, quedó impresionada por las altas
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