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Mike le obedeció, presto como de costumbre. Daniel era perfectamente consciente de la suerte que tenía de contar con él, como capataz, como mano derecha y como su mejor amigo y colega. No podía haber elegido mejor padrino para el pequeño David, esa decisión le costó otra discusión con su esposa que no lo soportaba.  Estaba satisfecho de haberse impuesto esta vez.  Con más razón si cabe puesto que el candidato propuesto por Rebeca era el mismísimo Jorge.  Elegir entre Mike o Jorge para padrino de su hijo no tenía color.

Aproximadamente una hora más tarde por el rabillo del ojo observó cómo Rebeca a su vez abandonaba el lugar con su hijo en brazos. La siguió al mismo tiempo que entraba la llamada de Mike. El empleado que lo vigilaba acababa de informar que Jorge se encontraba en la casa cargando maletas en su automóvil.  La mujer se dirigió a la vivienda familiar, allí se encontró con su amante que la esperaba con el coche listo para largarse.  Ese último encontronazo con ella fue el más duro de todos.  Esa vez si discutieron con dureza e incluso golpeó violentamente a su hermano.  Se dio el gusto, Jorge ya le debía demasiadas. Lo hubiera seguido golpeando si Mike no lo llega a sujetar,  no se sentía orgulloso, pero perdió los nervios por completo. Lo cierto es que se le paró el corazón cuando vio que su esposa metía al niño en el auto. ¡Eso no lo iba a permitir!  No lo hizo.  Primero intentó detener a Rebeca con el fin de arrebatarle a su hijo, Jorge se interpuso, así que no le quedó más remedio que tumbarlo con un derechazo que impactó directamente en su cara,  su hermano intentó revolverse, pero Mike lo sujetó, no le costó demasiado, Mike acostumbrado a la vida dura de campo tenía buenos músculos y estaba más en forma que su oponente. Él aprovechó para coger a su hijo en brazos.

-¡Mételo en el coche y que se larguen de una m*****a vez! - ordenó furioso a su capataz.

Para ellos la presencia de David habría sido un estorbo, probablemente sólo lo querían para negociar posteriormente con él y pedirle más dinero. Ya se llevaban suficiente, demasiado para lo que les iba a durar. Jorge no le sacaría nada más y en lo referente a su esposa, le daría lo que le correspondiera legalmente cuando se divorciaran, no iba a regatear, pero tampoco estaba dispuesto a que le tomaran el pelo. Afortunadamente su matrimonio no duró demasiado, así que el sablazo a sus bienes no sería demasiado elevado.  Seguramente mucho menor que la cantidad que había dispuesto en el acuerdo prenupcial que Rebeca se negó en redondo a firmar. Chasqueó los dientes, su ambiciosa esposa se tiraría de los pelos en cuanto se diese cuenta de su grave error.  Caro pagaría haberse dejado enredar por Jorge. Bah… que le importaba a él lo que le sucediera a ese par de desgraciados. No entraba en sus planes dilapidar su patrimonio, la ilusión de sus abuelos y los beneficios de largos años de trabajo de sus padres por un par de vividores que nunca tendrían suficiente.

Los amantes se fueron solos, no los detuvo. Sintió alivió de verse libre finalmente de una mala mujer, una ambiciosa que lo cazó embarazándose, lo despreció hasta la saciedad y luego se largó a las primeras de cambio traicionándolo con su medio hermano.   Ahora estaba solo, bueno… con su pequeño, viviría por y para él. No necesitaba otra mujer en su vida… Y mucho menos una embaucadora como su “queridísima consorte”.

Regresó a la fiesta, atendió a los invitados como si nada hubiera pasado y esquivó todo lo que pudo las preguntas de su madre.

-Llevo un rato buscándote hijo – afirmó su madre, que sin esperar respuesta tiró de su brazo para que la siguiera – quiero presentarse a unos conocidos del ayuntamiento.

-¿ Tiene que ser ahora madre? -pregunto con expresión cansada- Justo intentaba esconderme un poquito de tanta gente…

-Conociéndote como te conozco hijo, no entiendo porque has montado todo este circo.

-David lo merece, acabamos de bautizar al heredero del imperio Savater.

-Tienes razón cariño, y a mí me viene de perlas para hacer contactos. Ven, voy a presentarte a alguien del partido. Me han propuesto presentarme a la alcaldía en las próximas elecciones. ¿Qué te parece hijo?

Daniel quedó blanco, no sabía que su madre tuviera tantas ambiciones políticas, esperaba que el escándalo de Jorge y Rebeca no la salpicara demasiado.

Un par de horas más tarde aprovechó que David parecía cansado para retornar al rancho.

Mike y su esposa Marcia se fueron inmediatamente después con sus hijos, un niño revoltoso e inquieto que nada más llegar a su casa saltó del coche a toda prisa para perseguir a dos enormes perros que ya lo estaban esperando para jugar, y un bebé de apenas un año adormecido en brazos de su madre.

Mike, era unos años mayor que Daniel, y se convirtió en una especie de hermano mayor y protector del niño de ciudad cuando este llegaba del extranjero para pasar sus vacaciones de verano.  Entre juegos y travesuras le enseñó a moverse por la zona. Ya de adolescentes empezaron a rondar a las jóvenes del pueblo. Él se enamoró perdidamente de Marcia y casaron al terminar sus estudios universitarios, él de ingeniería agraria y su esposa enfermería, profesión que abandonó pronto al quedar embarazada,  tenía previsto reincorporarse a la vida laboral, pero después de disfrutar unos años de sus pequeños.  Daniel aún enfrascado en sus estudios, no pasaba de alguna relación esporádica sin compromiso ninguno.   Marcia no fue ningún obstáculo en la amistad de ambos, al contrario, los tres se entendían a la perfección. 

Al morir el padre de Mike en un desafortunado accidente, el hijo ocupó su lugar y se convirtió en el capataz del rancho.  Miguel se convirtió en la mano derecha de Daniel, lo mismo que fue su padre con el padre de Dan y sabía que podía dejar en sus manos el manejo de toda la propiedad puesto que la cuidaba como si fuera suya. Ahora que su amigo había vuelto, una vez terminados sus estudios a pesar de haberles dado la sorpresa de aparecer casado con una mujer un tanto estirada,   que no deseaba para nada  adaptarse a la vida de campo y con la que no congeniaban mucho habían retomado la vieja amistad  Para los esposos Oliver fue una enorme alegría que Daniel les ofreciera apadrinar al pequeño y aunque en un principio dudaron ya que pensaban que ese honor debería corresponder a Jorge, la insistencia de este hizo que aceptasen gustosos.

A su observadora esposa Marcia no se le escapaba nada y aprovechó la primera ocasión en que estuvieron solos para preguntar a su marido que tanto se traía con Daniel toda la tarde.  Le insinuó medio en broma que no le serviría de nada mentirle puesto que ya se había fijado que ni Rebeca ni Jorge habían regresado a la fiesta.  No le quedó más remedio que contárselo, no le gustaba ocultarle nada a su esposa. A la mujer no le extrañó, al contrario, pareció aliviada y alegó que era lo mejor que le podía haber pasado a Daniel, sus sabias palabras resumieron perfectamente la situación:

-Quizás estará un poco dolido una temporada, pero pronto encontrará una buena chica con la que ser feliz, y se ha quedado con lo único que le importa, su heredero. Es una buena persona y no se merecía una mujer así.  Si no hubiera sido tan responsable no se habría sentido obligado a casarse y no se habrían aprovechado de su buena fe.

-Bueno, espero que Daniel se lo tome con tanta filosofía como tu – respondió a su esposa un tanto dubitativo. Conocía el fuerte carácter de su amigo y estaba seguro de que no aceptaría demasiado bien una puñalada de ese calibre y mucho menos estando involucrado su hermanastro, con el que tenía seguro más de una cuenta pendiente. Desde el punto de vista masculino -Una cosa es divorciarse de mutuo acuerdo y otra muy distinta que te la peguen y nada menos con la persona que te ha estado haciendo la vida de cuadritos desde que naciste - En fin, el tiempo suele poner las cosas en su lugar.

-Tiempo al tiempo mi vida, no creo que lo que más le haya dolido sea la pérdida de la esposa a la que no amaba, creo que sentirá más la traición de Jorge. Por lo tanto, no debemos temer por su corazón... – Agregó su esposa corroborando sus pensamientos, pero desde el punto de vista femenino, obviando el orgullo de macho herido de muchos hombres, entre los que se incluían por supuesto Mike y Daniel.

-Si…tú lo dices, mi brujita..., – Bromeó su marido dando por cerrada una conversación que lo incomodaba con un beso cariñoso a su esposa, el futuro no estaba en sus manos.

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