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Despertó al alba por el lloro del pequeño, se había quedado dormido con el bebé en su cama. Aún llevaba la ropa del día anterior.  Obviamente David tenía hambre, lo acostó en su cuna y sin cambiarse de ropa se dirigió a la cocina para prepararle su comida, luego ya se daría una larga ducha para despejar su mente, disimular la falta de sueño y se enfrentar su nueva situación.  Habitualmente una de las muchachas de servicio se ocupaba del niño, pues Rebeca casi nunca se preocupó de cuidarlo.  En cambio, a él si le gustaba atenderlo cuando tenía tiempo, lamentablemente eso sucedía en contadas ocasiones. Lo más cómodo sería contratar a una niñera, la casa disponía de muchas criadas, pero ninguna especializada en bebes y no era bueno que su hijo anduviera de mano en mano. 

En la cocina ya canturreaba la cocinera mientras preparaba el desayuno, el trabajo en el campo empezaba pronto. La saludó afectuosamente y también al ama de llaves que repasaba el horario y tareas de las empleadas.  Esta se brindó para preparar la leche del bebé, mientras intentaba disimular, sin conseguirlo, su extrañeza por hallar a su patrón tan desaliñado, vestido aún con la ropa de fiesta del día anterior Danny intuyó lo que pasaba por la mente de la veterana sirvienta, en verdad su aspecto era deplorable, llevaba la camisa medio abierta, arrugada y por fuera de los pantalones. ¡Dios! Se tocó inconscientemente la frente, encima le dolía terriblemente la cabeza. ¡Pues sí que empezaba bien el primer día de su nueva vida: obligado a asaltar el bote de analgésicos después de desayunar…! Bien, ya no podía hacer nada para remediarlo, suavemente rehusó la ayuda ofrecida y le pidió que prosiguiera con su tarea habitual…

Se dispuso a preparar el biberón del pequeño… Unas voces no habituales, procedentes del vestíbulo lo obligaron a interrumpir su tarea. La curiosidad se impuso y salió a comprobar a quién pertenecían. Tony, el jefe de policía del condado hablaba con José, el mayordomo. 

-¿Tony, qué haces aquí a esta hora? – Preguntó con familiaridad pues lo conocía desde pequeño, también había sido su compañero de correrías y él como amigo había apoyado su campaña con una buena donación, pero no únicamente por ser compadres sino también porque estaba convencido que era un buen policía que se desvivía por su trabajo. No le gustó su expresión.  No venía a tomar una copa como amigo, y menos a horas tan tempranas. Le dio la mano y sus temores aumentaron al notar que este bajaba la cabeza antes de hablar y movía insistentemente el pie como si quisiera aplastar una invisible colilla, su tic característico cuando algo no iba bien…. Empezó pidiendo disculpas por molestarlo a tan intempestiva hora…   ¿Qué demonios habría pasado? ¡Dios, confía en que no fuera nada demasiado grave pues en ese momento no tenía cabeza para afrontar un problema grave…

-Ha habido... – empezó Tony sin saber como abordar el espinoso tema que lo traía al rancho.

Ante el titubeo y la expresión dolorida de su amigo, le pidió que esperase.  Aún tenía el biberón de su hijo en la mano, regresó a la cocina. A regañadientes le encargó esa tarea a una muchacha, había dejado al pequeño, despierto y solo en la habitación, por lo que era urgente que subiera alguien a vigilarlo. Luego ordenó que les sirvieran café en el despacho.  Ya de nuevo junto a Tony lo invitó a acompañarlo, atravesaron el amplio vestíbulo de la casa, entraron en una estancia amplia amueblada con robustos muebles de madera maciza no exentos de elegancia.  El se acomodó tras la mesa principal y señaló a su amigo que hiciera lo propio al otro lado en uno de los dos enormes sillones.  Esperó a que entrara el sirviente con la bandeja de café antes de pedir al policía que empezara a hablar. El hombre siguió titubeando, igual que antes en el vestíbulo.

-Ha habido… - reanudó finalmente la frase donde la había dejado antes. Daniel meneó la cabeza en señal de asentimiento animándolo a proseguir. - …un accidente en la carretera principal…, - se paró unos momentos para observar el rostro por el momento inexpresivo de Danny, así que prosiguió – El accidente se ha producido por exceso de velocidad, un todoterreno oscuro se precipitó fuera de la carretera.

-No entiendo que tiene que ver conmigo lo que me estas contando. – Interrumpió la explicación Dan apurando el contenido de su café. La carretera recorría la mayor parte de los terrenos de su propiedad, pero él no era responsable de los que circulaban por ella.

-¿Un vehiculo negro con placas de matrícula 0025 – SAVAT pertenece a tu hermano Jorge?

-Si, ¿Por qué? Ayer se marchó, creo que fue antes de terminar la fiesta… – Respondió inconscientemente dejando la taza de café encima del platillo... En ese momento su mente se aclaró, intuyó el motivo de la duda de su amigo, y porque no se explicaba con claridad: ¡Maldición! Los huidos habían sufrido un accidente y… y en el coche viajaba su mujer: ¡Con Jorge…! Sin más dilación preguntó por los pasajeros - ¿Y cómo están los ocupantes?

-No hubo supervivientes. – reconoció bajando la cabeza el amigo antes de preguntar - ¿Veo que estabas enterado que tu hermano viajaba con compañía? - Volvió a detener su explicación, esta vez elevó la vista hacia su interlocutor para observar su semblante, la expresión de Daniel lo animó a continuar,

-El vehículo se incendió… – titubeó mientras levantaba su mirada por encima de su interlocutor para contemplar el enorme cuadro colgado detrás de donde estaba sentado Daniel, lo observó detenidamente: Era un retrato de los hombres de la familia Savater, empezando por Don Diego, el patriarca, Dimas su hijo y los dos hijos de este, Jorge y Daniel. Si no estaba equivocado tres de ellos ya estaban muertos. Prosiguió su relato al darse cuenta de que Daniel lo estaba observando intrigado -… y aún no hemos podido identificar los dos cuerpos que había dentro, por lo que me comentas lo más seguro es uno sea el de tu hermano… pero nos ayudaría saber quién era el otro ocupante, nos sería de gran ayuda si puedes darnos alguna pista por dónde empezar a buscar.  No hemos encontrado documentación alguna, seguramente se habrá destruido en el incendio.

En ese momento Dan palideció, por supuesto que podía dar información sobre el segundo ocupante del vehículo. Podía dar toda la información. ¡Tanta que no evitaría seguir buscando! Pero: ¿Cómo contarlo?  En fin, mejor sería explicarlo todo de una vez y sacarse ese peso de encima. Así que con voz entrecortada comentó que en el coche iban Jorge y también Rebeca, su esposa. 

-¿Tú esposa? – se extrañó el policía - … pero… pero no…, ¿No estáis de celebración?

Al observar la cara de asco que puso Daniel, Toni comprendió que había metido la pata con su pregunta y se quedó en silencio sin saber que decir, esperando una aclaración por parte de su interlocutor…

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