Narra Elikai:
Ella era diferente. Dalila Alcalá, era diferente.
Lo supe de inmediato al sentir su olor y ver sus extraños ojos color rosado. Su cabello negro era tan oscuro como el ébano, y su piel blanca parecía la de una figurilla de porcelana: fría y despojada de color.
Era hermosa, pensé para mí mismo, y aun usando aquellos tristes trapos viejos y desgastados que simulaban un intento de vestido, y que parecían una burla intencionada a su hermosura, resaltaba del resto de las mujeres que había en esa habitación.
— La manada Raksha no va a involucrarse en una guerra sin sentido, Rey Kingsley, ya hemos perdido mucho por apoyar a su causa, y su padre prometió que no nos involucraría más en esta pelea sin cuartel. —
Me dijo el Alfa Calixto aquella tarde hacía ya dos años atrás, mientras su mimado hijo, Cyrus, me miraba con desprecio. Tenía que visitar nuevamente a aquella manada, ahora que Calixto había muerto, y que Cyrus era el nuevo Alfa, debía de hacer un nuevo intento, aunque también eran otras razones diferentes las que me llevaban a visitarlos, ya no me interesa su apoyo para la guerra que estamos enfrentando.
Llegue poco después del medio día, y el sol aún estaba en lo alto, aunque aquel aroma exagerado a rosas e incienso, me pareció sumamente curioso, pues detrás de él podría sentirse un muy leve aroma a sangre, aunque era ya tan imperceptible, que difícilmente se podría percibir a quien pertenecía.
—Sea bienvenido, Rey Elikai Kingsley. —
Me recibió la servidumbre, quien me guio hacia el salón de banquetes en donde ya me esperaban el nuevo Alfa y su Luna.
—Es un honor tenerlo de visita, Alfa Kingsley, aunque lo esperábamos dos días después. — dijo el Alfa Cyrus, quien me miró despectivamente con aquellos ojos azules, sin intención de ocultar su recelo hacia mí, y que intencionadamente me había llamado Alfa en lugar de Rey.
A su lado, una loba de piel blanca y cabello rojizo me miraba casi con lujuria, aunque sabia disfrazarla bien ante su macho. Aquella debía de ser la Luna Antonia.
—Sea muy bienvenido Rey Kingsley. Espero que su estadía en nuestras vastas tierras le resulte agradable. — me dijo aquella loba ya marcada, con un acento sensual que me dio repulsión.
—He venido para solicitar al nuevo Alfa de la manada Raksha, su apoyo en esta guerra que sostenemos con los vampiros. — dije esperando conseguir apoyo, aunque sin realmente tener esperanza de ello.
El Alfa Cyrus tenía una reputación de ser un cobarde, y se rumoraba que había tomado el lugar del Alfa tan solo por la muerte de su padre y no por derecho propio.
—Estoy seguro de que mi padre le dejo muy en claro, Alfa Kingsley, que nuestra manada no participara en su guerra. Como nuevo Alfa de mi manada, digo lo mismo. Los Raksha no participaremos en su batalla contra esas bestias chupa sangre. No le debo nada a usted ni a nadie, y me he ganado el estar en calma resguardado en mis tierras por las batallas que mis parientes pelearon junto a su padre. — me respondió con arrogancia.
No pude evitar reírme.
—¿Qué le causa tanta gracia Alfa Kingsley? — me pregunto Cyrus con enojo.
—Usted no peleo tales batallas, así que no puede decir que se ha ganado tal derecho, además, solo un estúpido creería que dentro de la seguridad de sus tierras se encuentra a salvo, cuando los vampiros van masacrando manadas enteras y tarde o temprano llegaran resguardados en su neblina a sus territorios, y quiero pensar, que usted no es tan estúpido para creer que este lugar se mantendrá fuera de su rango. — le respondí con verdad.
Él se levantó abruptamente de su trono, y me miró con mayor desprecio aún.
—Mas estúpido es, Alfa Kingsley, pelear una guerra que no puede ganar, tan solo para honrar una profecía de la que no saldrá invicto, y tan solo porque sus padres le dijeron que así debía de ser. —
Aquella ofensa que me lanzo, la dejaría pasar tan solo por esa ocasión, y tan solo porque había algo más que quería de ese cobarde e irracional hombre.
—No soy yo quien está ofendiendo a un hombre que puede matarlo, Alfa Cyrus. Sin embargo, dada su negativa, aceptaré que su manada se mantenga al margen, aunque le advierto, que, si este lugar es alcanzado por la niebla, entonces los ejércitos no vendrán a socorrerlos. — le respondí y él me sonrió.
—Aceptaré el riesgo. — me dijo Cyrus con aquella sonrisa cínica.
—De acuerdo, aunque no solo he venido por esta razón, Alfa Cyrus. — le dije mirándolo a los ojos.
—¿Y qué otra razón tiene usted para venir aquí? — me cuestionó con molestia.
—Como ya debe de saber Alfa Cyrus, estoy en la búsqueda de mi Luna, así que quiero solicitar su permiso para buscar entre las hembras no marcadas de su manada, para ver si alguna logra cautivarme. — le respondí.
El solo hizo un gesto restándole importancia.
—Por supuesto, Alfa Kingsley, avíseme si alguna es de su agrado. — me respondió con indiferencia, mientras a su Luna parecieron brillarle los ojos.
Sin más que hablar con ellos, salí de ese salón en donde pude percibir con mayor fuerza aun ese rastro de sangre…y ya sabía, a quien le pertenecía.
Mi segunda razón para visitarlos, era ella, quiero pedir a Dalila para mí, y sacarla de ese infierno que sé que está viviendo. Ella ha cumplido los veinte años al fin, y ya puede ser reclamada sin objeción alguna. Pensé para mí mismo. Necesito a una Luna para tener a mi heredero, antes de que sea demasiado tarde, y la profecía que pesa sobre mí, me consuma…necesito que ella, me salve.
Algunas veces, me he ocultado entre los árboles de las tierras Raksha, tan solo para mirarla a ella. He aprendido que le gusta sentarse a sentir el viento acariciando su piel, y que disfruta de darse baños de sol cada mañana, escondida de todos. En verdad necesito, que ella sea quien me salve de mi cruel destino.
También, la he visto sufrir, la he visto ser humillada y golpeada, mientras aquel cobarde al que ella ama tan solo desvía su mirada.
Ese era el aroma de su sangre, luego de hablar con un par de lobeznos muy jóvenes, ellos me confirmaron que Dalila había sido golpeada en castigo por ofender al Alfa de su manada, y que había sido llevada a su tejaban a la entrada de las tierras Raksha, pero ella, no estaba allí. Dalila había sangrado mucho, y el rastro de su olor se dirigía fuera de aquellas tierras, y lo seguí sin dudarlo hasta llegar a Londres...la vi entonces, tan maltrecha y con aquel vestido viejo hecho jirones, sangrando desde la espalda.
Sentí como mi sangre hirvió durante un momento, y mis puños se apretaron cuando observé como ella subía al tejado de aquel alto edificio, con la dificultad de sus heridas encima...ellos, nuevamente, la habían masacrado a golpes.
Sin pensarlo, y como si mi cuerpo reaccionara en automático, subí de un brinco a aquel tejado, y entonces la vi intentando saltar al vacío para terminar con su sufrimiento.
Al verla saltar, corrí como un loco para detenerla...y así lo hice.
—No te permito morir…Dalila. El Rey Alfa, te ordena vivir. — le dije hablando con la verdad.
Sin embargo, ella por un momento pareció no reaccionar, como si mil pensamientos le estuviesen golpeando al mismo tiempo.
—¿Porque me has salvado?… — la escuché cuestionarme casi en un débil susurro, y apreté aún más mi agarre en su delicada y delgada mano.
—No quiero que mueras…Dalila. — le dije sin soltarla, no iba a permitir que muriera.
Ella estaba temblando, temblaba como una niña pequeña que estaba completamente asustada, y sentí su pequeño cuerpo tan helado casi precipitándose al vacío.
No la solté, y no iba a soltarla.
—Rey Alfa Kingsley…por favor, déjame caer. — dijo ella con tristeza.
—¿Por qué lo haría? Soy el Rey, y tengo la autoridad para decidir si alguien vive o muere. Y no quiero que mueras. — le dije casi molesto.
Ella me miró a los ojos, aquellos hermosos ojos de algodón de azúcar, que eran opacados por las lágrimas, se cerraron un momento.
—Yo…fui rechazada por el Alfa Cyrus, quien había prometido unirse a mí y convertirme en su luna…soy una mestiza, maltratada e indigna de pertenecer a la manada Raksha, pero no iba a permitirles el verme morir, al menos en eso, no pienso complacerlos. Pero tu, no me lo has permitido. —
Aquellas palabras tan duras salieron de los labios de Dalila, y sentí mi sangre hervir de nuevo, ella, me había mirado por un instante, y luego volvió a cerrar sus ojos.
Entonces, lo decidí.
—Puedo soltarte y cumplir tu deseo, morirás y nadie va a recordarte, pero también, puedo ofrecerte otra opción, entonces, escucha lo que te ofrezco. — dije logrando que ella abriera de nuevo los ojos, y me mirara con extrañeza.
—¿Lo que me ofrece? — me cuestionó Dalila con incredulidad.
Ella claramente no podía creer que yo le estuviese ofreciendo algo; había sido tan maltratada, que en realidad parecía no poder aceptar que alguien se preocupara por ella. Aquello era, tan triste, medité.
—Si, mujer, te ofrezco salvarte y elegir el rumbo de tu vida, en lugar de caer y morir, y también, te ofrezco ser mía, te ofrezco convertirte en mi única Luna, y yo te daré a cambio de que te unas a mí y me des a mi hijo, aquella venganza que deseas en contra de la manada Raksha. —
Ella pareció realmente sorprendida de lo que le dije, y sus ojos brillaron intensos.
—Dime, Dalila, ¿Aceptaras hacer un pacto conmigo?, ¿Me darás al heredero que mi sangre necesita para perpetuar mi poderosa dinastía a cambio de vengarte de todo el dolor que la manada Raksha y el nuevo Alfa de ella, Cyrus, te han provocado a lo largo de tu vida? — le cuestioné sin dudarlo.
En ese momento, pude ver como ella pareció debatirse entre su deseo, y la duda. Soy el Rey licántropo, Elikai Kingsley, y sobre mi pesa una maldición que terminará con mi vida antes de cumplir los veintisiete años, y si no tengo a un heredero antes de que se cumpla ese momento, entonces mi legado quedará para siempre perdido, pero ninguna loba de ningún legado, ha logrado cautivarme. Ninguna, hasta que la vi a ella.
Mi deseo, es que Dalila viva.
Narra Dalila.El Alfa Kingsley me sostenía, mientras yo colgaba hacia el precipicio, y no pude evitar sentir como la calidez de su mano, reconfortaba a la mía helada y maltrecha. Yo, realmente, no entendí que era lo que ese poderoso hombre estaba haciendo allí sobre el mismo tejado del que me había tirado, a tan altas horas de la ya bien entrada madrugada. —¿Lo que me ofrece? — pregunté incrédula, porque de ninguna manera aquel hombre podría querer algo de mí.El Alfa Kingsley, sin embargo, me miró a los ojos con tanta seriedad, que no pude evitar enmudecer. Él era hermoso, el hombre lobo más hermoso y poderoso que jamás antes vi, y eso lo había sabido desde aquella visita que él había hecho a la manada dos años atrás, cuando pude verlo por primera vez. Por eso, no podía creer que alguien tan bello, poderoso e importante, pudiera querer algo de una mestiza sucia, rechazada y golpeada como era yo.—Si, mujer, te ofrezco ser mía, te ofrezco convertirte en mi única Luna, y yo te daré a
Narra Elikai:—Esta noche yo voy a morir Alfa Kingsley. —Dalila me dijo aquello, y sus ojos rosados, tan hermosos, me mostraron una determinación como nunca antes la vi en ella. En ese momento, la deje caer.Un grito aterrado y desgarrador, brotó de los labios de Dalila. La vi caer mientras cerraba los ojos, y entonces, dejó de gritar, ella abrió sus brazos nuevamente, aceptando su fatal momento, y entonces, lo comprendí…ella quería elegir, ella quería ser libre para escoger su propio destino…tal y como yo deseaba hacerlo.Yo también quería ser libre de elegir, yo también desee escoger mi propio camino y no solo resignarme al que la profecía y mi maldición me dictaban, yo quería vivir, quería vivir una larga e intensa vida y no solo resignarme a lo que mis padres y el mundo me dijeron toda mi vida. En ese momento, extendí mis brazos, y salté tras ella.No la dejaría morir, ambos teníamos derecho de elegir, y la forzaría a entender que, si podía escoger su propio camino lejos de los b
Narra Dalila: Una nueva humillación. Toda mi vida, no habían sido nada más que humillaciones.—¿Qué estas esperando Dalila?, termina de desnudarte. Quítate el abrigo que amablemente el Rey Alfa ha puesto sobre tus hombros sucios e indignos. — Antonia dijo aquello, exigiéndome el desnudarme nuevamente.¿De eso iba a tratarse el resto de mi vida?No pude evitar preguntarme aquello. Golpe tras golpe, maltrato tras maltrato, mi dignidad la habían pisoteado, y ni siquiera me dejaban morir por mi propia mano. Si no tenía elección, si no tenía nada más que hacer que seguir viviendo, entonces, viviría, pero bajo mis propios términos. Miré al Alfa Kingsley, aquel poderoso Rey que no tenía igual en poder y en belleza. Hijo de la Luna Genesis Levana, la loba de plata, y de Artem Kingsley, el lobo dorado del sol. Si lo utilizaba, si seguía su juego, entonces yo sería libre de vivir mi vida a mi manera…y podría vengarme de la manada Raksha.Esa era, mi mejor opción.Acercándome al Rey Alfa, besé
Narra Elikai:Yo había besado sus labios, y había aceptado sus términos. Pero Dalila no lo sabía, ella jamás, jamás, iba a separarse de mí. No iba a permitirlo. Golpee al Alfa Cyrus en su territorio, y nadie se atrevió a desafiarme.— ¡Cyrus! — gritó la Luna Antonia.— Eres un maldito… Kingsley. No puedes tomar a Dalila, ¡Lo prohíbo! — gritó Cyrus con tanta ira como nunca antes lo había escuchado.Detuve mis pasos en ese momento. Ese miserable, no estaba dispuesto a perder a Dalila, sé que la deseaba a pesar de ya tener una Luna, podía oler su lujuria y desesperación.— La palabra entre Alfas es como un pacto. Alfa Cyrus, tú me has permitido tomar a una mujer de tu manada siempre y cuando no esté marcada, y Dalila Alcalá no lo está. No existe nada que me impida tomarla. ¿O acaso hay algún lobo aquí que quiera hacer un reclamo por ella y se atreva a enfrentarme?, tú ya tienes una Luna, Cyrus…no puedes impedirme tomar a esta mujer a menos que renuncies a tu compañera en este momento y m
Todos me miraban esperando que rechazara al Rey Kingsley, pero yo, tan solo sonreí.— No. — dije tajantemente. — No voy a rechazarlo. Yo soy la Luna del Rey Alfa. — reafirmé mi respuesta.Vi como el Rey Kingsley sonrió casi con alivio.—¿Cómo te atreves? — Selene estaba furiosa, aquella era la primera vez que la desobedecía abiertamente.—¿Cómo me atrevo a qué?, dices que soy la vergüenza de esta manada, pero fuiste tu quien decidió tener sexo con un hombre humano, y yo ya no voy a pagar el precio de tus errores. No pertenezco a esta manada, ni tampoco, te pertenezco a ti, Selene. — dije mirando a la cruel mujer que me pario. — Y tampoco, te pertenezco a ti, Cyrus, tú ya tienes a Antonia, ¿O acaso tanto me deseas? — dije con burla mirando a ese par que tanto daño me habían hecho.—Maldita mestiza…tú no eres nada comparada a mí, y tampoco tienes derecho alguno, ¡Rechaza al Alfa Kingsley antes de que acabé contigo! — gritó Antonia completamente furiosa e histérica, y yo, me reí.En ese
Narra Elikai:Aquellas tierras con olor a sangre, se habían quedado atrás. El frio que, hacia esa noche, quemaba la piel delicada de los humanos, aunque a mí no me afectaba en lo absoluto. Dalila aun usaba aquel remedo de vestido de novia, y la vi aferrándose al abrigo que aun llevaba puesto…por supuesto, ella era mitad humana.—Enciende la calefacción. — le ordené a mi chofer y él lo hizo de inmediato.Dalila me miro agradecida, y luego se recargó en su asiento, lejos de mí, por supuesto. Entonces, pude verla detenidamente. Sus pies estaban descalzos, con rastros de sangre y mallugados, sus piernas casi descubiertas, estaban delgadas, y su piel no lucia tan radiante como la de las demás jóvenes. No se necesitaba ser un genio o un experto en medicina humana para entender que, a ella, la mataban de hambre además de todo.Apreté mis puños sobre mis rodillas, y maldije a la manada Raksha.—Lucas, detente en el hotel de siempre. — ordené a mi chofer, y el dio un giro hacia Londres.Dalila
Narra Dalila:El peso del cuerpo del Alfa Kingsley, me mantenía sometida en aquel sofá. Sentía su respiración sobre mi cuello, y luego de decirme aquello, sentí como su lengua recorría las cicatrices de mi espalda. Un gemido involuntario se me escapó de los labios, seguido de un espasmo que me recorrió entera…jamás antes había sentido nada como eso, jamás antes el deseo me había invadido y me sentí avergonzada de mí misma cuando comprendí lo mucho que me estaba gustando aquello.—Detente…Rey Kingsley…por favor, detente. — le supliqué al sentir la humedad que nacía entre mis piernas y el calor que me quemaba el vientre.Jamás antes me había pasado nada como aquello, jamás mi cuerpo me había traicionado de tal manera embustera y cruel. Yo no deseaba a aquel Alfa; no podía desearlo, tan solo había aceptado aquel pacto para ganar mi libertad…y si cedía a mis instintos, entonces estaría completamente perdida.—¿Por qué te resistes?, tu cuerpo es muy sincero, responde ante mi toque, ¿Por qu
Narra Cyrus:Esa noche, vi como Dalila caminó de la mano de ese maldito Rey Alfa mientras abandonaba mis tierras.Ella estaba sonriendo.Golpee el trono de mi padre que ahora me pertenecía a mí. Lo golpee tan fuerte que una parte de él se rompió.Dalila no podía ser la Luna de la manada Soluna, ¿Qué en los nueve infiernos había hecho que el maldito Rey Alfa se fijara en ella?, no pude evitar preguntarme a mí mismo. Aquello era inaceptable, aquello era inaudito, y no iba a permitirlo.Toda su vida Dalila me había amado tan solo a mí…y de ninguna manera podría aceptar que ella tan solo dejara de hacerlo.—Cyrus, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué querías impedir que el Rey Kingsley se llevara a esa perra? — Antonia me cuestionó, ella estaba furiosa.Yo la tomé por el cuello. — No me cuestiones, tu solo eres mi hembra y tu único deber es calentar mi cama y darme a mi heredero, no te permito cuestionarme, Antonia. — le dije y luego la deje caer al suelo.—¿Qué pasa contigo?, ¿Esto es por el