Narra Dalila.
El Alfa Kingsley me sostenía, mientras yo colgaba hacia el precipicio, y no pude evitar sentir como la calidez de su mano, reconfortaba a la mía helada y maltrecha. Yo, realmente, no entendí que era lo que ese poderoso hombre estaba haciendo allí sobre el mismo tejado del que me había tirado, a tan altas horas de la ya bien entrada madrugada.
—¿Lo que me ofrece? — pregunté incrédula, porque de ninguna manera aquel hombre podría querer algo de mí.
El Alfa Kingsley, sin embargo, me miró a los ojos con tanta seriedad, que no pude evitar enmudecer. Él era hermoso, el hombre lobo más hermoso y poderoso que jamás antes vi, y eso lo había sabido desde aquella visita que él había hecho a la manada dos años atrás, cuando pude verlo por primera vez. Por eso, no podía creer que alguien tan bello, poderoso e importante, pudiera querer algo de una mestiza sucia, rechazada y golpeada como era yo.
—Si, mujer, te ofrezco ser mía, te ofrezco convertirte en mi única Luna, y yo te daré a cambio de que te unas a mí y me des a mi hijo, aquella venganza que deseas en contra de la manada Raksha. —
Él me dijo aquello con tanta seriedad, que no supe que decirle en ese momento. Decir que estaba sorprendida, era minimizar lo que realmente estaba sintiendo en ese instante, y no tuve más remedio que mirarlo a los ojos intentando buscar algún rastro de mentira en ellos. De ninguna manera caería por segunda vez.
—Me niego. — le dije sin dudarlo. — No me convertiré en la burla de otro Alfa. —
El, sin decir nada más, me siguió sosteniendo de la mano, y yo lo miré a los ojos, mientras los suyos parecían cargados de decepción. Yo no tenía ningún lugar al cual pertenecer, no tenía tampoco un sitio a donde volver, y sabía que, si era encontrada por mi madre y Cyrus, tan solo me regresarían a la manada para volver a martirizarme.
—Tu eres el Alfa Kingsley, el rey de los licántropos, ¿Por qué alguien como tu querría a alguien como yo para ser su compañera?, ¿En verdad crees que soy tan ingenua para creerte? — le cuestioné sin dejar de mirarlo a los ojos.
Él no me respondió de inmediato, en cambio, pareció meditar lo que estaba por decirme.
—Yo, moriré. — me dijo con seriedad.
—Todos lo haremos algún día. — le respondí de inmediato.
El me dio una mirada seria con aquellos hermosos ojos violeta y dorado.
—Dalila, yo moriré antes de cumplir los veintisiete años, ese es mi destino. Esa es…mi maldición. Por eso, necesito tener a un hijo, antes de que aquella profecía se haga realidad, y mi linaje se pierda para siempre…y solo tú, cuyo aroma es diferente, eres a quien quiero para cumplir mi objetivo. Si querías la verdad, esta es. —
Él me dijo aquello, y yo sabía que era verdad, o, mejor dicho, al menos parte de ella. Existía una profecía, una que hablaba del hijo del sol y de la luna; el salvador que traería la paz a los licántropos, y que extinguiría a un terrible ser…pero nada se había dicho del precio a pagar por ello, ¿Acaso el precio de tanto poder era tener una prematura muerte?, no puede evitar preguntarme.
Él quería un hijo; un heredero para perpetuar a su linaje después de su muerte…y el, por alguna razón, quería que yo se lo diera…pero no podía creer en sus palabras. No del todo.
—Entonces, dices que quieres que te dé un heredero, quieres perpetuar tu sangre a través de un hijo conmigo, aunque eso no me dice la razón por la cual elegirías a una mestiza para ello, y no a una loba pura como tantas que existen. — le respondí.
El me miró nuevamente.
—Tu sangre, el aroma de tu sangre llama a la mía, y me dice que solo tu vientre virgen puede sostener a mi heredero. Tu sangre que oscila entre la de un humano y la de los lobos, es diferente a todo lo que existe…y por ello, eres tú a quien necesito. — el me respondió. — Puedes aceptar lo que te ofrezco y ser mía, o puedes volver a la manada que te ha masacrado y humillado, para mirar como aquel Alfa al que amas, comparte sus caricias con otra mujer, y como ella llevará a su hijo en su vientre. —
Aquellas palabras calaron hondo en mi interior. Solo tenía tres opciones, y esa era mi cruda realidad.
Podía saltar de aquel edificio, y así entregarme a la muerte y complacer con mi ausencia a Cyrus y Antonia.
Podía regresar más humillada aun a la manada Raksha, y volver a sufrir ese tormento que toda mi vida me había marcado.
…Y podía aceptar convertirme en la fría Luna del poderoso y hermoso Alfa Kingsley, atando mi vida a la suya, y darle aquel hijo que necesitaba sin cuestionarme nada más, y forzándolo a cumplir su promesa de venganza en contra de la manada Raksha.
¿Qué podía hacer?, me cuestione por un instante. Esas eran mis únicas tres opciones, y mirando al vacío, contradictoriamente a lo que había dicho, miré al Rey Kingsley a los ojos.
Miré a los ojos aquel Alfa cuyos ojos extraños parecían destilar fuego…un fuego abrazador que lograba erizar cada bello en mi piel…un fuego que lograba calentarlo todo, incluso en aquella helada noche en que estaba a punto de caer a mi muerte, entonces, tuve miedo, miedo de morir, pero, al mismo tiempo, quería hacerlo.
Toda mi vida todos habían decidido por mí, toda mi vida todos habían hecho conmigo lo que quisieron, como si yo no tuviera valor alguno ni derecho a elegir sobre mi propia vida. Una rabia intensa se apoderó de mi…y entonces, volví a mirar a aquel Alfa a los ojos.
—Esta noche yo voy a morir Alfa Kingsley. — le dije sin dudarlo, y el, soltó mi mano.
La muerte me esperaba, ya lo sabía, y en medio de todo aquello, los ojos extraños del Alfa Kingsley me miraron intensos nuevamente. Esa noche iba a morir, y ya nada realmente importaba, seria olvidada, mi dolor jamás seria vengado.
Narra Elikai:—Esta noche yo voy a morir Alfa Kingsley. —Dalila me dijo aquello, y sus ojos rosados, tan hermosos, me mostraron una determinación como nunca antes la vi en ella. En ese momento, la deje caer.Un grito aterrado y desgarrador, brotó de los labios de Dalila. La vi caer mientras cerraba los ojos, y entonces, dejó de gritar, ella abrió sus brazos nuevamente, aceptando su fatal momento, y entonces, lo comprendí…ella quería elegir, ella quería ser libre para escoger su propio destino…tal y como yo deseaba hacerlo.Yo también quería ser libre de elegir, yo también desee escoger mi propio camino y no solo resignarme al que la profecía y mi maldición me dictaban, yo quería vivir, quería vivir una larga e intensa vida y no solo resignarme a lo que mis padres y el mundo me dijeron toda mi vida. En ese momento, extendí mis brazos, y salté tras ella.No la dejaría morir, ambos teníamos derecho de elegir, y la forzaría a entender que, si podía escoger su propio camino lejos de los b
Narra Dalila: Una nueva humillación. Toda mi vida, no habían sido nada más que humillaciones.—¿Qué estas esperando Dalila?, termina de desnudarte. Quítate el abrigo que amablemente el Rey Alfa ha puesto sobre tus hombros sucios e indignos. — Antonia dijo aquello, exigiéndome el desnudarme nuevamente.¿De eso iba a tratarse el resto de mi vida?No pude evitar preguntarme aquello. Golpe tras golpe, maltrato tras maltrato, mi dignidad la habían pisoteado, y ni siquiera me dejaban morir por mi propia mano. Si no tenía elección, si no tenía nada más que hacer que seguir viviendo, entonces, viviría, pero bajo mis propios términos. Miré al Alfa Kingsley, aquel poderoso Rey que no tenía igual en poder y en belleza. Hijo de la Luna Genesis Levana, la loba de plata, y de Artem Kingsley, el lobo dorado del sol. Si lo utilizaba, si seguía su juego, entonces yo sería libre de vivir mi vida a mi manera…y podría vengarme de la manada Raksha.Esa era, mi mejor opción.Acercándome al Rey Alfa, besé
Narra Elikai:Yo había besado sus labios, y había aceptado sus términos. Pero Dalila no lo sabía, ella jamás, jamás, iba a separarse de mí. No iba a permitirlo. Golpee al Alfa Cyrus en su territorio, y nadie se atrevió a desafiarme.— ¡Cyrus! — gritó la Luna Antonia.— Eres un maldito… Kingsley. No puedes tomar a Dalila, ¡Lo prohíbo! — gritó Cyrus con tanta ira como nunca antes lo había escuchado.Detuve mis pasos en ese momento. Ese miserable, no estaba dispuesto a perder a Dalila, sé que la deseaba a pesar de ya tener una Luna, podía oler su lujuria y desesperación.— La palabra entre Alfas es como un pacto. Alfa Cyrus, tú me has permitido tomar a una mujer de tu manada siempre y cuando no esté marcada, y Dalila Alcalá no lo está. No existe nada que me impida tomarla. ¿O acaso hay algún lobo aquí que quiera hacer un reclamo por ella y se atreva a enfrentarme?, tú ya tienes una Luna, Cyrus…no puedes impedirme tomar a esta mujer a menos que renuncies a tu compañera en este momento y m
Todos me miraban esperando que rechazara al Rey Kingsley, pero yo, tan solo sonreí.— No. — dije tajantemente. — No voy a rechazarlo. Yo soy la Luna del Rey Alfa. — reafirmé mi respuesta.Vi como el Rey Kingsley sonrió casi con alivio.—¿Cómo te atreves? — Selene estaba furiosa, aquella era la primera vez que la desobedecía abiertamente.—¿Cómo me atrevo a qué?, dices que soy la vergüenza de esta manada, pero fuiste tu quien decidió tener sexo con un hombre humano, y yo ya no voy a pagar el precio de tus errores. No pertenezco a esta manada, ni tampoco, te pertenezco a ti, Selene. — dije mirando a la cruel mujer que me pario. — Y tampoco, te pertenezco a ti, Cyrus, tú ya tienes a Antonia, ¿O acaso tanto me deseas? — dije con burla mirando a ese par que tanto daño me habían hecho.—Maldita mestiza…tú no eres nada comparada a mí, y tampoco tienes derecho alguno, ¡Rechaza al Alfa Kingsley antes de que acabé contigo! — gritó Antonia completamente furiosa e histérica, y yo, me reí.En ese
Narra Elikai:Aquellas tierras con olor a sangre, se habían quedado atrás. El frio que, hacia esa noche, quemaba la piel delicada de los humanos, aunque a mí no me afectaba en lo absoluto. Dalila aun usaba aquel remedo de vestido de novia, y la vi aferrándose al abrigo que aun llevaba puesto…por supuesto, ella era mitad humana.—Enciende la calefacción. — le ordené a mi chofer y él lo hizo de inmediato.Dalila me miro agradecida, y luego se recargó en su asiento, lejos de mí, por supuesto. Entonces, pude verla detenidamente. Sus pies estaban descalzos, con rastros de sangre y mallugados, sus piernas casi descubiertas, estaban delgadas, y su piel no lucia tan radiante como la de las demás jóvenes. No se necesitaba ser un genio o un experto en medicina humana para entender que, a ella, la mataban de hambre además de todo.Apreté mis puños sobre mis rodillas, y maldije a la manada Raksha.—Lucas, detente en el hotel de siempre. — ordené a mi chofer, y el dio un giro hacia Londres.Dalila
Narra Dalila:El peso del cuerpo del Alfa Kingsley, me mantenía sometida en aquel sofá. Sentía su respiración sobre mi cuello, y luego de decirme aquello, sentí como su lengua recorría las cicatrices de mi espalda. Un gemido involuntario se me escapó de los labios, seguido de un espasmo que me recorrió entera…jamás antes había sentido nada como eso, jamás antes el deseo me había invadido y me sentí avergonzada de mí misma cuando comprendí lo mucho que me estaba gustando aquello.—Detente…Rey Kingsley…por favor, detente. — le supliqué al sentir la humedad que nacía entre mis piernas y el calor que me quemaba el vientre.Jamás antes me había pasado nada como aquello, jamás mi cuerpo me había traicionado de tal manera embustera y cruel. Yo no deseaba a aquel Alfa; no podía desearlo, tan solo había aceptado aquel pacto para ganar mi libertad…y si cedía a mis instintos, entonces estaría completamente perdida.—¿Por qué te resistes?, tu cuerpo es muy sincero, responde ante mi toque, ¿Por qu
Narra Cyrus:Esa noche, vi como Dalila caminó de la mano de ese maldito Rey Alfa mientras abandonaba mis tierras.Ella estaba sonriendo.Golpee el trono de mi padre que ahora me pertenecía a mí. Lo golpee tan fuerte que una parte de él se rompió.Dalila no podía ser la Luna de la manada Soluna, ¿Qué en los nueve infiernos había hecho que el maldito Rey Alfa se fijara en ella?, no pude evitar preguntarme a mí mismo. Aquello era inaceptable, aquello era inaudito, y no iba a permitirlo.Toda su vida Dalila me había amado tan solo a mí…y de ninguna manera podría aceptar que ella tan solo dejara de hacerlo.—Cyrus, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué querías impedir que el Rey Kingsley se llevara a esa perra? — Antonia me cuestionó, ella estaba furiosa.Yo la tomé por el cuello. — No me cuestiones, tu solo eres mi hembra y tu único deber es calentar mi cama y darme a mi heredero, no te permito cuestionarme, Antonia. — le dije y luego la deje caer al suelo.—¿Qué pasa contigo?, ¿Esto es por el
Narra Dalila:Está noche, he decidido morir.Miré hacia abajo, y vi como algunas personas caminaban distraídas está madrugada, sin prestar atención a lo que estoy a punto de hacer.Las lágrimas caen y resbalan de mis mejillas. Ya no tiene ningún sentido vivir, pues ya perdí lo único que me mantenía atada a este mundo cruel que solo me ha dado miserias y dolor. Así que, ahora en lo alto de ese edificio de poco más de cuarenta pisos, sé que voy a morir al caer sin importar el hecho de que soy una mestiza, y a nadie en el mundo le va a importar que yo deje de existir, después de todo, estoy maldita.Abrí mis brazos, mientras siento como me tambaleó y el viento frío de esta noche me empuja hacia adelante, aún y cuando mi viejo vestido de novia me mantiene anclada en el suelo, y me impide caer al vacío, quiero morir, pero el remordimiento de una vida de sufrimiento, me golpea la mente sin piedad...quizás, esa es mi última tortura, que mis últimos pensamientos estén dirigidos a todos ellos.