Narra Elikai:Aquellas tierras con olor a sangre, se habían quedado atrás. El frio que, hacia esa noche, quemaba la piel delicada de los humanos, aunque a mí no me afectaba en lo absoluto. Dalila aun usaba aquel remedo de vestido de novia, y la vi aferrándose al abrigo que aun llevaba puesto…por supuesto, ella era mitad humana.—Enciende la calefacción. — le ordené a mi chofer y él lo hizo de inmediato.Dalila me miro agradecida, y luego se recargó en su asiento, lejos de mí, por supuesto. Entonces, pude verla detenidamente. Sus pies estaban descalzos, con rastros de sangre y mallugados, sus piernas casi descubiertas, estaban delgadas, y su piel no lucia tan radiante como la de las demás jóvenes. No se necesitaba ser un genio o un experto en medicina humana para entender que, a ella, la mataban de hambre además de todo.Apreté mis puños sobre mis rodillas, y maldije a la manada Raksha.—Lucas, detente en el hotel de siempre. — ordené a mi chofer, y el dio un giro hacia Londres.Dalila
Narra Dalila:El peso del cuerpo del Alfa Kingsley, me mantenía sometida en aquel sofá. Sentía su respiración sobre mi cuello, y luego de decirme aquello, sentí como su lengua recorría las cicatrices de mi espalda. Un gemido involuntario se me escapó de los labios, seguido de un espasmo que me recorrió entera…jamás antes había sentido nada como eso, jamás antes el deseo me había invadido y me sentí avergonzada de mí misma cuando comprendí lo mucho que me estaba gustando aquello.—Detente…Rey Kingsley…por favor, detente. — le supliqué al sentir la humedad que nacía entre mis piernas y el calor que me quemaba el vientre.Jamás antes me había pasado nada como aquello, jamás mi cuerpo me había traicionado de tal manera embustera y cruel. Yo no deseaba a aquel Alfa; no podía desearlo, tan solo había aceptado aquel pacto para ganar mi libertad…y si cedía a mis instintos, entonces estaría completamente perdida.—¿Por qué te resistes?, tu cuerpo es muy sincero, responde ante mi toque, ¿Por qu
Narra Cyrus:Esa noche, vi como Dalila caminó de la mano de ese maldito Rey Alfa mientras abandonaba mis tierras.Ella estaba sonriendo.Golpee el trono de mi padre que ahora me pertenecía a mí. Lo golpee tan fuerte que una parte de él se rompió.Dalila no podía ser la Luna de la manada Soluna, ¿Qué en los nueve infiernos había hecho que el maldito Rey Alfa se fijara en ella?, no pude evitar preguntarme a mí mismo. Aquello era inaceptable, aquello era inaudito, y no iba a permitirlo.Toda su vida Dalila me había amado tan solo a mí…y de ninguna manera podría aceptar que ella tan solo dejara de hacerlo.—Cyrus, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué querías impedir que el Rey Kingsley se llevara a esa perra? — Antonia me cuestionó, ella estaba furiosa.Yo la tomé por el cuello. — No me cuestiones, tu solo eres mi hembra y tu único deber es calentar mi cama y darme a mi heredero, no te permito cuestionarme, Antonia. — le dije y luego la deje caer al suelo.—¿Qué pasa contigo?, ¿Esto es por el
Narra Elikai:—Señor, es bueno saber que ha encontrado a una compañera, su padre estará muy complacido… — decía Sandro, una integrante de mi manada, al otro lado de la línea.—No hago esto por mi padre ni por lo que él espera de mí. — interrumpí. — Llegaremos por la mañana a mi lugar, así que más vale que la mansión esté preparada. Visitaré a mis padres en otra ocasión, por ahora, no quiero que les digas nada aun, que quede bien entendido. — le ordené.Durante un momento, hubo silencio, por supuesto, Sandro era una cazadora experimentada, y la niñera que me había sido asignada para cuidarme las espaldas cuando deje los dominios principales de mis padres, como era de esperarse, siempre se había mantenido fiel a mi padre desde que era una niña.—Queda entendido, mi señor, solo le recuerdo que el concilio con los vampiros aliados será dentro de dos meses, y que todos esperan que para entonces su Luna lleve su marca…el señor Artem está ansioso por volver a verlo. — dijo Sandro con diligen
Narra Dalila:Aquella noche, escuche una vieja canción de cuna que me traía memorias de tiempos tan lejanos que parecían más un sueño fugaz…aquella canción que mi padre me cantaba en las noches de tormenta para tranquilizarme, y que hablaba de dos amantes, el sol y la luna, que se encontraban en sus caminos.Aquella voz varonil parecía lejana, tan queda que parecía más un susurro, y la fuerte mano masculina de alguien, me acariciaba el cabello intentando calmarme como una vez lo hizo mi padre. Sentí como mis ojos se me llenaron de lágrimas, y al abrirlos, pude ver el hermoso rostro del Rey Kingsley tan cercano al mío, que sentí estremecer. Los suyos, aquellos particulares ojos de dos colores, estaban cerrados, y él estaba a punto de quedarse dormido.El era quien me estaba cantando.Escuche el estruendo de un relámpago cimbrando las ventanas de mi habitación, y aun a pesar de que no dormiríamos juntos aun, allí estaba el, el hermoso Alfa Kingsley, con un rastro de sufrimiento y angust
Narra Elikai: EL olor al pino y el abedul de mis tierras, me trajo recuerdos llenos de nostalgias. La mansión Kingsley entre las montañas, seguía tan solemne e imponente como había sido desde los tiempos de mis ancestros. Aquel lugar había sido el refugio de mi padre y madre cuando el decidió tomarla, y también, fue el lugar en donde la manada original de los Kingsley cometió su traición. Ahora, ese tiempo ya había pasado, y aquel era mi territorio, el sitio en donde me había establecido cuando decidí apartarme de mis padres. Y aquella mansión entre las montañas, seria el lugar en donde vería nacer a mi hijo…y donde deseaba pasar el resto de mi vida junto a Dalila. —Es un lugar hermoso… — dijo Dalila mientras admiraba el esplendor nevado del exterior de mi mansión. Ella estaba usando un hermoso abrigo que había comprado para ella, y sus mejillas estaban tan rosadas por el frio, que le daban una apariencia casi angelical. Su piel supremamente blanca, lucia mas hermosa rodeada de la
Narra Dalila:“Solo mantente firme al pacto”Elikai Kingsley, el Rey Alfa, me había dicho aquello. Un mar de dudas me cruzó por la mente, en el instante mismo en que lo vi caminar hacia la servidumbre que bajaba a recibirlo.Mi corazón latía con demasiada fuerza, tanto, que realmente creí que en un instante me estallaría dentro del pecho. Aquella daga que aquel Alfa había dejado en mis manos para que fuese yo quien le quitase la vida, estaba afiliada, y el olor del acero mezclado con el inconfundible aroma del acónito, me decía que, efectivamente, era un arma de cazador.¿Por qué el Rey Alfa tenía tal cosa en su poder?, y, aún más que solo eso, ¿Por qué quería que yo la utilizará en el?, ¿A qué se refería con liberarlo?El aroma inconfundible de un humano me llegó, y con asombro pude ver qué, varios de aquellos sirvientes, eran, en efecto, seres humanos. Entre ellos, sin embargo, destacaba un aroma en particular, el de una mujer…el de una cazadora. Los cazadores humanos tenían un olor
Narra Antonia:Era de mi noche de nuevo, y esperaba ansiosa por mi hombre…el Alfa Cyrus. Sin embargo, igual que las últimas noches, el nuevamente se encontraba fumando un cigarrillo en el balcón de nuestra alcoba, mientras miraba atentamente a la luna. Últimamente no hacía nada más.— Cariño, ven a la cama, tengo ganas de ti… — le dije esperando a que me respondiera, pero nuevamente no lo hizo.Lo vi cerrar los ventanales para quedarse solo en el balcón, ignorándome, y apreté mis puños bajo las sabanas…era por esa m*****a, estaba segura de ello, todo eso era por Dalila. Desde que ella había partido colgada del brazo del Rey Kingsley, Cyrus estaba melancólico e insoportable, apenas hablaba conmigo y prefería estar solo con sus pensamientos, y, por supuesto, yo no soy estúpida, resultaba obvio que tan solo estaba pensando en ella; Cyrus desde que era muy joven había puesto sus ojos en esa asquerosa mestiza, en sus ojos de color repugnante. Dalila no era nada mas que la hija de un ser hum