Narra la autora:La camioneta había retomado su marcha, sin embargo, Elikai Kingsley mantenía sus ojos y sentidos bien abiertos…aquella voz que tan solo él había escuchado, le había lanzado una advertencia, una que no tomaría a la ligera. Su tío lo miraba como si estuviese demente, pero el, estaba completamente seguro de lo que había escuchado.—Elikai… — musitó Dalila que parecía recién despertar de aquel sueño profundo en el que había caído al salir de la vieja mansión Kingsley.Sosteniéndola entre sus brazos, el rey licántropo apretó a la hermosa joven de ojos rosados contra su pecho. No sabía quién era aquel hombre cuya voz se hizo presente, pero no le permitiría acercarse a su amada.Dalila abrió sus ojos que se encontraron con los de su amado. Aquellos hermosos ojos de amatista y de oro, eran los únicos a los que ella quería mirar eternamente. Acariciando el rostro de Elikai, Dalila derramó lagrimas…el, era real, no estaba soñando, el calor de su rostro, el palpitar tranquilo de
Narra la autora:El aroma de los altos pinos de aquel territorio prohibido impedía que cualquier otro olor pudiese sentirse. La luz del sol que reinaba en el cielo celeste no lograba traspasar el mar de árboles que los pinos y abedules formaban, manteniendo oculto de la vista de cualquier incauto o curioso que se atreviera a adentrarse tan profundamente en aquellos bosques negros.Una mano helada, mortalmente blanca como las alas de una paloma, acariciaba con adoración aquellos cabellos plateados. Un ataúd dentro de aquel vetusto mausoleo cubierto de rosas de castilla del color del atardecer, ya casi destruido por el inminente paso de los siglos conservaba en sus mortajas a aquel hombre tan hermoso que durante siglos había mantenido sus ojos de plata cerrados al mundo de la luz creado por el altísimo.Aquel non muerto, acariciaba con la devoción de un hijo a su padre, a aquel que yacía inerte en aquel ataúd. Dragos Albescu, el primero de los cuatro príncipes de la noche creado por el
Narra la autora:Aquella noche, las camionetas en su viaje a Rumania, se habían detenido en un claro en los bosques de Polonia, antes de llegar a su destino. La música de un violín rompía el silencio de la noche, y bajo la luz de la luna llena, los lobos y humanos que acompañaban al rey, se deleitaban con la melodía. Elikai Kingsley, sin embargo, se había apartado para admirar la belleza de los Cárpatos que alcanzaban a divisarse desde aquel lugar tan apartado de la civilización humana.Alguna vez sus padres habían hecho casi el mismo recorrido que el para llegar al castillo de Bran, en busca de las respuestas que necesitaban para superar sus conflictos…alguna vez, ellos fueron como el, tan solo un par de lobos que desearon permanecer juntos el resto de su longeva vida.Génesis Levana, su hermosa madre; loba albina, hija de la luna y la representación misma de esta. Su belleza se seguía conservando intacta, pues entre humanos y lobos, estos últimos envejecían tan lentamente, que más d
Narra la autora:Aquella noche de luna, el sonido del violín entonando una fascinante melodía, calmaba hasta a la mente más perturbada. Los altos y los bajos, la música que inspiraba a la mente artística y lograba hacerla viajar hacia tierras más amables que tan solo existían en el reino de la imaginación, era un privilegio digno de escuchar.Entre Vivaldi, Paganini y sin menospreciar al piano de Beethoven o de Frédéric Chopin, la mente más cansada y agobiada, encontraba un saludable descanso. Sintiendo el agua de la bañera espumosa en donde Génesis Levana descansaba entre pétalos de rosas blancas, la loba blanca mantenía sus ojos violetas como amatistas, completamente fijos en el techo blanquecino de aquel baño. Su piel tan blanca como el perfecto marfil de las grandes obras de arte que reposaban eternas en los museos se tornaba roja a ratos en los que intencionadamente abría la llave del agua caliente para dejarla casi hirviendo, como si quisiera dañar su perfecta piel.Cada uno de
Narra Dalila:Está noche, he decidido morir.Miré hacia abajo, y vi como algunas personas caminaban distraídas está madrugada, sin prestar atención a lo que estoy a punto de hacer.Las lágrimas caen y resbalan de mis mejillas. Ya no tiene ningún sentido vivir, pues ya perdí lo único que me mantenía atada a este mundo cruel que solo me ha dado miserias y dolor. Así que, ahora en lo alto de ese edificio de poco más de cuarenta pisos, sé que voy a morir al caer sin importar el hecho de que soy una mestiza, y a nadie en el mundo le va a importar que yo deje de existir, después de todo, estoy maldita.Abrí mis brazos, mientras siento como me tambaleó y el viento frío de esta noche me empuja hacia adelante, aún y cuando mi viejo vestido de novia me mantiene anclada en el suelo, y me impide caer al vacío, quiero morir, pero el remordimiento de una vida de sufrimiento, me golpea la mente sin piedad...quizás, esa es mi última tortura, que mis últimos pensamientos estén dirigidos a todos ellos.
Narra Dalila:Los recuerdos de aquella tarde, nuevamente me golpearon, mientras aquel Alfa...el Rey Alfa, me sostenía sin soltarme. Aquella tarde de mi ruina, mirando a Antonia, la miré tan altiva, cruel y orgullosa, como había sido desde que éramos niñas. Su sonrisa de suficiencia y satisfacción, me hacia ver que ella, al igual que siempre, estaba disfrutando con mi sufrimiento.— Considera esto como un último acto de piedad, Cyrus ahora es el nuevo Alfa y tu solo eres una mestiza, ahora, arrodíllate ante mí, la Luna del Alfa, y besa mis pies, niégate a hacerlo y haré que te azoten como castigo. Mira esto y entiéndelo, solo fuiste un juego para mí hombre. —Vi como Antonia sonreía diciéndome aquello, mientras orgullosa me mostraba en su cuello la marca que Cyrus le había hecho para que todos supieran que ella era su compañera...aquella marca que me prometió a mí.Detrás de mí, escuchaba las risas de todos; la manada Raksha, nuevamente, se estaba burlando de mi…de mi miseria.— ¿Qué
Narra Elikai:Ella era diferente. Dalila Alcalá, era diferente.Lo supe de inmediato al sentir su olor y ver sus extraños ojos color rosado. Su cabello negro era tan oscuro como el ébano, y su piel blanca parecía la de una figurilla de porcelana: fría y despojada de color.Era hermosa, pensé para mí mismo, y aun usando aquellos tristes trapos viejos y desgastados que simulaban un intento de vestido, y que parecían una burla intencionada a su hermosura, resaltaba del resto de las mujeres que había en esa habitación.— La manada Raksha no va a involucrarse en una guerra sin sentido, Rey Kingsley, ya hemos perdido mucho por apoyar a su causa, y su padre prometió que no nos involucraría más en esta pelea sin cuartel. —Me dijo el Alfa Calixto aquella tarde hacía ya dos años atrás, mientras su mimado hijo, Cyrus, me miraba con desprecio. Tenía que visitar nuevamente a aquella manada, ahora que Calixto había muerto, y que Cyrus era el nuevo Alfa, debía de hacer un nuevo intento, aunque tamb
Narra Dalila.El Alfa Kingsley me sostenía, mientras yo colgaba hacia el precipicio, y no pude evitar sentir como la calidez de su mano, reconfortaba a la mía helada y maltrecha. Yo, realmente, no entendí que era lo que ese poderoso hombre estaba haciendo allí sobre el mismo tejado del que me había tirado, a tan altas horas de la ya bien entrada madrugada. —¿Lo que me ofrece? — pregunté incrédula, porque de ninguna manera aquel hombre podría querer algo de mí.El Alfa Kingsley, sin embargo, me miró a los ojos con tanta seriedad, que no pude evitar enmudecer. Él era hermoso, el hombre lobo más hermoso y poderoso que jamás antes vi, y eso lo había sabido desde aquella visita que él había hecho a la manada dos años atrás, cuando pude verlo por primera vez. Por eso, no podía creer que alguien tan bello, poderoso e importante, pudiera querer algo de una mestiza sucia, rechazada y golpeada como era yo.—Si, mujer, te ofrezco ser mía, te ofrezco convertirte en mi única Luna, y yo te daré a