Narra Dalila:
Una nueva humillación. Toda mi vida, no habían sido nada más que humillaciones.
—¿Qué estas esperando Dalila?, termina de desnudarte. Quítate el abrigo que amablemente el Rey Alfa ha puesto sobre tus hombros sucios e indignos. — Antonia dijo aquello, exigiéndome el desnudarme nuevamente.
¿De eso iba a tratarse el resto de mi vida?
No pude evitar preguntarme aquello. Golpe tras golpe, maltrato tras maltrato, mi dignidad la habían pisoteado, y ni siquiera me dejaban morir por mi propia mano. Si no tenía elección, si no tenía nada más que hacer que seguir viviendo, entonces, viviría, pero bajo mis propios términos. Miré al Alfa Kingsley, aquel poderoso Rey que no tenía igual en poder y en belleza. Hijo de la Luna Genesis Levana, la loba de plata, y de Artem Kingsley, el lobo dorado del sol. Si lo utilizaba, si seguía su juego, entonces yo sería libre de vivir mi vida a mi manera…y podría vengarme de la manada Raksha.
Esa era, mi mejor opción.
Acercándome al Rey Alfa, besé sus labios. Mi primer beso, sería uno sin amor.
—Aceptaré ser tu Luna y darte a tu hijo, siempre y cuando cumplas lo que has ofrecido en aquel tejado, Rey Kingsley. Dame la venganza en contra de la manada Raksha, dame exactamente todo lo que quiero…y entonces, solo entonces, te perteneceré en cuerpo y alma como me lo has pedido. No me entregaré a ti solamente confiando en tus palabras, y no entregaré mi corazón. Te daré a tu heredero, pero luego de haber cumplido con mi deber de dártelo, me liberaras. Si lo aceptas, tenemos un pacto. —
El me miró directamente a los ojos durante segundos que me parecieron eternos. Él quería un hijo, yo quería mi libertad, ambos tendríamos lo que deseábamos si el aceptaba mis términos.
—Que así sea, Dalila. — me respondió.
Una sonrisa se me marcó en el rostro. En ese momento, comenzaba mi revancha. Miré a Antonia con el mismo desprecio con el que ella me había mirado siempre, y me reí.
—No. — le dije a Antonia. — No voy a desnudarme, y no voy a tolerar una humillación mas de una Luna inferior cuando yo seré la Luna del Rey Alfa.
Todos me miraron con sorpresa, y luego, comenzaron a reírse.
—¿Tu?, ¿La Luna del Rey Alfa?, creo que está vez si te golpearon lo bastante fuerte mis esbirros, te dañaste la cabeza. — dijo Antonia, y se rio, Cyrus también comenzó a reírse.
—Desnúdenla ahora mismo, y vuelvan a azotarla. Hoy ha decidido ser una insolente. — dijo Selene, a quien jamás volvería a llamar mi madre.
El Alfa Kingsley, se paró justo frente a mí en ese momento, él me había protegido.
—Usted, no tiene la autoridad de perdonar castigos en mis tierras, Alfa Kingsley. — dijo Cyrus visiblemente ofendido al mirar que el Rey me estaba protegiendo.
Todos comenzaron a murmurar.
—Me ha dicho que puedo tomar a una loba de su manada siempre y cuando no esté marcada, Alfa Cyrus…así que, he tomado mi decisión en este momento. — respondió el rey, y me tomó de la cintura.
—¡Ella es solo una mestiza asquerosa! — gritó Antonia tan fuerte, que creí que se reventarían mis tímpanos.
Yo, tan solo sonreí.
—¡Desde este momento, yo el Rey Alfa Elikai Kingsley, declaro a Dalila Alcalá como mi Luna!, y la tomo de la manada Raksha, en este momento. —
El Rey Kingsley gritó tan fuerte, que los cristales en las ventanas retumbaron, y todos retrocedieron al sentir aquella pequeña muestra de su poder.
Luego de eso, el Rey me besó tan apasionadamente que por un momento me sentí amada y deseada, como si en aquel beso el me dijera que quería algo más de mí que tan solo un hijo. El aroma a roble y rio del Alfa Kingsley, comenzó a mezclarse con mi aroma sin necesidad de una marca de vinculo, para dejarle saber a todo hombre lobo, que desde ese momento tenía un dueño, ahora yo le pertenecía, y el esperaba por el momento en que haría a mi rosa florecer. Yo correspondió a aquel beso tan inexperta, que resaltaba el hecho de que ella era aun completamente inocente.
Aquello me hizo sentir sobrecogida de un sentimiento de posesividad como nunca antes experimente. Ese hombre sería mío, completamente mío hasta que el pacto se cumpliera, y yo, sería tan solo suya. Aquel Rey, su fuerza, su piel caliente, y el aliento fresco que me mesclaba con el mío, me hicieron sentir deseo por primera vez. Una parte de mí, tal vez, la de aquellos bajos instintos, deseo estar bajo el Rey, desnuda en una cama.
Cuando nos separamos intentando recuperar el aliento, lo miré a los ojos.
— Nuestro pacto se ha sellado, tu alma se ha unido a mi existencia, y desde este momento, tu, Dalila Alcalá, me perteneces, yo, Elikai Kingsley, el rey de los licántropos, soy tu dueño. — me dijo con tanta solemnidad y fuerza, mientras sentía nuestros aromas mezclándose.
Durante un momento, olvide en donde nos encontrábamos, pero el sonido de un gruñido, me lo recordó.
—¡Esto no voy a permitirlo! — gritó el Alfa Cyrus, intentando atacarme.
En ese momento, vi como el Rey Kingsley lo tomó del cuello, y enterró sus garras en él. Soltando un gruñido, el derramo una nueva muestra de su poder, y todos se quedaron incrédulos mirando aquello.
—Esta vez, Alfa Cyrus, veremos si atreves a golpearme como se lo hiciste a ella…Dalila es ahora mía, y tú, pagaras por lo que le has hecho…pero no aun…para ti, tan solo destinaré los peores tormentos. — Él Rey dijo aquello, y yo, me sentí suficiente por primera vez en mi vida.
Dándole luego un poderoso puñetazo, Al Alfa Kingsley lo arrojó sobre el mismo trono en el que me recibió con tanta altivez, y luego, comencé a caminar para irnos de allí, tan orgullosa como nunca antes mientras todos me miraban. Les haría pagar el precio de su crueldad.
Yo cumpliría, mi pacto.
—¡No puedes irte, Dalila!, ¡Te prohíbo marcharte como el Alfa de la manada Raksha! —
Cyrus gritó sonando desesperado.
Narra Elikai:Yo había besado sus labios, y había aceptado sus términos. Pero Dalila no lo sabía, ella jamás, jamás, iba a separarse de mí. No iba a permitirlo. Golpee al Alfa Cyrus en su territorio, y nadie se atrevió a desafiarme.— ¡Cyrus! — gritó la Luna Antonia.— Eres un maldito… Kingsley. No puedes tomar a Dalila, ¡Lo prohíbo! — gritó Cyrus con tanta ira como nunca antes lo había escuchado.Detuve mis pasos en ese momento. Ese miserable, no estaba dispuesto a perder a Dalila, sé que la deseaba a pesar de ya tener una Luna, podía oler su lujuria y desesperación.— La palabra entre Alfas es como un pacto. Alfa Cyrus, tú me has permitido tomar a una mujer de tu manada siempre y cuando no esté marcada, y Dalila Alcalá no lo está. No existe nada que me impida tomarla. ¿O acaso hay algún lobo aquí que quiera hacer un reclamo por ella y se atreva a enfrentarme?, tú ya tienes una Luna, Cyrus…no puedes impedirme tomar a esta mujer a menos que renuncies a tu compañera en este momento y m
Todos me miraban esperando que rechazara al Rey Kingsley, pero yo, tan solo sonreí.— No. — dije tajantemente. — No voy a rechazarlo. Yo soy la Luna del Rey Alfa. — reafirmé mi respuesta.Vi como el Rey Kingsley sonrió casi con alivio.—¿Cómo te atreves? — Selene estaba furiosa, aquella era la primera vez que la desobedecía abiertamente.—¿Cómo me atrevo a qué?, dices que soy la vergüenza de esta manada, pero fuiste tu quien decidió tener sexo con un hombre humano, y yo ya no voy a pagar el precio de tus errores. No pertenezco a esta manada, ni tampoco, te pertenezco a ti, Selene. — dije mirando a la cruel mujer que me pario. — Y tampoco, te pertenezco a ti, Cyrus, tú ya tienes a Antonia, ¿O acaso tanto me deseas? — dije con burla mirando a ese par que tanto daño me habían hecho.—Maldita mestiza…tú no eres nada comparada a mí, y tampoco tienes derecho alguno, ¡Rechaza al Alfa Kingsley antes de que acabé contigo! — gritó Antonia completamente furiosa e histérica, y yo, me reí.En ese
Narra Elikai:Aquellas tierras con olor a sangre, se habían quedado atrás. El frio que, hacia esa noche, quemaba la piel delicada de los humanos, aunque a mí no me afectaba en lo absoluto. Dalila aun usaba aquel remedo de vestido de novia, y la vi aferrándose al abrigo que aun llevaba puesto…por supuesto, ella era mitad humana.—Enciende la calefacción. — le ordené a mi chofer y él lo hizo de inmediato.Dalila me miro agradecida, y luego se recargó en su asiento, lejos de mí, por supuesto. Entonces, pude verla detenidamente. Sus pies estaban descalzos, con rastros de sangre y mallugados, sus piernas casi descubiertas, estaban delgadas, y su piel no lucia tan radiante como la de las demás jóvenes. No se necesitaba ser un genio o un experto en medicina humana para entender que, a ella, la mataban de hambre además de todo.Apreté mis puños sobre mis rodillas, y maldije a la manada Raksha.—Lucas, detente en el hotel de siempre. — ordené a mi chofer, y el dio un giro hacia Londres.Dalila
Narra Dalila:El peso del cuerpo del Alfa Kingsley, me mantenía sometida en aquel sofá. Sentía su respiración sobre mi cuello, y luego de decirme aquello, sentí como su lengua recorría las cicatrices de mi espalda. Un gemido involuntario se me escapó de los labios, seguido de un espasmo que me recorrió entera…jamás antes había sentido nada como eso, jamás antes el deseo me había invadido y me sentí avergonzada de mí misma cuando comprendí lo mucho que me estaba gustando aquello.—Detente…Rey Kingsley…por favor, detente. — le supliqué al sentir la humedad que nacía entre mis piernas y el calor que me quemaba el vientre.Jamás antes me había pasado nada como aquello, jamás mi cuerpo me había traicionado de tal manera embustera y cruel. Yo no deseaba a aquel Alfa; no podía desearlo, tan solo había aceptado aquel pacto para ganar mi libertad…y si cedía a mis instintos, entonces estaría completamente perdida.—¿Por qué te resistes?, tu cuerpo es muy sincero, responde ante mi toque, ¿Por qu
Narra Cyrus:Esa noche, vi como Dalila caminó de la mano de ese maldito Rey Alfa mientras abandonaba mis tierras.Ella estaba sonriendo.Golpee el trono de mi padre que ahora me pertenecía a mí. Lo golpee tan fuerte que una parte de él se rompió.Dalila no podía ser la Luna de la manada Soluna, ¿Qué en los nueve infiernos había hecho que el maldito Rey Alfa se fijara en ella?, no pude evitar preguntarme a mí mismo. Aquello era inaceptable, aquello era inaudito, y no iba a permitirlo.Toda su vida Dalila me había amado tan solo a mí…y de ninguna manera podría aceptar que ella tan solo dejara de hacerlo.—Cyrus, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué querías impedir que el Rey Kingsley se llevara a esa perra? — Antonia me cuestionó, ella estaba furiosa.Yo la tomé por el cuello. — No me cuestiones, tu solo eres mi hembra y tu único deber es calentar mi cama y darme a mi heredero, no te permito cuestionarme, Antonia. — le dije y luego la deje caer al suelo.—¿Qué pasa contigo?, ¿Esto es por el
Narra Elikai:—Señor, es bueno saber que ha encontrado a una compañera, su padre estará muy complacido… — decía Sandro, una integrante de mi manada, al otro lado de la línea.—No hago esto por mi padre ni por lo que él espera de mí. — interrumpí. — Llegaremos por la mañana a mi lugar, así que más vale que la mansión esté preparada. Visitaré a mis padres en otra ocasión, por ahora, no quiero que les digas nada aun, que quede bien entendido. — le ordené.Durante un momento, hubo silencio, por supuesto, Sandro era una cazadora experimentada, y la niñera que me había sido asignada para cuidarme las espaldas cuando deje los dominios principales de mis padres, como era de esperarse, siempre se había mantenido fiel a mi padre desde que era una niña.—Queda entendido, mi señor, solo le recuerdo que el concilio con los vampiros aliados será dentro de dos meses, y que todos esperan que para entonces su Luna lleve su marca…el señor Artem está ansioso por volver a verlo. — dijo Sandro con diligen
Narra Dalila:Aquella noche, escuche una vieja canción de cuna que me traía memorias de tiempos tan lejanos que parecían más un sueño fugaz…aquella canción que mi padre me cantaba en las noches de tormenta para tranquilizarme, y que hablaba de dos amantes, el sol y la luna, que se encontraban en sus caminos.Aquella voz varonil parecía lejana, tan queda que parecía más un susurro, y la fuerte mano masculina de alguien, me acariciaba el cabello intentando calmarme como una vez lo hizo mi padre. Sentí como mis ojos se me llenaron de lágrimas, y al abrirlos, pude ver el hermoso rostro del Rey Kingsley tan cercano al mío, que sentí estremecer. Los suyos, aquellos particulares ojos de dos colores, estaban cerrados, y él estaba a punto de quedarse dormido.El era quien me estaba cantando.Escuche el estruendo de un relámpago cimbrando las ventanas de mi habitación, y aun a pesar de que no dormiríamos juntos aun, allí estaba el, el hermoso Alfa Kingsley, con un rastro de sufrimiento y angust
Narra Elikai: EL olor al pino y el abedul de mis tierras, me trajo recuerdos llenos de nostalgias. La mansión Kingsley entre las montañas, seguía tan solemne e imponente como había sido desde los tiempos de mis ancestros. Aquel lugar había sido el refugio de mi padre y madre cuando el decidió tomarla, y también, fue el lugar en donde la manada original de los Kingsley cometió su traición. Ahora, ese tiempo ya había pasado, y aquel era mi territorio, el sitio en donde me había establecido cuando decidí apartarme de mis padres. Y aquella mansión entre las montañas, seria el lugar en donde vería nacer a mi hijo…y donde deseaba pasar el resto de mi vida junto a Dalila. —Es un lugar hermoso… — dijo Dalila mientras admiraba el esplendor nevado del exterior de mi mansión. Ella estaba usando un hermoso abrigo que había comprado para ella, y sus mejillas estaban tan rosadas por el frio, que le daban una apariencia casi angelical. Su piel supremamente blanca, lucia mas hermosa rodeada de la