Capítulo 6: El pacto.

Narra Dalila:

Una nueva humillación. Toda mi vida, no habían sido nada más que humillaciones.

—¿Qué estas esperando Dalila?, termina de desnudarte. Quítate el abrigo que amablemente el Rey Alfa ha puesto sobre tus hombros sucios e indignos. — Antonia dijo aquello, exigiéndome el desnudarme nuevamente.

¿De eso iba a tratarse el resto de mi vida?

No pude evitar preguntarme aquello. Golpe tras golpe, maltrato tras maltrato, mi dignidad la habían pisoteado, y ni siquiera me dejaban morir por mi propia mano. Si no tenía elección, si no tenía nada más que hacer que seguir viviendo, entonces, viviría, pero bajo mis propios términos. Miré al Alfa Kingsley, aquel poderoso Rey que no tenía igual en poder y en belleza. Hijo de la Luna Genesis Levana, la loba de plata, y de Artem Kingsley, el lobo dorado del sol. Si lo utilizaba, si seguía su juego, entonces yo sería libre de vivir mi vida a mi manera…y podría vengarme de la manada Raksha.

Esa era, mi mejor opción.

Acercándome al Rey Alfa, besé sus labios. Mi primer beso, sería uno sin amor.

—Aceptaré ser tu Luna y darte a tu hijo, siempre y cuando cumplas lo que has ofrecido en aquel tejado, Rey Kingsley. Dame la venganza en contra de la manada Raksha, dame exactamente todo lo que quiero…y entonces, solo entonces, te perteneceré en cuerpo y alma como me lo has pedido. No me entregaré a ti solamente confiando en tus palabras, y no entregaré mi corazón. Te daré a tu heredero, pero luego de haber cumplido con mi deber de dártelo, me liberaras. Si lo aceptas, tenemos un pacto. —

El me miró directamente a los ojos durante segundos que me parecieron eternos. Él quería un hijo, yo quería mi libertad, ambos tendríamos lo que deseábamos si el aceptaba mis términos.

—Que así sea, Dalila. — me respondió.

Una sonrisa se me marcó en el rostro. En ese momento, comenzaba mi revancha. Miré a Antonia con el mismo desprecio con el que ella me había mirado siempre, y me reí.

—No. — le dije a Antonia. — No voy a desnudarme, y no voy a tolerar una humillación mas de una Luna inferior cuando yo seré la Luna del Rey Alfa.

Todos me miraron con sorpresa, y luego, comenzaron a reírse.

—¿Tu?, ¿La Luna del Rey Alfa?, creo que está vez si te golpearon lo bastante fuerte mis esbirros, te dañaste la cabeza. — dijo Antonia, y se rio, Cyrus también comenzó a reírse.

—Desnúdenla ahora mismo, y vuelvan a azotarla. Hoy ha decidido ser una insolente. — dijo Selene, a quien jamás volvería a llamar mi madre.

El Alfa Kingsley, se paró justo frente a mí en ese momento, él me había protegido.

—Usted, no tiene la autoridad de perdonar castigos en mis tierras, Alfa Kingsley. — dijo Cyrus visiblemente ofendido al mirar que el Rey me estaba protegiendo.

Todos comenzaron a murmurar.

—Me ha dicho que puedo tomar a una loba de su manada siempre y cuando no esté marcada, Alfa Cyrus…así que, he tomado mi decisión en este momento. — respondió el rey, y me tomó de la cintura.

—¡Ella es solo una mestiza asquerosa! — gritó Antonia tan fuerte, que creí que se reventarían mis tímpanos.

Yo, tan solo sonreí.

—¡Desde este momento, yo el Rey Alfa Elikai Kingsley, declaro a Dalila Alcalá como mi Luna!, y la tomo de la manada Raksha, en este momento. —

El Rey Kingsley gritó tan fuerte, que los cristales en las ventanas retumbaron, y todos retrocedieron al sentir aquella pequeña muestra de su poder.

Luego de eso, el Rey me besó tan apasionadamente que por un momento me sentí amada y deseada, como si en aquel beso el me dijera que quería algo más de mí que tan solo un hijo. El aroma a roble y rio del Alfa Kingsley, comenzó a mezclarse con mi aroma sin necesidad de una marca de vinculo, para dejarle saber a todo hombre lobo, que desde ese momento tenía un dueño, ahora yo le pertenecía, y el esperaba por el momento en que haría a mi rosa florecer. Yo correspondió a aquel beso tan inexperta, que resaltaba el hecho de que ella era aun completamente inocente.

Aquello me hizo sentir sobrecogida de un sentimiento de posesividad como nunca antes experimente. Ese hombre sería mío, completamente mío hasta que el pacto se cumpliera, y yo, sería tan solo suya. Aquel Rey, su fuerza, su piel caliente, y el aliento fresco que me mesclaba con el mío, me hicieron sentir deseo por primera vez. Una parte de mí, tal vez, la de aquellos bajos instintos, deseo estar bajo el Rey, desnuda en una cama. 

Cuando nos separamos intentando recuperar el aliento, lo miré a los ojos.

— Nuestro pacto se ha sellado, tu alma se ha unido a mi existencia, y desde este momento, tu, Dalila Alcalá, me perteneces, yo, Elikai Kingsley, el rey de los licántropos, soy tu dueño. — me dijo con tanta solemnidad y fuerza, mientras sentía nuestros aromas mezclándose.

Durante un momento, olvide en donde nos encontrábamos, pero el sonido de un gruñido, me lo recordó.

—¡Esto no voy a permitirlo! — gritó el Alfa Cyrus, intentando atacarme.

En ese momento, vi como el Rey Kingsley lo tomó del cuello, y enterró sus garras en él. Soltando un gruñido, el derramo una nueva muestra de su poder, y todos se quedaron incrédulos mirando aquello.

—Esta vez, Alfa Cyrus, veremos si atreves a golpearme como se lo hiciste a ella…Dalila es ahora mía, y tú, pagaras por lo que le has hecho…pero no aun…para ti, tan solo destinaré los peores tormentos. — Él Rey dijo aquello, y yo, me sentí suficiente por primera vez en mi vida.

Dándole luego un poderoso puñetazo, Al Alfa Kingsley lo arrojó sobre el mismo trono en el que me recibió con tanta altivez, y luego, comencé a caminar para irnos de allí, tan orgullosa como nunca antes mientras todos me miraban. Les haría pagar el precio de su crueldad.

Yo cumpliría, mi pacto.

—¡No puedes irte, Dalila!, ¡Te prohíbo marcharte como el Alfa de la manada Raksha! —

Cyrus gritó sonando desesperado.

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