Narra Elikai:
—Esta noche yo voy a morir Alfa Kingsley. —
Dalila me dijo aquello, y sus ojos rosados, tan hermosos, me mostraron una determinación como nunca antes la vi en ella. En ese momento, la deje caer.
Un grito aterrado y desgarrador, brotó de los labios de Dalila. La vi caer mientras cerraba los ojos, y entonces, dejó de gritar, ella abrió sus brazos nuevamente, aceptando su fatal momento, y entonces, lo comprendí…ella quería elegir, ella quería ser libre para escoger su propio destino…tal y como yo deseaba hacerlo.
Yo también quería ser libre de elegir, yo también desee escoger mi propio camino y no solo resignarme al que la profecía y mi maldición me dictaban, yo quería vivir, quería vivir una larga e intensa vida y no solo resignarme a lo que mis padres y el mundo me dijeron toda mi vida. En ese momento, extendí mis brazos, y salté tras ella.
No la dejaría morir, ambos teníamos derecho de elegir, y la forzaría a entender que, si podía escoger su propio camino lejos de los brazos de la muerte, aunque me odiara por ello.
Y bajando tras ella, la tomé entre mis brazos justo antes de que su cuerpo frágil y delgado se quebrara contra el frio pavimento. Ella, temblaba; temblaba tan intensamente que parecía una hoja de papel.
—¿Por qué?… — cuestionó ella con voz trémula, mientras se agarró de mí.
—Has rechazado mi propuesta, Dalila, pero no te permitiré morir, el camino que escojas a partir de este momento, definirá tu destino, pero solo podrás ser libre de escogerlo si vives para ello. Por eso, aunque me odies, no te voy a permitir morir, y cada vez que lo intentes de nuevo, yo estaré allí para impedirlo. — le dije caminando con ella mientras llamaba a mi limusina.
—Eres un bastardo egoísta, ¿Crees de verdad que tienes derecho a decidir quien vive y quien muere?, ¡No te atrevas a llevarme de regreso a ellos!… — me gritó realmente furiosa, y ella no se percató de ello.
En ese momento ella estaba viviendo mucho más de lo que lo había hecho nunca.
—Conoces la ley, Dalila…no puedes estar fuera de la manada. Eres una mujer, no tienes derecho alguno sobre ti. — le respondí.
Ella conocía bien la ley de los lobos, y una loba sin marca que pertenece a una manada, tan solo puede salir de ella si pertenece a un hombre que deje su olor o marca sobre ella. Por supuesto, que no iba a permitir su rechazo tan solo así…Dalila Alcalá, tenía que ser mía.
—Eres un maldito. — ella me respondió.
Tomándola de la cintura, la pegué a mi cuerpo y pude sentir su delicado aroma a rosas frescas embriagándome...enloqueciéndome. A como diera lugar, ella tenía que ser mía.
—Aun puedes elegirme, Dalila. — le dije, pero ella, me empujó.
Yo volví a tomarla de la cintura, y sentir el calor de su respiración chocando con la mía. Sus labios estaban cerca de los míos, y sentí el impulso de besarla. Pero ella, me miró con frialdad. Sus ojos rosados estaban despojados, casi vacíos, como si el dolor de una vida hubiera casi suprimido su alma. No la solté, no quería soltarla…y no lo haría fácilmente. El deseo que tenía por ella, se terminaría convirtiendo en mi condena, pero la deseaba tanto, que estaba dispuesto a todo con tal de tenerla.
Sentí su pequeño cuerpo pegado al mío, y solté un gruñido bajo. Ella era mía, Dalia tenía que ser tan solo mía...y tan solo yo seria quien probara de su rosa y la desflorara para hacerla mujer. Pero ella, tenía que elegirme.
—Llévame de regreso, Alfa Kingsley. — ella respondió.
—Si cambias de parecer, estaré complacido de recibirte, pero la elección debe de ser tuya, Dalila. — le dije esperando su respuesta.
—Yo no soy lo que tu piensas, puedo ser una mestiza, pero no tengo poder alguno, tan solo traeré vergüenza y desgracia a tu estirpe. Hijo del sol y la luna, deberías pensar mejor a quien le ofreces el darte un hijo. Yo, estoy m*****a. — Dalila dijo aquello con tanta seguridad, que sentí pesar por ello.
La apreté aún más contra mí mismo, y me embriagué de su aroma una vez luego de enterrar mi nariz en su sedoso cabello negro.
—Entonces, ya somos dos los que estamos malditos. Puedes elegir lo que desees, Dalila, pero sabes muy bien que tu sola no vas a lograr liberarte de ellos. Mi pacto, sigue disponible si lo aceptas. — dije aquello, pero ella, tan solo entró en mi limusina, luego de parecer pensarlo un momento.
Una vez que regresamos a la manada Raksha, me di cuenta de que los esbirros de Cyrus, estaban buscando a Dalila. Ella se mostró seria, pero caminó de frente hasta llegar al gran salón en donde me habían recibido. Abriendo sus puertas, Dalila entró, y yo, seguí caminando tras ella.
—Eres una insolente, Dalila, ¿Cómo te atreves a salir de las tierras Raksha cuando sabes perfectamente que lo tienes prohibido?, ¿Acaso quieres que todos descubran nuestra vergüenza? — gritó la Luna Antonia.
Yo me mantuve sereno, justamente de pie tras de Dalila.
—Encima has hecho que sea el propio Rey Alfa quien te traiga de regreso, eres una perra estúpida. — escuché que la luna Selene le habló así a su propia hija, y tuve que esforzarme por mantenerme sereno.
La Luna Antonia se levantó de su lugar, y caminó hacia Dalila para abofetearla con fuerza, mientras los lobos que había allí, comenzaban a reír y murmurar por lo bajo. Tuve que apretar mis puños en un intento por no golpear al Alfa Cyrus en el rostro, mientras permitía aquellas bajezas.
—Lamento los inconvenientes que esta cerda le causo, Alfa Kingsley, haré que vuelvan a azotarla en castigo por su desobediencia. Dalila, quiero que te desvistas, ese vestido viejo y roto, tan solo está causando una mala impresión a nuestro importante invitado, así que usa algo más decente. Das asco de solo verte. — Cyrus dijo eso, y yo sentía mi sangre hirviendo.
En ese momento, y con los puños apretados, vi como Dalila comenzó a caminar para salir de allí a hacer lo que le habían pedido.
—Espera un momento, cariño. — la voz de la Luna Antonia, detuvo a Dalila.
—Quiero que Dalila se desvista aquí mismo, y camine desnuda de regreso a su tejaban apestoso, ese será su castigo por abandonar estas tierras. — ordenó esa mujer con una sádica crueldad que me pareció horrible.
Cyrus Licario se rio de la petición de su Luna, y yo tan solo quise matarlo en ese instante.
—Has lo que se te ha dicho, Dalila, desnúdate aquí, y ve caminando hacia tu lugar. Es una orden. — le ordenó el con crueldad. — Me disculpo de antemano, Alfa Kingsley, por el penoso espectáculo, pero como Alfa ya debe de saber, que los actos de rebeldía, se castigan. — aquello ultimo me lo dijo a mí.
En ese momento, y dando la espalda a Cyrus y Antonia, vi como Dalila comenzó a arrancarse de la carne herida, aquel vestido de novia maltrecho. Sin soportar ver aquella humillación, y sin decirle nada a ese Alfa Cyrus miserable y cobarde, me quité mi propio abrigo para cubrir con el la semidesnudas de aquella pobre y desdichada mujer a la que deseaba para mí mismo.
Las gruesas lagrimas que caían de los ojos rosados de Dalila destellaron en odio y rencor, y luego, ella me miró a los ojos, tan cargada de determinación como nunca antes la había visto.
Ella me miró con gran rencor, como si algo dentro de sí misma, avivara aún más aquel odio atroz que ya había inundado su alma.
Narra Dalila: Una nueva humillación. Toda mi vida, no habían sido nada más que humillaciones.—¿Qué estas esperando Dalila?, termina de desnudarte. Quítate el abrigo que amablemente el Rey Alfa ha puesto sobre tus hombros sucios e indignos. — Antonia dijo aquello, exigiéndome el desnudarme nuevamente.¿De eso iba a tratarse el resto de mi vida?No pude evitar preguntarme aquello. Golpe tras golpe, maltrato tras maltrato, mi dignidad la habían pisoteado, y ni siquiera me dejaban morir por mi propia mano. Si no tenía elección, si no tenía nada más que hacer que seguir viviendo, entonces, viviría, pero bajo mis propios términos. Miré al Alfa Kingsley, aquel poderoso Rey que no tenía igual en poder y en belleza. Hijo de la Luna Genesis Levana, la loba de plata, y de Artem Kingsley, el lobo dorado del sol. Si lo utilizaba, si seguía su juego, entonces yo sería libre de vivir mi vida a mi manera…y podría vengarme de la manada Raksha.Esa era, mi mejor opción.Acercándome al Rey Alfa, besé
Narra Elikai:Yo había besado sus labios, y había aceptado sus términos. Pero Dalila no lo sabía, ella jamás, jamás, iba a separarse de mí. No iba a permitirlo. Golpee al Alfa Cyrus en su territorio, y nadie se atrevió a desafiarme.— ¡Cyrus! — gritó la Luna Antonia.— Eres un maldito… Kingsley. No puedes tomar a Dalila, ¡Lo prohíbo! — gritó Cyrus con tanta ira como nunca antes lo había escuchado.Detuve mis pasos en ese momento. Ese miserable, no estaba dispuesto a perder a Dalila, sé que la deseaba a pesar de ya tener una Luna, podía oler su lujuria y desesperación.— La palabra entre Alfas es como un pacto. Alfa Cyrus, tú me has permitido tomar a una mujer de tu manada siempre y cuando no esté marcada, y Dalila Alcalá no lo está. No existe nada que me impida tomarla. ¿O acaso hay algún lobo aquí que quiera hacer un reclamo por ella y se atreva a enfrentarme?, tú ya tienes una Luna, Cyrus…no puedes impedirme tomar a esta mujer a menos que renuncies a tu compañera en este momento y m
Todos me miraban esperando que rechazara al Rey Kingsley, pero yo, tan solo sonreí.— No. — dije tajantemente. — No voy a rechazarlo. Yo soy la Luna del Rey Alfa. — reafirmé mi respuesta.Vi como el Rey Kingsley sonrió casi con alivio.—¿Cómo te atreves? — Selene estaba furiosa, aquella era la primera vez que la desobedecía abiertamente.—¿Cómo me atrevo a qué?, dices que soy la vergüenza de esta manada, pero fuiste tu quien decidió tener sexo con un hombre humano, y yo ya no voy a pagar el precio de tus errores. No pertenezco a esta manada, ni tampoco, te pertenezco a ti, Selene. — dije mirando a la cruel mujer que me pario. — Y tampoco, te pertenezco a ti, Cyrus, tú ya tienes a Antonia, ¿O acaso tanto me deseas? — dije con burla mirando a ese par que tanto daño me habían hecho.—Maldita mestiza…tú no eres nada comparada a mí, y tampoco tienes derecho alguno, ¡Rechaza al Alfa Kingsley antes de que acabé contigo! — gritó Antonia completamente furiosa e histérica, y yo, me reí.En ese
Narra Elikai:Aquellas tierras con olor a sangre, se habían quedado atrás. El frio que, hacia esa noche, quemaba la piel delicada de los humanos, aunque a mí no me afectaba en lo absoluto. Dalila aun usaba aquel remedo de vestido de novia, y la vi aferrándose al abrigo que aun llevaba puesto…por supuesto, ella era mitad humana.—Enciende la calefacción. — le ordené a mi chofer y él lo hizo de inmediato.Dalila me miro agradecida, y luego se recargó en su asiento, lejos de mí, por supuesto. Entonces, pude verla detenidamente. Sus pies estaban descalzos, con rastros de sangre y mallugados, sus piernas casi descubiertas, estaban delgadas, y su piel no lucia tan radiante como la de las demás jóvenes. No se necesitaba ser un genio o un experto en medicina humana para entender que, a ella, la mataban de hambre además de todo.Apreté mis puños sobre mis rodillas, y maldije a la manada Raksha.—Lucas, detente en el hotel de siempre. — ordené a mi chofer, y el dio un giro hacia Londres.Dalila
Narra Dalila:El peso del cuerpo del Alfa Kingsley, me mantenía sometida en aquel sofá. Sentía su respiración sobre mi cuello, y luego de decirme aquello, sentí como su lengua recorría las cicatrices de mi espalda. Un gemido involuntario se me escapó de los labios, seguido de un espasmo que me recorrió entera…jamás antes había sentido nada como eso, jamás antes el deseo me había invadido y me sentí avergonzada de mí misma cuando comprendí lo mucho que me estaba gustando aquello.—Detente…Rey Kingsley…por favor, detente. — le supliqué al sentir la humedad que nacía entre mis piernas y el calor que me quemaba el vientre.Jamás antes me había pasado nada como aquello, jamás mi cuerpo me había traicionado de tal manera embustera y cruel. Yo no deseaba a aquel Alfa; no podía desearlo, tan solo había aceptado aquel pacto para ganar mi libertad…y si cedía a mis instintos, entonces estaría completamente perdida.—¿Por qué te resistes?, tu cuerpo es muy sincero, responde ante mi toque, ¿Por qu
Narra Cyrus:Esa noche, vi como Dalila caminó de la mano de ese maldito Rey Alfa mientras abandonaba mis tierras.Ella estaba sonriendo.Golpee el trono de mi padre que ahora me pertenecía a mí. Lo golpee tan fuerte que una parte de él se rompió.Dalila no podía ser la Luna de la manada Soluna, ¿Qué en los nueve infiernos había hecho que el maldito Rey Alfa se fijara en ella?, no pude evitar preguntarme a mí mismo. Aquello era inaceptable, aquello era inaudito, y no iba a permitirlo.Toda su vida Dalila me había amado tan solo a mí…y de ninguna manera podría aceptar que ella tan solo dejara de hacerlo.—Cyrus, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué querías impedir que el Rey Kingsley se llevara a esa perra? — Antonia me cuestionó, ella estaba furiosa.Yo la tomé por el cuello. — No me cuestiones, tu solo eres mi hembra y tu único deber es calentar mi cama y darme a mi heredero, no te permito cuestionarme, Antonia. — le dije y luego la deje caer al suelo.—¿Qué pasa contigo?, ¿Esto es por el
Narra Dalila:Está noche, he decidido morir.Miré hacia abajo, y vi como algunas personas caminaban distraídas está madrugada, sin prestar atención a lo que estoy a punto de hacer.Las lágrimas caen y resbalan de mis mejillas. Ya no tiene ningún sentido vivir, pues ya perdí lo único que me mantenía atada a este mundo cruel que solo me ha dado miserias y dolor. Así que, ahora en lo alto de ese edificio de poco más de cuarenta pisos, sé que voy a morir al caer sin importar el hecho de que soy una mestiza, y a nadie en el mundo le va a importar que yo deje de existir, después de todo, estoy maldita.Abrí mis brazos, mientras siento como me tambaleó y el viento frío de esta noche me empuja hacia adelante, aún y cuando mi viejo vestido de novia me mantiene anclada en el suelo, y me impide caer al vacío, quiero morir, pero el remordimiento de una vida de sufrimiento, me golpea la mente sin piedad...quizás, esa es mi última tortura, que mis últimos pensamientos estén dirigidos a todos ellos.
Narra Dalila:Los recuerdos de aquella tarde, nuevamente me golpearon, mientras aquel Alfa...el Rey Alfa, me sostenía sin soltarme. Aquella tarde de mi ruina, mirando a Antonia, la miré tan altiva, cruel y orgullosa, como había sido desde que éramos niñas. Su sonrisa de suficiencia y satisfacción, me hacia ver que ella, al igual que siempre, estaba disfrutando con mi sufrimiento.— Considera esto como un último acto de piedad, Cyrus ahora es el nuevo Alfa y tu solo eres una mestiza, ahora, arrodíllate ante mí, la Luna del Alfa, y besa mis pies, niégate a hacerlo y haré que te azoten como castigo. Mira esto y entiéndelo, solo fuiste un juego para mí hombre. —Vi como Antonia sonreía diciéndome aquello, mientras orgullosa me mostraba en su cuello la marca que Cyrus le había hecho para que todos supieran que ella era su compañera...aquella marca que me prometió a mí.Detrás de mí, escuchaba las risas de todos; la manada Raksha, nuevamente, se estaba burlando de mi…de mi miseria.— ¿Qué