¿Habrá un Oscarito en camino? ¿Qué opinan?
Sam parpadeó varias veces, pasó la saliva con dificultad, su corazón se disparó dentro de su pecho al escuchar hablar a su esposo, entonces colocó su mano en el hombro de su marido. —No vale la pena discutir con la señora —susurró bajo, inclinando su mirada con vergüenza ante él, tomó una gran bocanada de aire para dirigirse a su abuela—. Ya escuchaste a mi marido, no tienes nada que hacer aquí abuela, es mejor que te vayas y nos dejes tranquilos. —La joven caminó en dirección a la puerta. —¿Lo vas a defender? —vociferó arrugando la frente, ladeando su cabeza de un lado a otro—, a este. —Lo señaló con el dedo—. Solo le interesa la posición social —bufó con sarcasmo—... eres igual de tonta que tu madre, que teniendo mejores oportunidades fue a dejarse embarazar de…—Pausó unos minutos—, deberías averiguar si por tus venas corre la sangre del muerto de hambre de Mondragón, porque estoy segura de que no sos hija de él —soltó llena de ira. —¡Basta! —Óscar exclamó—. Yo no tengo la necesid
Al día siguiente Samantha ya más tranquila con todo lo sucedido salió del cuarto de baño, sintiendo su cuerpo temblar con ansiedad, luego de haberse realizado tres test de embarazo. —Solo debemos esperar el tiempo que está marcado —indicó suspirando mirando a su esposo. Óscar caminó de un lado a otro por la habitación, escuchando perfectamente los latidos de su corazón. Miró en repetidas ocasiones su Rolex, para luego tomar asiento y agitar sus pies con impaciencia. —¿Ya? —cuestionó y la miró a los ojos. Sam inhaló profundo, mordió sus labios. —Antes de conocerlos los resultados, debes mirar algo —expuso Sam, entonces mientras Óscar se acomodaba sobre la cama, ella colocó un pendrive en el Smart tv. De inmediato se mostró un video en la pantalla, en el cual aparecía una ecografía de Norita en el vientre de su madre en sus primeras ocho semanas de vida. —Espero disfrutes de la película —dijo Sam, sonrió suspirando, y se acomodó junto a él. Óscar pasó saliva con dificultad a
Teresita se encontraba en la habitación de un motel, en las orillas de la carretera, aunque no era un lugar que le agradaba, sabía muy bien que, si deseaba lograr algo para cobrar venganza, tenía que ceder en mucho. Mientras sus carnosos labios se encontraban succionando con fuerza el erecto falo de un hombre, su mente imaginaba que se trataba de la persona que más deseaba en el mundo; cansada de estar de rodillas intentó colocarse de pie, sin embargo, el sujeto no se lo permitió y la sujetó con firmeza de su larga cabellera negra y la movió con más fuerza de arriba hacia abajo, haciendo que sus movimientos se agilizaron. —Ya casi, niña —refirió el sujeto, hasta que jadeó con fuerza mientras se corría en el interior de su boca. Teresita se arqueó sintiendo unas inmensas ganas de volver el estómago. Mientras el hombre estalló en una gran carcajada al verla. —Trágalos —ordenó mientras ladeaba sus labios, divertido. Teresita le hizo una seña obscena y salió corriendo al sanitario par
Medellín- Colombia. El agente Rafael Ortega con el semblante lleno de seriedad llegó hasta las oficinas del expresidente Francisco Mondragón, tenía cita con él. Subió a zancadas las escaleras, y se identificó con sus escoltas, entonces de inmediato la asistente lo dejó seguir. Rafael tocó a la puerta, y al escuchar que le permitían seguir, ingresó. —Señor presidente…—carraspeó—, perdón doctor Mondragón —se disculpó recordando que ya no fungía en ese cargo, pero era tal su contrariedad que ya no sabía bien qué decir. Francisco notó el semblante de Rafael lleno de contrariedad, así que fue directo al grano. —¿Qué pasó con la exhumación de los restos de Santillán? —cuestionó apretando los dientes. Rafael resopló, y presionó sus puños. —Me engañaron —expresó tensando la mandíbula—, el infeliz está vivo, burló a las autoridades. Francisco palideció y su corazón bramó, se puso de pie de un solo golpe. —¿Cómo? ¿Acaso no viste su cuerpo? —cuestionó rugiendo. Rafael asinti
Óscar se encontraba trabajando en su oficina, revisando atento algunas cotizaciones que solicitó, estaba atentó a lo que analizaba, cuando una llamada de su suegro lo hizo salir de las actividades que estaba realizando. Enseguida tomó su móvil y respondió. —Francisco, buenos días —respondió con amabilidad. Mondragón inhaló profundo y se aclaró la voz. —Hola ¿Está Sam con vos? —indagó antes de proseguir. Óscar frunció el ceño. —No, estoy solo, ¿sucede algo? —cuestionó. —Ya me entregaron el informe sobre la exhumación de los restos de Santillán —expresó con seriedad—, debes reforzar la seguridad de tu familia, el infeliz está vivo, Rafael cree que otra vez se hizo una cirugía, y cambió de identidad —resopló. Óscar golpeó con las palmas de su mano su escritorio y se puso de pie sintiendo como un fuerte escalofrío lo recorrió. —¡No puede ser! —exclamó con temor. —¿Cómo sucedió eso?, ¿en qué momento ese hijo de …, nos engañó? —inquirió con furia. Francisco pasó con dificultad l
Sam llegó deshecha a su apartamento. Carlos Gabriel la ayudó a ingresar, entonces una punzada sintió el corazón de la joven al ingresar a la estancia y no escuchar las risas de su niña, su rostro se empapó de lágrimas, y más cuando miró que había dejado una de sus muñecas en el sofá, de inmediato se aproximó a la sala, tomó el objeto y lo abrazó a su pecho. —Mi muñequita —susurró gimoteando, entonces recordó quién la salvó a ella cuando estuvo secuestrada a manos de Franco—. Doña Ofe no la desampare, por favor cuídela —suplicó parpadeando. Enseguida Gabo le sirvió un vaso de agua a Sam, y tomó su móvil para llamar a Paula María y avisarle, pensó que para Samantha era importante sentirse acompañada de las personas que la querían. El teléfono sonó y cuando Pau respondió él habló. —Hola, estoy en el apartamento con Sam. ¿Puedes venir? —indagó—, es urgente —expresó con la voz inestable. Paula María se estremeció al escuchar la voz de Gabo. —Voy a pedirle a doña Jovita, que cuide
Caminaron despacio hasta asomarse hacia el interior de la cocina. Sus ojos se abrieron de par en par al ver como las puertas se abrían y cerraban para luego salir lanzados algunos trastes. —¿Qué demonios está pasando? —el hombre dijo con miedo. —No lo sé —Teresita habló y luego en su mirada se reflejó como se encendían las hornillas de la estufa y las llaves del agua—. Este lugar está embrujado —mencionó aterrorizada—, tenemos que irnos de aquí —solicitó. Aquel tipo negó con la cabeza. —No podemos salir de aquí, nos exponemos a que nos encuentren —refirió ingresando a la cocina para buscar una explicación, entonces un plato golpeó su cabeza. —¡Rayos! —exclamó con dolor. Norita se estaba durmiendo, pero al escuchar las voces y los ruidos abrió los párpados, entonces al escucharlos y verlos atemorizados, empezó a reírse de ellos. —Hay fantasmas —aseveró ella—, dice mi mamá que las almas en pena espantan a la gente mala —expresó mirándolos a los ojos. La mujer frunció el ceño. —
Minutos más tarde. Las manos de Óscar se aferraban con fuerza al volante de su Bugatti, mientras su corazón latía acelerado, sus ojos color miel vigilaban atento, como si de la mirada de un halcón, se tratase, el oscuro camino por el que transitaba, combinado con una densa neblina que había desde que uso la desviación hacia la ruta de la Sierra de Ixtlán, Oaxaca. Guiado por aquella voz, en su mente seguía atento las indicaciones de su abuela. Tuvo que disminuir su velocidad al encontrarse con una estrecha carretera de doble carril. Luego de más de una hora de camino, le fue indicado que se desviara, ingresando por un sendero para adentrarse en el bosque. Detuvo su auto y miró a su papá, le entregó una linterna e inhaló profundo. —Tenemos que seguir a pie —mencionó—, avisa a los amigos de mi tío que el lugar donde tienen a mi hija, está a dos kilómetros más o menos de aquí —solicitó. Álvaro ladeó los labios se estremeció al sentir la baja temperatura del sitio. —Les estoy enviando