Luego de salir del ascensor, Norita corrió a la puerta donde vivía Angelito y tocó con emoción el timbre. Segundos después Gaby abrió la puerta y le sonrió al verla. —Estás muy guapa —expresó con alegría. —¿Quién te ayudó a lucir de esta manera? —observó al instante a Sam y ladeó sus labios. —Hola tía Gaby —expresó sonriente—, mi mamá me ayudó a ponerme bonita para impresionar a Angelito —comentó modelando su atuendo, tal como solía hacerlo su mamá frente al espejo de la habitación. —Wow, estoy segura de que Angelito quedará impactado con lo hermosa que estás —expresó—. Está en su habitación, recostado, pasa a saludarlo que te espera con impaciencia —solicitó. Gaby recordó el cambio que tenía el pequeña y corrió para evitar que se impresionara. Norita no esperó más, y entró corriendo, abrió la puerta, y se detuvo de golpe, y miró al niño que estaba acostado en la cama, frunció el ceño, y luego giró su rostro y observó a Gaby. —Él no es Angelito —expresó. —¿En dónde está? ¿Te
Una cálida luz apareció en el hogar. —¿Acaso escuché que alguien dijo preciosa abuela, amor de mis amores, te necesitamos? —refirió con una cálida sonrisa. —¿Qué necesitas, mi preciosa muñeca? —indagó. Norita arrugó el ceño y cruzó sus brazos con molestia. —No te diré nada de eso, porque mentiste —reclamó—, dijiste que Angelito volvería, que lo esperara, y no va a regresar, te lo quieres llevar contigo —expuso sollozando—, la tía Gaby se va a poner muy triste, no te vayas con él al cielo, déjalo con nosotros —suplicó. Doña Ofe ladeó su rostro y la miró con ternura. —Vengo de estar con él —mencionó—. Necesitamos que un joven rey venga en su ayuda y te prometo que si en dos días no se aparece yo misma lo llevaré arrastrando de… —presionó con fuerza sus manos—. No desesperes que no depende de mí su recuperación, las personas tienen que enfrentar sus fantasmas y tomar decisiones, pero no lo abandonaré, no olvides que soy el ángel de su mamá y me gusta andar en todo. —Guiñó un ojo.
Sam parpadeó varias veces, pasó la saliva con dificultad, su corazón se disparó dentro de su pecho al escuchar hablar a su esposo, entonces colocó su mano en el hombro de su marido. —No vale la pena discutir con la señora —susurró bajo, inclinando su mirada con vergüenza ante él, tomó una gran bocanada de aire para dirigirse a su abuela—. Ya escuchaste a mi marido, no tienes nada que hacer aquí abuela, es mejor que te vayas y nos dejes tranquilos. —La joven caminó en dirección a la puerta. —¿Lo vas a defender? —vociferó arrugando la frente, ladeando su cabeza de un lado a otro—, a este. —Lo señaló con el dedo—. Solo le interesa la posición social —bufó con sarcasmo—... eres igual de tonta que tu madre, que teniendo mejores oportunidades fue a dejarse embarazar de…—Pausó unos minutos—, deberías averiguar si por tus venas corre la sangre del muerto de hambre de Mondragón, porque estoy segura de que no sos hija de él —soltó llena de ira. —¡Basta! —Óscar exclamó—. Yo no tengo la necesid
Al día siguiente Samantha ya más tranquila con todo lo sucedido salió del cuarto de baño, sintiendo su cuerpo temblar con ansiedad, luego de haberse realizado tres test de embarazo. —Solo debemos esperar el tiempo que está marcado —indicó suspirando mirando a su esposo. Óscar caminó de un lado a otro por la habitación, escuchando perfectamente los latidos de su corazón. Miró en repetidas ocasiones su Rolex, para luego tomar asiento y agitar sus pies con impaciencia. —¿Ya? —cuestionó y la miró a los ojos. Sam inhaló profundo, mordió sus labios. —Antes de conocerlos los resultados, debes mirar algo —expuso Sam, entonces mientras Óscar se acomodaba sobre la cama, ella colocó un pendrive en el Smart tv. De inmediato se mostró un video en la pantalla, en el cual aparecía una ecografía de Norita en el vientre de su madre en sus primeras ocho semanas de vida. —Espero disfrutes de la película —dijo Sam, sonrió suspirando, y se acomodó junto a él. Óscar pasó saliva con dificultad a
Teresita se encontraba en la habitación de un motel, en las orillas de la carretera, aunque no era un lugar que le agradaba, sabía muy bien que, si deseaba lograr algo para cobrar venganza, tenía que ceder en mucho. Mientras sus carnosos labios se encontraban succionando con fuerza el erecto falo de un hombre, su mente imaginaba que se trataba de la persona que más deseaba en el mundo; cansada de estar de rodillas intentó colocarse de pie, sin embargo, el sujeto no se lo permitió y la sujetó con firmeza de su larga cabellera negra y la movió con más fuerza de arriba hacia abajo, haciendo que sus movimientos se agilizaron. —Ya casi, niña —refirió el sujeto, hasta que jadeó con fuerza mientras se corría en el interior de su boca. Teresita se arqueó sintiendo unas inmensas ganas de volver el estómago. Mientras el hombre estalló en una gran carcajada al verla. —Trágalos —ordenó mientras ladeaba sus labios, divertido. Teresita le hizo una seña obscena y salió corriendo al sanitario par
Medellín- Colombia. El agente Rafael Ortega con el semblante lleno de seriedad llegó hasta las oficinas del expresidente Francisco Mondragón, tenía cita con él. Subió a zancadas las escaleras, y se identificó con sus escoltas, entonces de inmediato la asistente lo dejó seguir. Rafael tocó a la puerta, y al escuchar que le permitían seguir, ingresó. —Señor presidente…—carraspeó—, perdón doctor Mondragón —se disculpó recordando que ya no fungía en ese cargo, pero era tal su contrariedad que ya no sabía bien qué decir. Francisco notó el semblante de Rafael lleno de contrariedad, así que fue directo al grano. —¿Qué pasó con la exhumación de los restos de Santillán? —cuestionó apretando los dientes. Rafael resopló, y presionó sus puños. —Me engañaron —expresó tensando la mandíbula—, el infeliz está vivo, burló a las autoridades. Francisco palideció y su corazón bramó, se puso de pie de un solo golpe. —¿Cómo? ¿Acaso no viste su cuerpo? —cuestionó rugiendo. Rafael asinti
Óscar se encontraba trabajando en su oficina, revisando atento algunas cotizaciones que solicitó, estaba atentó a lo que analizaba, cuando una llamada de su suegro lo hizo salir de las actividades que estaba realizando. Enseguida tomó su móvil y respondió. —Francisco, buenos días —respondió con amabilidad. Mondragón inhaló profundo y se aclaró la voz. —Hola ¿Está Sam con vos? —indagó antes de proseguir. Óscar frunció el ceño. —No, estoy solo, ¿sucede algo? —cuestionó. —Ya me entregaron el informe sobre la exhumación de los restos de Santillán —expresó con seriedad—, debes reforzar la seguridad de tu familia, el infeliz está vivo, Rafael cree que otra vez se hizo una cirugía, y cambió de identidad —resopló. Óscar golpeó con las palmas de su mano su escritorio y se puso de pie sintiendo como un fuerte escalofrío lo recorrió. —¡No puede ser! —exclamó con temor. —¿Cómo sucedió eso?, ¿en qué momento ese hijo de …, nos engañó? —inquirió con furia. Francisco pasó con dificultad l
Sam llegó deshecha a su apartamento. Carlos Gabriel la ayudó a ingresar, entonces una punzada sintió el corazón de la joven al ingresar a la estancia y no escuchar las risas de su niña, su rostro se empapó de lágrimas, y más cuando miró que había dejado una de sus muñecas en el sofá, de inmediato se aproximó a la sala, tomó el objeto y lo abrazó a su pecho. —Mi muñequita —susurró gimoteando, entonces recordó quién la salvó a ella cuando estuvo secuestrada a manos de Franco—. Doña Ofe no la desampare, por favor cuídela —suplicó parpadeando. Enseguida Gabo le sirvió un vaso de agua a Sam, y tomó su móvil para llamar a Paula María y avisarle, pensó que para Samantha era importante sentirse acompañada de las personas que la querían. El teléfono sonó y cuando Pau respondió él habló. —Hola, estoy en el apartamento con Sam. ¿Puedes venir? —indagó—, es urgente —expresó con la voz inestable. Paula María se estremeció al escuchar la voz de Gabo. —Voy a pedirle a doña Jovita, que cuide