El corazón de Óscar se agitó al escuchar el comentario de su hija, entonces sintió que aún había esperanza, solo debía intentar hablar con su aún esposa, en algún momento, dirigió su mirada hacia la cocina al escuchar su quejido.
—¿Te encuentras bien? —cuestionó y se encausó hasta donde ella estaba, entonces tomó la mano de Sam, y observó su herida. —¿Te duele mucho? —indagó.
Samantha se estremeció cuando lo tuvo parado muy cerca de ella, sus piernas temblaron al momento que la tomó de la mano, entonces retiró su dedo del agarre de él.
—No fue nada, con una bandita estaré bien —respondió.
Óscar la miró de la misma manera que hacía años atrás, pasó saliva con dificultad al tenerla tan cerca.
—Yo puedo finalizar de preparar la comida —sugirió.
—Puedo sola —expresó—, a peores cosas me he enfrentado y he salido adelante —aseveró y lo miró
¿Qué habrá sucedido entre ellos? Tranquilas, lo iremos descubriendo poco a poco. No olviden las reseñas.
Años antes. Después de aquella dolorosa despedida en la cual Samantha le rompió el corazón al amor de su vida, la chica con las piernas temblorosas subió al auto de aquel criminal. —¡Bravo! —exclamó aplaudiendo—. Excelente interpretación, la tuya, hubiese querido ver la cara de ese muerto de hambre —gruñó, y colocó su mano en la pierna de Samantha. Sam retiró con fuerza los dedos de aquel infeliz de su piel, lo miró con profundo odio, mientras apretaba los dientes de impotencia. —¡Yo no soy igual a mi mamá! —gruñó ella—. Te juro que te vas a arrepentir de llevarme con vos, desearás jamás haber puesto tus ojos en mí —advirtió resoplando agitada. De pronto sintió su mejilla arder cuando Franco le lanzó una bofetada. Sam presionó los ojos, intentó clavar sus uñas en el rostro de aquel infeliz, pero los hombres que lo escoltaban en el auto le apuntaron en la cabeza. —¡Máta
Presente:Después de aquella discusión con Samantha, Óscar regresó exaltado, al haber visto cómo su pequeña salió llorando, diciendo que no quería que fuera novio de su mamá. Su corazón se agitó lleno de tristeza, ya que si ese infeliz, no los hubiera separado, él sería parte de ellas y tendría la familia que siempre soñó.Se dirigió a su habitación, se cambió por ropa deportiva y salió a un gimnasio cercano. Al llegar se colocó unos guantes de box, mientras golpeaba el saco, poco a poco los dolorosos recuerdos comenzaron a emerger desde que Samantha lo dejó por causas mayores y sin saberlo su vida dio un giro que no esperaba:****Hace unos años.Óscar estaba sentado en el piso de la sala, las lágrimas se desbordaron sin parecer tener fin. Su pecho
Época actual.Al día siguiente.Carlos Gabriel Duque se quitó las gafas para el sol, e ingresó al hotel en donde tenía una cita importante con su socio, y amigo: Óscar.Paso de inmediato al elevador y luego salió en el último piso para dirigirse a la oficina del director general, golpeó la puerta antes de seguir.Óscar aún se encontraba molesto después de haber escuchado como Samantha buscaba la forma de evitar que se acercara a Norita. El estómago le dolía, por aquella sensación de desagrado que sobrellevaba desde entonces. Estaba por llamar a su abogado, cuando el sonido de la puerta lo sacó de su ensimismamiento, por lo que se puso de pie y abrió. Ladeó los labios al mirar a su amigo.—Hola —expres
Óscar se acercó a ella, al ver una perlada capa de sudor en su frente, colocó una de sus manos sobre sus mejillas, entonces, abrió los de par en par. —¡Tienes mucha fiebre! —mencionó—. Tengo que llevarte al médico —expresó mientras la estrechó sin pedir permiso—, no estás nada bien —dijo con angustia. Sam se quedó paralizada cuando él la tocó. Su corazón se agitó al instante que la abrazó; sin embargo, ella permaneció inmóvil, respirando, agitada, al estar tan cerca inhaló aquel varonil aroma. Cerró sus ojos por unos segundos, pero luego reaccionó: —No es necesario —balbuceó—, debo regresar a Oaxaca, con Norita, necesito estar a tiempo para recogerla de la escuela. —No voy a permitir que conduzcas, hasta allá estando así. Puede ocurrirte algo en el camino —mencionó—. Yo te voy a llevar —dijo con seguridad. —Quitó el bolso de Sam de su hombro y lo sujetó él, para luego abrazarla y
Samantha negó con la cabeza y resopló.—La próxima vez que te quedes con Jovita le voy a decir que deje de mirar las telenovelas con vos —recriminó—, no tienes edad para hablar de besos y esas cosas —la regañó mirándola con seriedad—, no vuelvas a pedirle a Óscar que haga algo así, o ¿te gustaría que yo le pidiera a Renato que me bese? —Elevó una ceja contemplándola.—¡Qué asco! —Frunció la nariz—. Si te besa, yo lo…—Presionó sus labios para no decir que pensaba patearlo si se acercaba a su madre—. Óscar está más bonito —murmuró.Óscar abrió la puerta y las observó a ambas, fue imposible no escucharlas.—Debe ser asqueroso recibir un b
Sam se aclaró la garganta y presionó sus ojos. —Ya nos estamos haciendo cargo, gracias —expresó y se acercó al garrafón de agua para servirse en un vaso—. Además, esa decisión no depende de mí, sino de la mamá del niño —comunicó y lo miró a los ojos. —Lo comprendo, pero tengan en cuenta mi ayuda, no me gustaría que corriera peligro un pequeño, por falta de atención médica —comentó y se dirigió a la cocina a mover el caldo de pollo—. La comida no tarda en estar —informó. —¿Te sientes mejor? —indagó. Sam inhaló profundo, no pudo evitar estremecerse al escucharlo. Su mente evocó las ocasiones en las que él cocinaba para ella cuando vivían juntos, aspiró el delicioso aroma que emanaba su receta, y su estómago crujió de hambre, además que él guisaba excelente. —Me duele un poco la cabeza —informó—, por eso vine por agua para tomar una medicina, huele muy bien —murmuró.
Renato Escandón, abrió sus ojos con amplitud, se sorprendió de verlo ahí, observó el cabello enmarañado del joven, y apretó sus puños. — ¿En dónde se encuentra Sam? —indagó sin saludar en tono déspota. —Está vistiéndose —ladeó los labios, divertido—. Deberías llamar antes de venir —indicó—, es de muy malos modales llegar sin anunciarse. —Se sentó en la sala. Renato resopló al escucharlo, ingresó al apartamento. —Yo jamás he necesitado permiso de Sam —informó. — ¿Qué haces aquí? —reclamó con seriedad. —Eso era antes de que yo volviera —indicó—. No te parece obvio lo que hago. —Se abrochó los botones de su camisa y lo vio a los ojos con frialdad. Renato clavó su oscurecida y sombría mirada en el joven, tensó la mandíbula, justo en ese momento Samantha apareció. —Buenos días —mencionó a Sam.<
Óscar condujo con gran molestia hasta el hotel, al llegar camino sin mirar a nadie directo a su habitación, para intentar relajarse. Cada que pensaba en lo sucedido a su mente venía la cara de Renato llegando con gran confianza al departamento de Samantha.Ingresó directo a la ducha y se metió al chorro de agua fría. Luego de unos minutos que permaneció ahí, su corazón comenzó a calmarse.—Ellas no tienen la culpa. —Una vocecita taladró su mente—. Si no te pones las pilas, las vas a perder por bruto. —Volvió a escuchar.Salió del baño envuelto en una toalla y se sentó sobre su cama, recordó como hacía unos años ella se fue de su vida por salvarlo y lo único que hizo fue recriminar en vez de ponerse en su lugar, sabía que hubiera actuado de la misma forma que e