Presente:
Después de aquella discusión con Samantha, Óscar regresó exaltado, al haber visto cómo su pequeña salió llorando, diciendo que no quería que fuera novio de su mamá. Su corazón se agitó lleno de tristeza, ya que si ese infeliz, no los hubiera separado, él sería parte de ellas y tendría la familia que siempre soñó.
Se dirigió a su habitación, se cambió por ropa deportiva y salió a un gimnasio cercano. Al llegar se colocó unos guantes de box, mientras golpeaba el saco, poco a poco los dolorosos recuerdos comenzaron a emerger desde que Samantha lo dejó por causas mayores y sin saberlo su vida dio un giro que no esperaba:
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Hace unos años.
Óscar estaba sentado en el piso de la sala, las lágrimas se desbordaron sin parecer tener fin. Su pecho
Época actual.Al día siguiente.Carlos Gabriel Duque se quitó las gafas para el sol, e ingresó al hotel en donde tenía una cita importante con su socio, y amigo: Óscar.Paso de inmediato al elevador y luego salió en el último piso para dirigirse a la oficina del director general, golpeó la puerta antes de seguir.Óscar aún se encontraba molesto después de haber escuchado como Samantha buscaba la forma de evitar que se acercara a Norita. El estómago le dolía, por aquella sensación de desagrado que sobrellevaba desde entonces. Estaba por llamar a su abogado, cuando el sonido de la puerta lo sacó de su ensimismamiento, por lo que se puso de pie y abrió. Ladeó los labios al mirar a su amigo.—Hola —expres
Óscar se acercó a ella, al ver una perlada capa de sudor en su frente, colocó una de sus manos sobre sus mejillas, entonces, abrió los de par en par. —¡Tienes mucha fiebre! —mencionó—. Tengo que llevarte al médico —expresó mientras la estrechó sin pedir permiso—, no estás nada bien —dijo con angustia. Sam se quedó paralizada cuando él la tocó. Su corazón se agitó al instante que la abrazó; sin embargo, ella permaneció inmóvil, respirando, agitada, al estar tan cerca inhaló aquel varonil aroma. Cerró sus ojos por unos segundos, pero luego reaccionó: —No es necesario —balbuceó—, debo regresar a Oaxaca, con Norita, necesito estar a tiempo para recogerla de la escuela. —No voy a permitir que conduzcas, hasta allá estando así. Puede ocurrirte algo en el camino —mencionó—. Yo te voy a llevar —dijo con seguridad. —Quitó el bolso de Sam de su hombro y lo sujetó él, para luego abrazarla y
Samantha negó con la cabeza y resopló.—La próxima vez que te quedes con Jovita le voy a decir que deje de mirar las telenovelas con vos —recriminó—, no tienes edad para hablar de besos y esas cosas —la regañó mirándola con seriedad—, no vuelvas a pedirle a Óscar que haga algo así, o ¿te gustaría que yo le pidiera a Renato que me bese? —Elevó una ceja contemplándola.—¡Qué asco! —Frunció la nariz—. Si te besa, yo lo…—Presionó sus labios para no decir que pensaba patearlo si se acercaba a su madre—. Óscar está más bonito —murmuró.Óscar abrió la puerta y las observó a ambas, fue imposible no escucharlas.—Debe ser asqueroso recibir un b
Sam se aclaró la garganta y presionó sus ojos. —Ya nos estamos haciendo cargo, gracias —expresó y se acercó al garrafón de agua para servirse en un vaso—. Además, esa decisión no depende de mí, sino de la mamá del niño —comunicó y lo miró a los ojos. —Lo comprendo, pero tengan en cuenta mi ayuda, no me gustaría que corriera peligro un pequeño, por falta de atención médica —comentó y se dirigió a la cocina a mover el caldo de pollo—. La comida no tarda en estar —informó. —¿Te sientes mejor? —indagó. Sam inhaló profundo, no pudo evitar estremecerse al escucharlo. Su mente evocó las ocasiones en las que él cocinaba para ella cuando vivían juntos, aspiró el delicioso aroma que emanaba su receta, y su estómago crujió de hambre, además que él guisaba excelente. —Me duele un poco la cabeza —informó—, por eso vine por agua para tomar una medicina, huele muy bien —murmuró.
Renato Escandón, abrió sus ojos con amplitud, se sorprendió de verlo ahí, observó el cabello enmarañado del joven, y apretó sus puños. — ¿En dónde se encuentra Sam? —indagó sin saludar en tono déspota. —Está vistiéndose —ladeó los labios, divertido—. Deberías llamar antes de venir —indicó—, es de muy malos modales llegar sin anunciarse. —Se sentó en la sala. Renato resopló al escucharlo, ingresó al apartamento. —Yo jamás he necesitado permiso de Sam —informó. — ¿Qué haces aquí? —reclamó con seriedad. —Eso era antes de que yo volviera —indicó—. No te parece obvio lo que hago. —Se abrochó los botones de su camisa y lo vio a los ojos con frialdad. Renato clavó su oscurecida y sombría mirada en el joven, tensó la mandíbula, justo en ese momento Samantha apareció. —Buenos días —mencionó a Sam.<
Óscar condujo con gran molestia hasta el hotel, al llegar camino sin mirar a nadie directo a su habitación, para intentar relajarse. Cada que pensaba en lo sucedido a su mente venía la cara de Renato llegando con gran confianza al departamento de Samantha.Ingresó directo a la ducha y se metió al chorro de agua fría. Luego de unos minutos que permaneció ahí, su corazón comenzó a calmarse.—Ellas no tienen la culpa. —Una vocecita taladró su mente—. Si no te pones las pilas, las vas a perder por bruto. —Volvió a escuchar.Salió del baño envuelto en una toalla y se sentó sobre su cama, recordó como hacía unos años ella se fue de su vida por salvarlo y lo único que hizo fue recriminar en vez de ponerse en su lugar, sabía que hubiera actuado de la misma forma que e
Años antes:Quince días después.Franco tomó con fuerza el rostro de Sam y observó aún la inflamación en su mejilla, resopló con molestia.—Eso te pasa por ser rebelde, si fueras más dócil. —Acarició el cabello de la joven—. Las cosas serían distintas, pero no, sos igual a tu madre, y ya ves cómo terminó. —Carcajeó.—Prefiero la muerte, a ser tu mujer —gruñó Sam, observándolo con profundo odio.Franco alzó su mano para volver a abofetearla, pero recordó que esa noche había una fiesta en el casino, llegaba un importante petrolero a quién pensaba sacarle una buena suma de dinero invitándolo a apostar.—Esta noche te quiero más bella que de costu
Al siguiente fin de semana Óscar volvió al casino, de nuevo se encontró con Franco y Samantha, él casi nunca se despegaba de ella, solo cuando se dedicaba a jugar, pero la tenía vigilada, por lo que era imposible acercarse. Óscar se encontraba sentado en compañía de una hermosa mujer, en el mismo lugar en el que, todas las noches, jugaba con Franco, haciéndole perder una suma importante de dinero. Cada que lo hacía disfrutaba ver como se salía de control y lo mandaba requisar, entonces sabía que era su oportunidad de llevar a cabo su plan y poder charlar unas palabras con ella. —¿Listo para recuperarte esta noche? —Óscar cuestionó con tranquilidad. —Por supuesto —respondió Franco con suficiencia. Esta vez no permitió que nadie los rodeara, excepto la joven que repartía las cartas que él mismo entregó. Al lado de él, únicamente se quedó Sam, y también permitió que la guapa chica que venía de acompañante